Hace
una semana señalaba que había sido un error que la mayoría de los
medios públicos guardaran un silencio de días a propósito del caso Pérez
Becerra, y destacaba como una honorable excepción la cobertura ofrecida
por La Radio del Sur.
Cuatro días después, Cristina González fue separada de la presidencia de
la emisora sin que mediara explicación alguna, según se desprende de comunicado suscrito por veinticinco trabajadores y trabajadoras de la radio.
Más
allá de las singularidades del caso Pérez Becerra, siempre he estado en
desacuerdo con el silencio oficial sobre temas de interés público,
convencido de que el terreno que conceden nuestros medios es ocupado por
los oportunistas y los demagogos. Así lo expresé, por ejemplo, en un
artículo de octubre pasado, Repolitizar los medios públicos,
en el que comenzaba por ilustrar dos situaciones muy frecuentes: en un
caso, el medio da voz al pueblo, pero éste se ve forzado a traducir la
línea oficial, cuando tendría que ser a la inversa; en el otro,
simplemente desaparece la voz popular, los sujetos populares son
invisibilizados.
No ha pasado mucho tiempo desde la última vez
que el propio Chávez cuestionara duramente, y de manera reiterada, estas
prácticas. Por ejemplo, el pasado 3 de diciembre ofreció una intensa y memorable clase magistral del papel que deben jugar los medios públicos:
"El pueblo que denuncie... Nosotros no podemos dejarle a la burguesía y
sus canales la denuncia del pueblo… El canal 8, Telesur, que proteste
el pueblo… Que nos interpelen delante del país. Y nosotros aquí estamos,
para ser interpelados y para dar la cara".
Guardando las distancias, La Radio del Sur
no hizo más que darle voz a quienes manifestaban su descontento o su
desacuerdo con la medida gubernamental, con razón o sin ella; a quienes
demandaban alguna explicación, a los que solicitaban alguna mínima
información, todos juntos superando con creces el reducido universo de
la izquierda marxista-leninista y sus derivados. Todo lo cual, debo
insistir, en un contexto de silencio oficial.
Ahora, al silencio
oficial de aquellos días se le suma la ausencia de explicaciones sobre
las razones que motivaron la salida de Cristina González. Una espiral de
silencio que no le conviene a nadie.
Estoy convencido de que aún estamos a tiempo de enderezar entuertos. Ya esto no se trata de Pérez Becerra. Se trata de discutir sobre qué medios públicos necesita la revolución bolivariana. Hemos perdido demasiado tiempo en mezquindades y ruindades.
La medida contra Cristina González puede ser reconsiderada. No es sólo
darle la cara al país, como decía Chávez en diciembre pasado. Seamos
capaces de vernos a la cara nosotros mismos, y discutir como
revolucionarios. Sin sectarismos. Es tiempo de unidad en la diversidad.
http://saberypoder.blogspot.com/