Dentro del incipiente proceso epistolar sobre un nuevo diálogo por la paz entre las FARC y un grupo de intelectuales colombianos, la combativa líder costarricense, Leda Méndez, me hace llegar la carta que los subversivos remiten, a través de la agencia de noticias Ancón, a los promotores de la idea, encabezada por un notable pensamiento del Libertador que me sirve de introito a la columna presente:
“Aun cuando sean alarmantes las consecuencias de la resistencia al poder, no es menos cierto que existe en la naturaleza del hombre social un derecho inalienable que legitima la insurrección”: SIMÓN BOLÍVAR.
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Pensar que este gobierno que ya llegó al cohecho para hacerse reelegir en el 2006, se incline ante normas legales, constitucionales y democráticas es perder el tiempo.
Creo que hasta risa debe causar en el Sanedrín uribista el argumento ese de que el decreto que convocó el Congreso a extras al filo de la media noche en que terminaban las sesiones ordinarias, es irregular.
A Uribe y sus secuaces, que para lograr la reelección en el 2006 taparon la boca de los medios de comunicación con toneladas de plata vía publicitaria; acallaron a acartonados periodistas con promesas de futuros goces diplomáticos e incurrieron, incluso, en cohecho sobornando a los parlamentarios, eso de una simple extemporaneidad les importa un bledo.
Eso de que el impulsor del referendo haya atropellado la sintaxis en la redacción del “articulito” que propendía por la reelección de Uribe en el 2010, podrá corregirse en el examen de constitucionalidad que tendrá que hacer una Corte uribistas que, seguramente, corregirá el lapsus diciendo que la intención del elector primario era la reelección inmediata del presidente Uribe, y no en el 2014 como, seguramente, por darse ínfulas, le quedó finalmente redactado al sabiondo de Luis Guillermo Giraldo.
En síntesis, si Uribe quiere hacerse reelegir en el 2010 irá hasta las últimas consecuencias, literalmente hablando. Apelará, como ya lo hizo en su primera elección y posterior reelección, y por ejemplo, a todas las formas de lucha.
Un gobierno que ya arrasó con los contrapesos que soportan la praxis democrática, retarlo a una lucha democrática es no sólo un contrasentido sino una especie de aullido a la luna.
Personalmente me encantaría que Uribe se presentará a la reelección en el 2010 a ver si el pueblo, ya consciente de su equivocación, refrenda en las urnas lo que, así haya sido de alguna manera forzada decidió en el 2002 y rubricó en las elecciones del 2006. Sería como aplicar ese viejo dicho que dice “las cosas se deshacen como se hacen”, lo que, por demás, le evitaría a los colombianos seguir vertiendo su sangre y ofrendando sus vidas en el altar de la fementida Seguridad Democrática.
Y me gustaría que estuviera en esa contienda porque de llegar a ganar la segunda reelección sería un nuevo atropello a la democracia, a juzgar por lo que vemos desde ya en la forma agresiva, marrullera, ilegal e inconstitucional como se hizo aprobar subrepticiamente el referendo en la plenaria de la Cámara.
Yo encuentro de lógica que si un gobierno se perpetúa en el poder atropellando la democracia, ese tal gobierno no es democrático y moralmente no estaría en condiciones de condenar en los demás las formas de lucha que desarrollen para buscar arrebatarle el poder.
La historia reciente de Colombia, de los años 50 del siglo pasado en adelante, que muchos hemos vivido y a otros apenas se les oculta en el primer recodo de la vida, no comporta atrocidades tan enormes ni atropellos tan grandes a la democracia, como los vividos en estos aciagos años del gobierno de Uribe.
Tumbar el régimen… Tumbar a Uribe, ya no resulta una incitación a la subversión, a la revolución o a la conspiración, conductas ciertamente punibles en lo político cuando el que ostenta el poder respeta en lo mínimo la democracia, sino un acto de supervivencia social que justificaría cualquier forma de lucha con tal de echar fuera al tirano.
El 2010 con Uribe como candidato nos dirá si este bendito país puede consolidar la lucha política e ideológica en las urnas o si definitivamente lo que se sigue es abriendo espacios y justificando acciones para la lucha armada.
Por eso me gustaría que Uribe nos torciera hasta el punto de quiebre el pescuezo porque parece ser la única forma en que este pueblo colombiano podrá reaccionar y coger camino hacia el socialismo del siglo XXI en el que ya llevan bastantes kilómetros adelante Brasil, Argentina, Chile, Paraguay, Bolivia, Ecuador, Venezuela y Nicaragua, entre los que recuerdo a mano alzada, y CUBA, por supuesto.