“Voces contra el Imperio”

Se posterga la desestabilización imperial contra Irán

Quien iba a pensar que a casi 30 años de la Revolución Islámica en Irán las contradicciones internas aflorarían dejándonos ver claramente a dos corrientes muy diferentes que pugnan abiertamente por el poder del Estado. Lo ocurrido recientemente en Irán dista mucho de ser analizado, como algunos mal intencionados pretenden hacernos creer que fuese“una simple lucha intestinal o religiosa, producto del desacuerdo (o robo de la victoria) en la pasada contienda electoral, y las acusaciones de fraude de parte de los perdedores reformistas”. La extraña “teocracia iraní” ha removido los cimientos de la obtusa ortodoxia política.  Los últimos sucesos en Irán han despertado el interés de muchos. “La política en Irán tiene mucho más que ver con la lucha de clases que con la religión.” asegura el Financial Times, del día 15-6-2009. La astuta tergiversación mediática de los últimos hechos acaecidos en ese país por las transnacionales de la comunicación y la estupidez infantil y sospechosa de algunos desde la ultra-“izquierda” europea -por la falta de un análisis riguroso de las clases enfrentadas- han terminado por hacerle el juego al imperialismo y al sionismo internacional. “Lo que pereció ser cierto no lo era”. 

Lo sucedido en Irán aún sigue lejos de la solución. Aunque aparentemente hayan cesado los grandes enfrentamiento y las movilizaciones de ambos bandos, la paz parece relativa. Nadie imaginó que dentro de las entrañas de la “férrea teocracia iraní” -tal como la definen los medios imperialistas y sus apostatas- fuese a resurgir una clase económico-política aliada al pasado entreguista (del Sha Reza Pahlevi) contra los Khomeinistas. En realidad -y como era de esperar- el disfraz “nacionalista” de la burguesía iraní hizo su gran debut en las pasadas elecciones presidenciales. Menos de 30 años debieron pasar para que la burguesía iraní pudiera reagruparse y consolidar sus fuerzas para intentar torcer el rumbo nacionalista y progresista contenido en el programa y los planteamientos originarios de la Revolución Islámica de Irán.  

Luego del triunfo de la revolución iraní, en 1979, dirigida por el Ayatoallah  Khomeini, las fuerzas externas pro-occidentales de la región, especialmente Arabia Saudita e Irak, apoyadas por EUA, intentaron destruirla por medio del bloqueo, el hambre, el sabotaje y la guerra. La Guerra entre Irak-Irán, la más dura de las pruebas a la que tuvo que hacer frente desde muy temprano la naciente y frágil revolución iraní, duraría 8 largos y sangrientos años sin lograr ese objetivo. Paralelamente, y en lo interno de la revolución, las fuerzas más reaccionarias de la revolución, bajo los pretextos de la seguridad nacional y por las intromisiones políticas de la decadente URSS, aprovecharon para dirigir sus baterías de muerte contra las fuerzas progresistas de izquierda y con particular ensañamiento contra los comunistas quienes habían acompañado y apoyado a la revolución desde sus inicios. Terminada la guerra, muerto el Ayatollah Khomeini y diezmados sus mayores enemigos (los comunistas y nacionalistas), pasado un tiempo necesario para su desarrollo y consolidación como clase social, creyeron que había llegado el momento para la reconquista del poder y la destrucción del Estado. 

La República Islámica de Irán nos regala una insólita experiencia digna de una advertencia para nuestras revoluciones: “un engendro nacido de las entrañas de la revolución busca desesperadamente destruir a su padre creador”. La revolución iraní fue concebida como una “revolución burguesa de carácter nacionalista”. Esta absurda contradicción que mezcla la antinomia irreconciliable de “burguesía con nacionalismo” reprodujo el cáncer que hoy hace metástasis en una parte de la sociedad iraní, especialmente en la clase media, que apuesta por destruir al Estado y plagarse a los designios de sus socios naturales ubicados en las potencias del norte. Los clérigos habrían olvidado, o nunca  conocieron la conseja gramsciana que dice:“la burguesía no tiene patria, sólo bolsillos”. En el mundo Globalizado de hoy las burguesías de todos los países se han hecho apéndice del gran capital transnacional. Ellas son insertadas al sistema internacional y se vuelven dominantes hacia adentro y dominadas desde afuera. Esa misma burguesía iraní que utiliza hábilmente a la clase media transculturalizada y occidentalizada como “Caballo de Troya” para sus fines anti-nacionales, pretende destruir al Estado nacional iraní para apoderarse de su enorme renta petrolera, privatizando su poderosa industria petrolera, entregándola al único postor: el imperialismo norteamericano. Son éstos y no otros los fines verdaderos del cáncer burgués que padece el pueblo iraní y sus semejantes en el mundo. “Cualquier parecido a nuestras realidades latinoamericana (Venezuela, Bolivia y Ecuador) no es simple coincidencia”.  

Hoy no cabe dudas de que en Irán el imperialismo y sus agentes internos experimentaron el mismo plan desestabilizador hábilmente concebido y probado con algunos éxitos y fracasos (-con más fracasos que existos-) en muchas partes del mundo. Las funestas “revoluciones de colores” se intentaron repetir en ese país con ciertas adaptaciones muy particulares (tomando el color verde muy representativo del islam). Esta vez los estudiantes iraníes pertenecientes a la clase media radicada en la capital (Teherán), especialmente influidos por la cultura occidental, hicieron su debut.    

