Si la lucha de una persona por su vida en un quirófano fuera realmente una noticia de interés nacional, el diario El País habría publicado no menos de una docena de fotos del jefe del Estado español en la mesa de operaciones. ¿Les interesa a los españoles ver a su monarca entubado, agonizando, debilitado, ensangrentado, rodeado de médicos queriendo salvar su vida? ¿interesa en América Latina, con tan profundos lazos entre nuestros países? ¿y a Marruecos, cuyo primo reina en el país vecino? ¿o en las monarquías árabes? ¿y en las monarquías europeas? ¿les interesa a cualquiera de ustedes una foto en los medios de un pariente, un padre, un hijo, un hermano, una esposa, o de ustedes mismos, sedados, abiertos, poniendo el cuerpo para que la medicina intente reparar lo que se nos ha roto? Parece que no. Somos seres finitos, irreemplazables y, por eso, sujetos de dignidad. Las razones de El País para publicar esa foto son otras. No tienen que ver con la dignidad.
El titular de un periódico marca su punto de vista sobre el mundo. El 24 de enero, puestos a escoger, los responsables del país entendieron que era mejor una foto de un hombre entregado a sus ganas de vivir antes que una foto de las revueltas en Egipto contra los hermanos Musulmanes en el aniversario de la caída del régimen de Mubarak (portada del New York Times), o referir las exigencias de una mayor competitividad lanzadas por Angela Merkel a sus socios europeos (Frankfurter Allgemeine) o la liberación de una francesa detenida y encarcelada en México tras un dudoso juicio (Reforma) o la colaboración europea a la nueva masacre en Malí celebrada por Hollande (Le Monde). El país prefirió dejarse llevar por un amarillismo propio de otros lugares. Situarse fuera de escena. Ob-scena. Con esos ejercicios, El País al periodismo lo que un médico, que acompaña con sus conocimientos, a un ejercicio de tortura. Además, el día de San Francisco de Sales, patrón de los periodistas. ¿Por qué no, puestos, elige El País otro día para celebrar su periodismo de raza? Propongo el 17 de enero: ese día la señora Teresina dio a luz a Al Capone.
Lo insultante de la foto de este diario “de referencia global en español” no es tanto la metedura de pata de comprar una foto falsa (les pudo la sed de sangre). Tras los sucesivos expedientes de regulación de empleo, ya hay demasiadas responsabilidades en manos de becarios que, incluso, están pagando por trabajar y que van protagonizando crecientes escándalos (por ejemplo, plagios de otros trabajos, como ocurrió recientemente con la denuncia de un periodista de La Vanguardia que vio un artículo suyo plagiado en El País o fallos en los controles de calidad). Igualmente, los periodistas están siendo sustituidos por pseudoagentes de inteligencia que solamente saben valorar si una noticia perjudica o beneficia a sus enemigos de negocios. Lo grave, más allá del error, es la voluntad política (política, no nos engañemos) de publicar una foto que, en su lectura, podía producir efectos que van en consonancia con la línea de un periódico que entre el 11 y el 13 de abril de 2002 se alegraba de la destitución del “dictador Chávez” y se mostraba eufórico por el triunfo del “presidente Carmona”.
Hemos conocido que el diario El Mundo rechazó la foto. Pero que nadie se engañe: ese diario, al servicio del más neoliberal de los vectores del partido, no lo hizo por ninguna ética periodística (carecen igualmente de ella), sino porque vieron que era falsa. El mismo director, Pedro J. Ramírez, hizo gestiones previas para publicarla. Escribió en un twit: “Una agencia nos ofrece esto. Piden 30 mil”. Le digo a Iñaki: “No me gusta pero pide los detalles de dónde, cuándo y cómo está hecha…”. Si la foto hubiera sido real, la dudosa gloria le hubiera correspondido a El Mundo. Hace tiempo que los periódicos dejaron en buena parte del mundo de ser tales para convertirse en empresas de medios de comunicación al servicio del poder empresarial y financiero y de sus intermediadores: los partidos de gobierno. Agencias, periódicos, televisiones, radios…Un entramado al servicio del mantenimiento del statu quo. Los presidentes, de cumbre en cumbre, los pueblos, de valle en valle, y los medios de vileza en vileza.
Es indudable que este “pelón” de El País sirve para que otros periodistas se rasguen las vestiduras, especialmente los damnificados por los últimos despidos del grupo Prisa. Pero resulta bien difícil que de esos antiguos mimbres salgan nuevos cestos. Los medios generalistas en España llevan demasiado tiempo alimentando un régimen con tintes cuando menos autoritarios (monarquía, bipartidismo, expolio medioambiental, neocolonialismo, desempleo, desahucios, elitismo educativo, influencia eclesiástica, censura mediática, tortura, pérdida de derechos…). Cierto es que se están intentando levantar proyectos mediáticos que devuelvan la dignidad al periodismo (La Marea, Diagonal, Público.es, eldiario.es, Alternativas Económicas), pero aún necesitan tiempo. Leer la prensa europea es, a día de hoy, una invitación a la prudencia. Cada vez que vean ustedes en los medios europeos una información terrible sobre algo que “ha ocurrido” en América Latina (en especial en Venezuela) pregúntense qué estarán tratando de ocultar o qué intenciones tienen detrás.
El país entendió que una foto de un ser humano agonizando iba a servir para debilitar las convicciones de un pueblo comprometido con su Presidente. Ese mismo día, 23 de enero, el pueblo estaba en la calle vestido de rojo. Corazones contra letras mal puestas, vida real contra fotos trucadas.
Publicado en Ciudad CCS
Profesor. Facultad de Ciencias Políticas. Campus Complutense de Somosaguas. Madrid, España