1 de junio de 2024.- Tras dos meses de caminar desde Tapachula, Chiapas, finalmente la mañana de ayer llegó a la Basílica de Guadalupe la caravana de alrededor de 400 migrantes originarios de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Colombia, quienes buscan cruzar a Estados Unidos.
Apenas tenían unas horas de tomar un descanso, cuando fueron retirados de las inmediaciones del templo del Tepeyac para ser trasladados –según dijeron las autoridades– a la caseta Ojo de Agua, en la carretera México-Pachuca.
Se trata de decenas de hombres, mujeres y niños –muchos de ellos en carriolas– soñadores en busca de mejores condiciones de vida. Sus rostros denotaban agotamiento y se apostaron bajo la sombra de algunos árboles para cubrirse del sol radiante, mientras algunos se alimentaban con comida enlatada, otros se quitaron los zapatos o sandalias que dejaron al descubierto las llagas en sus pies, al tiempo que tendieron cobijas sobre el piso para dormir.
A las 2 de la tarde, un grupo de personal del Gobierno de la Ciudad de México y de la alcaldía Gustavo A. Madero llegó con cinco camiones y al menos tres vagonetas para ofrecer a los indocumentados trasladarlos a ese punto carretero o a la salida de la autopista México-Querétaro, ya que "aquí no hay condiciones porque México tendrá elecciones", les dijeron.
Al principio, los migrantes respondieron que no se retirarían del lugar, ya que lo único que querían era descansar y continuar ellos mismos su trayecto al día siguiente. Sin embargo, tras la insistencia del personal del gobierno y la alcaldía con mensajes como: "órale, ya vámonos o se quedan solos", la mayoría de las personas, visiblemente agotadas y confundidas, abordaron las unidades y alrededor de las 4 de la tarde partieron con sus pocas pertenencias.
De acuerdo con las autoridades, el propósito fue "acercarlos en su recorrido hacia el norte del país", aunque a pregunta expresa no supieron explicar qué sucedería con ellos después de dejarlos en la carretera.
"Es el único lugar aquí (en la Ciudad de México) donde no nos han ofrecido comida ni agua. Apenas llegamos a descansar y de inmediato nos corrieron", expresó una mujer salvadoreña.
Los extranjeros denunciaron que no es la primera vez que se enfrentan a estas situaciones, pues en todo su recorrido han sido hostigados por elementos del Instituto Nacional de Migración.
Cuando la caravana salió de Tapachula, el pasado 25 de marzo, "éramos más de 5 mil personas, pero migración nos ha estado presionando todo el camino, maltratando a niños y mujeres, subiendo personas a los buses para deportarlos y sólo llegamos aquí 400", acusó José, proveniente de Honduras.
Cabe mencionar que no todos los indocumentados que se encontraban en las inmediaciones de la Basílica de Guadalupe decidieron irse en los autobuses; algunos –alrededor de unos 80– se dispersaron entre las calles de la colonia Villa Gustavo A. Madero, con la desconfianza de ser deportados.