Innumerables revelaciones  demuestran nuestra afirmación.  Paul Craig Roberts, de Global Research, nos  revela en su artículo lo siguiente:“el neoconservador Kenneth Timmerman escribió el día antes de la elección que “se habla de una ‘revolución verde’ en Teherán.” ¿Cómo iba a saberlo Timmerman a menos que haya habido un plan orquestado? ¿Por qué iba a haber una ‘revolución verde’ preparada antes de la elección, especialmente si Mousavi y sus partidarios tenían tanta confianza en su victoria como afirman? Parece ser una evidencia clara de que EE.UU. está involucrado en las protestas por la elección (...) la “Fundación Nacional para la Democracia” (NED) ha gastado millones de dólares promoviendo revoluciones ‘de color’… Parte de ese dinero parece haber llegado a manos de grupos favorables a Mousavi, que tienen vínculos con organizaciones no gubernamentales fuera de Irán, financiadas por la NED.” El día 29 de junio de 2008, Seymour Hersh informó en New Yorker que: “A fines del año pasado, el Congreso aceptó un pedido del presidente Bush de financiar una importante escalada de las operaciones clandestinas contra Irán, según fuentes actuales y antiguas militares, de inteligencia y del Congreso”. Por otro lado, el Telegraph (otro medio de comunicación norteamericano) había informado el 16 de mayo de 2007, que el belicista neoconservador del gobierno de Bush, John Bolton, reveló a ese mismo medio que: “un ataque militar de EE.UU. sería “una última opción después de que hayan fracasado las sanciones económicas y los intentos de fomentar una revolución popular”. La mentira siempre desmentida necesita de cómplices. La verdad siempre ocultada, aparece. 

Decia Marx que “la historia de la humanidad es la lucha de clases”. Irán vuelve nuevamente a hacer andar las ruedas de su historia. La lucha de clases se intensifica en ese país. Los campesinos, trabajadores y obreros, los desempleados y el pueblo humilde en general han visto representados sus intereses en la figura de Mahmoud Ahmadineyad, mientras que la clase media occidentalizada y la burguesía iraní son representados en la figura de Hosein Mosavi, el candidato de occidente. El aplastante triunfo de Ahmadineyad con más del 63% de ventaja sobre el candidato opositor Musaví fue la victoria popular de las mayorías. 

Según el sociólogo norteamericano James Petras, en su artículo titulado: Las elecciones iraníes: el timo del robo electoral, y publicado el día 21-06-2009,  dice:“Ahmadineyad obtuvo buenos resultados en las provincias petroleras y de la industria petroquímica, lo que podría ser un reflejo de la oposición de los trabajadores de esta industria al programa reformista, que incluye la privatización de empresas públicas. Del mismo modo, el presidente tuvo buenos resultados en las provincias fronterizas con su énfasis en el reforzamiento de la seguridad nacional ante las amenazas estadounidenses e israelíes, a la vista de una escalada de ataques terroristas patrocinados por Estados Unidos a partir de Pakistán, y de incursiones israelíes desde el Kurdistán iraquí, que han matado a docenas de ciudadanos iraníes (...) La gran mayoría de votantes de Ahmadineyad probablemente pensaron que los intereses de seguridad nacional, la integridad del país y el sistema de seguridad social, con todos sus defectos y excesos, estarían mejor defendidos y mejorarían con éste, que con unos tecnócratas de clase alta apoyados por una juventud privilegiada pro occidental, que anteponen los estilos de vida individuales a los valores comunitarios y la solidaridad. Para muchos iraníes, el rearme militar del régimen es visto como lo que impide un ataque estadounidense o israelí.” 

La revolución iraní está obligada por las circunstancia a definirse cada vez más en favor de las clases más desasistidas y la clase trabajadora de su pueblo. Esto implicaría al gobierno de Ahmadineyad en la tarea inaplazable de profundizar en los planteamientos nacionalistas y progresistas de la revolución iraní; profundizar en la igualdad y en la justicia social, rompiendo definitivamente con la absurda antinomia que mezcla a “burguesía” con “nacionalismo”.  

El gobierno progresista y nacionalista de Ahmadineyad atraviesa por una encrucijada que lo obliga a definiciones más radicales. La crisis mundial del capitalismo también influye para ello. O se ajusta el timón político y económico de Irán rumbo a la construcción de un socialismo propio que asuma las particularidades de su sociedad y cultura, o sucumbe la revolución iraní a los bastardos intereses de su propio engendro: cáncer burgués y sus nuevos amos imperialistas. 

Mientras las operaciones encubiertas del MOSSAD y la CIA continuan, la desestabilización imperial contra Irán queda postergada por un corto tiempo.

 
 


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Basem Tajeldine

Marxista. Investigador de temas geopolíticos internacionales en el Centro de Saberes Africanos. Moderador del programa VOCES CONTRA EL IMPERIO, RadiodelSur y RNV.

 basemtch@gmail.com      @BasemTajeldine

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