"Ante este mundo de ganadores vulgares y deshonestos, de prevaricadores falsos y oportunistas, de gente importante que ocupa el poder, de todos los neuróticos del éxito, del figurar, del llegar a ser. Ante esta antropología del ganador, de lejos prefiero al que pierde" (Pier Paolo Pasolini, escritor italiano)
Comencemos diciendo que la verdad siempre es absolutamente subjetiva porque ha sido creada por el ser humano, mientras la realidad es la realidad con distintas lecturas, de acuerdo a los intereses.
A continuación, no hablaremos de la verdad, sino de una realidad: la ontología del señor Donald Trump, quien es presidente de Estados Unidos.
Veamos.
-Este señor hace uso de las emociones más que de la racionalidad.
-Estimula la confrontación y el lenguaje bélico.
-Divide la sociedad entre un "nosotros" y un "ellos", lo que genera una polarización, que se alimenta del enfrentamiento y del enemigo.
-Este señor no practica la otredad y la alteridad, porque tiene un profundo desprecio por el otro, no solamente en términos físicos. sino también en términos de sus valores y creencias.
-Utiliza la provocación, los insultos y el bullying contra cualquier colectivo social. Sean minorías raciales, mujeres o inmigrantes.
-Aplica la aporofobia, esto es, el desprecio hacia los pobres. Si alguien tiene dudas observe el tratamiento que le han hecho a los venezolanos y venezolanas trasladadas a El Salvador.
-Utiliza, para expresar sus pensamientos, las redes sociales y hace uso con frecuencia de las posverdades y de las Fake news.
-Su mejor paradigma, para posesionarse en el escenario político, es la verdad subjetiva y su lenguaje son los iconos, emoticonos y emojis.
Se presenta contra el establishment, contra las elites y contra los "recién llegados". Es así que se manifiesta abiertamente contra la globalización financiera, digital, logística, política, étnica y religiosa y abogan por la defensa del Estado-nación, de su cultura, su idioma, los puestos de trabajo y de su credo nacional.
-Para Donald Trump todo es culpa de los extranjeros, que están en todas partes y compiten por un puesto de trabajo, con aspecto diferente, hablan idiomas extraños y profesan religiones que en la mayoría de los casos son infames o incluso peligrosas. Por eso, plantea que, para que un país sea grande y robusto, lo primero es proteger a los nacionales, de cualquier clase o estamento social, el territorio, el idioma, las tradiciones y la cultura ante la avalancha o los tsunamis de extranjeros y de cualquier "espécimen raro", vengan de donde venga, especialmente sin son terroristas islámicos, gente de color amarillo o negro, pero también de América Latina y El Caribe.
-Algunos analistas dicen que es un nacionalista, pero, como empresario, personalidad televisiva y político conservador estadounidense, defiende el capital, que, parafraseando a Carlos Marx, no tiene fronteras.