23-04-19.-La letrada y activista pro DDHH Nasrin Sotude pagará en sus carnes el haber defendido el derecho a protestar contra la obligatoriedad del velo. Un tribunal iraní ha ratificado este lunes la condena a 33 años de cárcel - de los que cumplirá un máximo de 12 - y 148 latigazos que pesa sobre ella, que rechazó apelar para, según su entorno, no legitimar una sentencia que la abogada considera fruto de un "juicio injusto".
De acuerdo con la agencia oficial IRNA, Sotude, premio Sajarov del Parlamento Europeo en 2012, fue condenada el once de marzo pasado por la sección 28ª del Tribunal Revolucionario. La corte, cuya jurisprudencia se basa en la charía o ley islámica, culpó a la abogada de "reunión en colisión contra la seguridad nacional", "propaganda contra la autoridad", "participación efectiva en grupo ilegal y contrario a la seguridad", "incitación a la corrupción y a la prostitución" y "comparecencia pública sin velo".
La mayoría de estas acusaciones están relacionadas con su labor como abogada defensora de algunas de las mujeres que, el año pasado, protestaron en la céntrica avenida Enghelab de Teherán quitándose el velo y subiéndose al mobiliario urbano. La salida de Irán de una de ellas, Shaparak Shayari Zade - condenada a 20 años por manifestarse -, y su posterior comparecencia en Canadá, exigiendo sancionar a Irán, fue denunciado por la línea dura como una prueba de la sumisión de su causa al interés del "enemigo".
Nasrin Sotude lleva entre rejas desde el 13 de junio de 2018. No era la primera vez. En septiembre de 2010 había sido condenada a seis años de prisión por cargos idénticos a los de esta vez, tras actuar en casos controvertidos en Irán, como la defensa de personas condenadas a muerte siendo menores de edad. Quedó en libertad en 2013, tras un indulto concedido por las autoridades. En septiembre de 2016 fue condenada de nuevo a cinco años en absentia, por personarse sin la vestimenta adecuada para el tribunal.
La normativa islámica iraní obliga a observar en público el hiyab o recato, en particular en las niñas mayores de nueve años y las mujeres. Esto se traduce en el cubrimiento forzoso del pelo y el uso de ropa que no marque el contorno del cuerpo. Y, si bien en los últimos tiempos puede notarse cierta relajación en el espacio social, con velos cada vez más finos y menor presencia de la llamada policía moral, el ala rigorista del poder contempla las protestas de ciertos temas críticos, y su publicitación, como una amenaza.
"Es la sentencia más dura que se recuerda en muchos años contra un defensor o defensora de los derechos humanos. Con esta condena las autoridades iraníes recuerdan a las mujeres que seguirán subyugadas por unas leyes que vulneran su dignidad y sus derechos", ha declarado Yolanda Vega, portavoz de Amnistía Internacional. Esta entidad ha sido una de las organizadoras de una campaña para exigir la anulación completa de la sentencia contra Nasrin Sotude.
Otra de las defendidas de la abogada es Vida Movahedi, la primera de las conocidas como 'chicas de Enghelab', por su forma de protesta. Fue detenida brevemente y liberada bajo fianza en octubre de 2017, tras subirse a un cajón eléctrico, quitarse el velo y permanecer en silencio, con un pañuelo blanco atado a un palo. El 14 de abril pasado, el abogado de Movahedi, Payam Derafshan, dijo a IRNA que un tribunal local la había condenado a un año de cárcel por una segunda protesta similar, el 29 de octubre de 2018.
El cargo contra Movahedi, por subirse sin velo al monumento de la plaza Enghelab y agitar unos globos fue, nuevamente, "incitación al público a la corrupción y a la prostitución". Derafshan detalló que la joven fue una de las indultadas por el Líder Supremo con motivo del 40º aniversario de la Revolución iraní, pero que, por motivos que desconoce, las autoridades penitenciarias no han ejecutado el indulto. Tampoco se ha procesado aún su solicitud de libertad condicional, pese a que su caso puede acogerse a ella.