La prensa que no denuncia

En Venezuela, el control gubernamental sobre las noticias de prensa fue un problema que debimos encarar los periodistas y directores de medios en la época supuestamente libérrima de la conchupancia.

Para empezar, la radiodifusión estuvo limitada varios años a la modalidad AM, sin que existieran las emisoras FM, que arrancaron con Lusinchi cuando Blanca Ibáñez se reservó unas cuantas para su beneficio. Las emisoras tradicionales estaban bien controladas a nivel político y cualquier actitud izquierdosa era corregida de inmediato, bien con amenazas o con sanciones prácticas.

Las estaciones de televisión competían a ver cuál era más pitiyanqui para obtener la publicidad comercial de las grandes agencias operadas al estilo gringo.

Con todo y eso debo confesar que un poco de ingenio bastaba para decir muchas cosas y no había censura previa en la prensa escrita o hablada. CAP fue menos intransigente que Lusinchi, cuya secretaria privada no toleraba la menor crítica.

Por entonces, y aún ahora, la prensa de otros países que se las dan de tolerantes no decía ni ñé en materia política. En México, por ejemplo, sólo informaban sobre deportes, farándula y una que otra novedad inane.

Allá funciona perfectamente la autocensura, como acaba de suceder en el caso del terremoto, cuando no se reportó ni un solo muerto siguiendo la línea presidencial de restarle importancia a la tragedia para no alterar la visita papal.

Cada vez que leo las excelentes crónicas de la prensa colombiana me da la impresión de estar viendo la punta noticiosa de un iceberg cuyo enorme volumen informativo no sale a flote jamás.

En Estados Unidos, el Proyecto Censurado de la Universidad Sonoma de California -tal como lo ha hecho en 34 años- da a conocer las 25 noticias más escondidas (que no prohibidas) por los medios nacionales en el país de la libertad suprema.

Actualmente en Venezuela no hay noticias que no puedan ser transmitidas por los medios de comunicación masiva, salvo las que en todas partes constituyen delitos, como el vilipendio o las falsas alarmas.

Algunos se dedican a desestabilizar, pues tiraron la toalla ante la salida electoral.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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