La historia mundial tiene un capítulo reservado a los más viles y cobardes, los traidores, cuyos crímenes siguen avergonzando a la humanidad. Son una tipología inhumana carente de escrúpulos. Su sangre fría y bajos instintos los convierten en peligro público, ¿será que nacen superdotados para el engaño, el delito lucrativo, la ambigûedad mercenaria? Con su astucia engañan a vivos e imbéciles, porque su estado natural es la falsedad, el cohecho, la farsa. Su mejor negocio es la mentira, y su aspecto ambiguo los vuelve diestros en el manejo impecable de frases prefabricadas (incluso les place hablar en inglés y piensan anglosajónamente). Sí, se disfrazan bien. Adoptan con destreza el papel que anhelan o se les asigna...
¿Adivinan de quién hablo? Pues sí, me refiero a ese parapeto humano o parafernalia viviente, al personajillo más siniestro que parió el siglo XX. Porque el narcoparaco Álvaro Uribe Vélez ha sido capaz de asestarle a Colombia la puñalada más baja y deshonrosa de toda la historia latinoamericana. Y es que el narcoparaco Nº 82 engañó a todo el mundo con su imagen de seminarista casto (dicen que hasta Bush imitaba los gestos y algunas muecas del mini-Hitler).
Sí, sí. Pocos personajillos de la historia latinoamericana pueden comparársele. ¡Ni siquiera Santander! ¡Ni Azuero, Páez u Obando! ¡Ni siquiera Carujo, carajo!
Y es que el prontuario delictual de narco Uribe 82 supera con creces cualquier expediente macabro. Hasta Obama, la Clinton, algunos senadores demócratas y el ex-vice Al Gore han expresado "su preocupación" por los desmanes del narcotraficante 82, pues al gran capo de los paracos -durante su turbia carrera política- se le atribuyen directa e indirectamente los homicidios de periodistas y sindicalistas colombianos adversos a su narcogobierno.
Y es que el narco 82 ya no puede ocultar su prontuario, pues para ascender hasta la primera magistratura, una de sus "aspiraciones" favoritas, no tuvo empacho en "agarrar vuelo y coger nota" a punta de paseos (pases) a la casa blanca. Allá, en la casa blanca, Uribe cumplió tareas asignadas por su primer jefe Pablo Escobar Gaviria (de quien fue una especie de asistente plenipotenciario). Pero, su segundo jefe, Bush, lo convenció para que "arrejerara" todo y con maniobras bien trucadas entregó el suelo patrio.
¡Por ese sólo delito merece el paredón! Pero no que lo ejecuten frente al pelotón de fusilamiento. Me refiero al gran paredón político, el cadalso irrevocable de la historia, pues narcoparaco 82 cometió el crimen más abominable, la traición a la patria.
Y es que las fechorías y desmanes de este individuo -incluyendo a sus adláteres, cómplices y santones- han sobrepasado las barreras de la crueldad más inhumana. Porque quien traiciona el suelo patrio ya ha cometido toda clase de crímenes.
Así que la historia política latinoamericana ya tiene con quién llenar la página más dura y dolorosa para la sufrida Colombia. Álvaro Uribe Vélez -el Bush latinoamericano- debe ser expulsado de Colombia, no sólo porque avergûenza al noble pueblo neogranadino y a sus hombres más preclaros (los dos Camilos Torres, Girardot, Ricaurte, Gaitán, Caldas, José Eustacio Ribera, Jorge Isaac, Álvaro Mutis, Gabriel García Márquez, etc).
Y es que -premiado por su cobarde traición- narco Uribe 82 no colgará de una cuerda como bien se lo merece, sino que con el apoyo e impunidad yanqui se moverá en la cuerda floja del delito internacional (pues Uribe y Santos serán los "gerentes" mundiales de la cocaína).
¿Y qué ocurrirá cuando las 7 bases militares norteamericanas estén llenas de soldados drogadictos? ¿Será entonces cuando la atribulada Colombia reaccione para evitar el más terrible de los sufrimientos? Porque el cartel Uribe-Bush exportará la cocaína a escala mundial y el narcolavado seguirá financiando la contrarrevolución, ¿o de dónde salen los dolares que les pagan a mercenarios y paracos para que invadan a Venezuela y sometan a Colombia al más sangriento sacrificio?
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