El país de los cedros,
de Hibran Kalil Hibran y sus profetas, acaba
de librar una batalla importante
que, sin lugar a duda, marcará el presente y aportará algunas claves
para el futuro de su pueblo.
Luego de un delicado periodo de 6 meses sin presidente; sin acuerdos para su elección, el Parlamento libanés eligió al Comandante del ejército, General Michel Suleiman, como nuevo presidente de ese país. Varias fuentes noticiosas, entre ellas la BBC de Londres (25 de mayo de 2008) informaron que “El General Suleiman obtuvo una victoria contundente luego de que el gobierno” (de Fuad Siniora, primer ministro libanes apoyado por el imperialismo norteamericano) “y la oposición liderada por el Hezbollah previamente llegaran a un acuerdo en las llamadas “Conversaciones de Qatar” iniciadas en ese mismo país el mes de mayo del presente año.
La guerra civil que amenazaba con acabar la aparente paz del pueblo libanes y la relativa estabilidad de su Estado, ha sido contenida por los momentos. La burguesía libanesa, al igual que sus homólogos latinoamericanos -lacayos también del imperialismo norteamericano- ha sido, sin lugar a duda, la única responsable de esa amenaza que pretendió poner al pueblo libanes a luchar contra si mismo; por oscuros y falsos pretextos que aun continúan enmascarando los verdaderos y vergonzosos intereses de clase. Esa misma burguesía, apátrida, con sus acciones, pretendía justificar la intervención de norteamericana en su país y dar pie al expansionismo del Estado ilegal, criminal y racista de Israel, contenidos, momentáneamente, por la derrota propinada por el Hezbollah al ejercito sionista en la última guerra (año 2006).
La
burguesía libanesa lacaya y parásita de occidente (liderizada por
siniestros personajes como Walid Jumblat, Saad Hariri, Siniora, Samir
Geagea, entre otros, todos pertenecientes al “Welch Club”: grupo que debe su nombre a David Welch, asistente
de la Secretaria del Estado Norteamericano Condolezza Rice) hoy, ha sido contenida
en sus aspiraciones presidencialistas por otra burguesía no menos parásita,
pero más dependiente de los intereses regionales. Ésta última, hábilmente,
ha pactado con las fuerzas progresistas y revolucionarias libanesa para
consolidar su dominio. “Un mal menor” -opinaron muchos.
Algunos
buenos analistas de la problemática que vive el Medio Oriente
(-reservamos las fuentes-) nos dicen: “que las particularidades del
Líbano, y su contexto, así lo justifica”. Pero los verdaderos males
que padecen y que amenazan a ese hermano pueblo, y los errores de las
fuerzas revolucionarias de ese país hermano son los mismos que se repiten
en Latinoamérica. Es su gran dependencia económica al Capital
transnacional; y, son las distorsionadas y absurdas ideas de la “Alianza
de Clases”, del anti-poder y de la torpe espera por ver madurar las
condiciones subjetivas y objetivas para hacer la revolución, entre
otras razones, las culpables del estancamiento histórico.
La historia parece detenida en ese país. No así, la lucha de clases que encara valientemente ese pueblo hermano continua. Los Acuerdos de Taef de 1989 (-cuyo nombre debe a la ciudad saudita Taef, localizada a orillas del Mar Rojo-) que puso fin a la guerra civil del Líbano y reorganizó la vida política nacional libanesa dividiendo el poder entre las tendencias religiosas que conviven en ese país (cristianos maronitas, musulmanes, chiítas, musulmanes y sunitas), nuevamente, se repiten como solución del más resiente conflicto libanes. Las nuevas claves que, sin duda, influirán en el futuro del pueblo libanes tienen que ver con la composición de clase de la resistencia nacionalista. En el Hezbollah y el Partido Comunista Libanes se agrupan las clases sociales más explotadas del hermano país. Dependerá del primero (Hezbollah) superar las barreras que le imponen su caracterización religiosas chiíta.
Las
burguesías en el Mundo Árabe, como en Latinoamérica, han dependido
históricamente del intervencionismo
de sus amos imperiales, del secesionismo y del segregacionismo amparado
en las diferencias religiosas para mantenerse en el poder. Su lema,
en la historia, siempre ha sido el mismo: ¡Divides y reinarás! Los
métodos segregacionistas y secesionistas que aplican contra el pueblo
libanes son fiel copia y receta que se repiten en nuestro continente.
En Bolivia, el separatismo y el segregacionismo étnico, es muestra
de ello. La infame Revolución de los Cedros (operación aplicada por
la burguesía libanesa en el año 2005) es fiel copia del Golpe Suave
que han intentado aplicar, sin existo, en Venezuela.
¿Qué sería del Líbano, hoy, si el imperio desistiera de sus pretensiones
en la región? ¿Qué hubiese sido del reino de Arabia Saudita, y del
destino de sus riquezas que le pertenecen a su pueblo, si su burguesía
-con ridículo tinte de reyes y príncipes- no contasen con la ayuda
militar del imperialismo norteamericano (-igualmente Jordania y Egipto-)?
¿Qué fuese hoy de los pueblos del Mundo Árabe si los imperios del
pasado no hubiesen podido dividirla en bastardas repúblicas independientes?
¿Qué fuese hoy del Mundo Árabe si aun viviese el Coronel Gamal Abdel
Nasser, y con él se mantuviese vibrante la RAU (Repúblicas Árabes
Unidas) socialistas y rebeldes? Los pueblos árabes tendrían otra historia
que contarnos.
Hoy, más que ayer, las
burguesías del Mundo Árabe y de Latinoamérica nos muestran su papel
vergonzoso y servil al imperialismo norteamericano y al sionismo internacional.
Las burguesías de allá y de aquí, son espejos de sí mismas; son
el mismo enemigo de nuestros pueblos. En el Líbano, como en nuestro continente rebelde, su
burguesía pretende disfrazar
con harapos “religiosos” la encarnizada
lucha de clases, de
liberación nacional y las pretensiones expansionistas y colonizadoras
sionazistas.
La resistencia nacionalista y revolucionaria
liderizada por Hezbollah y el Partido Comunista Libanes han logrado
detener momentáneamente al enemigo colonialista, más, no al enemigo
de clase del pueblo: la burguesía, los hijos bastardos de la colonia.
El sueño pan-arabista de un Mundo Árabe unido, es el mismo sueño
Bolivariano de la Gran Colombia. Palestina ocupada (Israel) es el espejo
de Colombia y Perú; Los pueblos rebeldes árabes son el espejo de los
pueblos rebeldes de Cuba, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, Paraguay,
Brasil, etc.
Welch Club (conformado por Fuad Siniora, Jumblat, Hariri, Geagea)
basemtch@gmail.com