Invadir el mundo. Y no es solo cuestión de ética.
Antes y después de Maquiavelo se ha estipulado que la política debe ser ética. Esta posición tiene dos vertientes: la verdadera y la farisaica.
La encrucijada en la que se encuentran los Estados Unidos puede iluminar la vieja discusión, porque aun aceptando una desintegración entre ética y política, no pueden seguir la dirección Bushista. Así y todo, Obama ha consentido que la burocracia del Departamento de Estado, que heredó, siga declarando la guerra al Planeta con una arrogancia peligrosa. Nadie sirve salvo los Estados Unidos, Colombia e Israel. Veamos:
Son indeseables, a saber: Afganistán, la Argentina, Bielorrusia, Bolivia, la China, el Ecuador, Irán, Iraq, México, Paquistán, Rusia, Sudán y Venezuela. Casi nada. Otros imperios declararon la guerra al mundo: Persia, Roma, Arabia, China, España, Inglaterra. Macedonia, Francia y Alemania fracasaron. Francia pudo con algo del África y con escasas posesiones en América, que aún le duran.
Los que pudieron lo lograron a lo largo de siglos, pero Alejandro murió antes de consolidar su fulgurante imperio. A Francia y Alemania los atascó el general Invierno en Rusia. Calcularon mal porque calcularon con soberbia.
Los Estados Unidos también. El imperio les funcionó luego de 1945 en la América Latina y en Europa. Solo les queda la Europa ocupada y parte del Sudeste Asiático. Su dominio sobre el Medio Oriente opera tan trágicamente como en Afganistán e Iraq. Su auxiliar Israel ha recibido dos palizas recientes y seguidas: en el Líbano y en Gaza y en esta última sin recibir un tiro. Es alarmante. Solo causa muerte y destrucción sin ganancia alguna y crea para sí un pésimo ambiente internacional.
¿Qué se trae Obama? O el complejo industrial-militar histérico que controla los hilos del verdadero poder. ¿Se propone invadir la América Latina desde el Río Grande hasta la Patagonia? ¿Conquistar a Rusia y a la China? ¿Seguir con los “golpes suaves”? ¿Restablecer la recluta? ¿Todo al mismo tiempo y en medio de esta debacle económica desmoralizante?
Esto demuestra que la ética sí paga, pues solo queda subordinar política a cordura y decencia para ganar todos, empezando por sus precarios guiñoles de aquí.
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