Existe la expectativa de que el gobierno finalmente entendió las bondades de discutir, y de allí su rara convocatoria a la Constituyente. Sin embargo, hay muchas reservas con la vocación deliberativa del gobierno, y existen dudas de cómo un gobierno que no discute en su partido puede abrir una discusión en una constituyente.
Bien podría el gobierno comenzar a rescatar credibilidad con la discusión en su propio partido. Si el PSUV va a la Constituyente nariceado, sin saber a qué va, sólo comiendo línea de arriba, mal augurio tiene ese evento y oscuro futuro el partido, que seguirá diluyéndose, seguirá reducido al papel de ovacionar.
La discusión es imprescindible en estos momentos difíciles creados en gran medida por la falta del cuerpo a cuerpo de las opiniones diferentes. Sería bueno que la alta dirección del PSUV abriera una discusión sobre los puntos que siguen pendientes.