odas las teorías sobre Mario Silva y su programa la Hojilla son intentos por explicar, justificar, mediar, un tema muy incómodo para la revolución, es un asunto impopular que no tiene nada que ver con la lealtad, lo que se escribe sobre este tema no debe contener comentarios light, tampoco, es una cuestión de disciplina partidista, este asunto nada tiene que ver con estos temas porque el presidente Maduro y el pueblo están conscientes que hay que combatir el burocratismo y la corrupción por eso el nombramiento de una comisión secreta para identificar y erradicar estos males que son un verdadero freno para el crecimiento de la revolución.
Parecería que estos temas del burocratismo, la corrupción, la mediocridad en la gestión tienen sus cómplices en la indiferencia ciudadana, se los pasa por alto una vez conversados, publicados, no es un problema grave se entendería pero resulta que la lealtad, la solidaridad, la camaradería está deteriorada, hay un escaso convencimiento de la importancia por romper la actual indiferencia que merman la eficacia de la actividad pública.
Cada uno camina por su lado sin importarle lo que pasa en la revolución, se pensaría que con la actividad de acudir a las urnas la participación del pueblo está dada, claro, se protesta en el momento de los tramites, las quejas se trasladan al almuerzo y cena familiar hasta ahí llega el asunto, después, la desmemoria del pueblo es un don aprovechado por el funcionario, y con el cuento de que la ropa sucia se lava en casa la negligencia, la indiferencia, tienen sus cómplices y así pasa la vida…cuando es necesario revertir este enorme problema que ya alcanza tintes culturales.
Es verdad tenemos derecho a seguir como idiotas revolucionarios light pero eso es peor para nuestra revolución, no tengo certeza para decir si estamos a años luz de un verdadero socialismo lo que sí puedo afirmar es que proclamamos brillanteces y puras pendejadas que alimentan a la oposición y la revolución queda con la reputación atrofiada porque no damos un verdadero tratamiento a los estúpidos enquistados en el burocratismo que sostiene la corrupción.
Una antigua metáfora europea dice “la lengua es como una espada en la boca” las rapsodas que cantaban por las aldeas conocían la capacidad que tiene la lengua para causar daño, en América Latina fuera del típico chisme decimos “cuando el rio suena piedras trae”, es decir, en el asunto de Silva existe el beneficio de la duda, sin embargo, con esa publicación se hizo mucho daño a la administración de Nicolás, se hirió políticamente hablando a quien demostraba la manipulación mediática de Washington y la oposición.
La infiltración de la CIA a Mario le causó daño, no importa si su salida del aire es por precaución médica, por estrategia hasta que pase más agua por venezolana de TV o hasta que la desmemoria del pueblo haga su trabajo, no importa porque la duda está ahí, pero, que pasa si Mario en algunas supuestas cosas expresadas tiene razón.
La comunicación no pertenece solo al ministro Villegas o al presidente Maduro, la comunicación le pertenece a toda la sociedad que cuestiona los actos de corrupción, la influencia política y material de la que hacen gala algunos funcionarios escondidos en el burocratismo indiferente al desarrollo de la revolución, sectarios e individualistas sin convicción de un verdadero cambio.
Al reflexionar sobre la gestión del tren ministerial se nota a funcionarios con mucho peso político sobre otros por la amistad con Chávez, hoy con Maduro, esta situación trasmite sentido y nos relaciona con la realidad, con la lógica y con la estupidez porque ello establece los límites para los nuevos ministros, para las bases, para la comunicación y para el poder del pueblo.
La participación popular no debe vivir agazapada en las viejas tradiciones de una nueva elite o de los mandos medios que cao tizan la revolución pintando fachadas neoliberales, la revolución chavista no puede seguir en la utopía, proceso sumido en la anarquía del acaparamiento, de la especulación, de la violencia, de la ineptitud, esto es un atraso para el sentir del pueblo, esta revolución poco se parece a la libertad, soberanía, pensamientos que proclamamos.
Con trágica persistencia vemos como el burocratismo, la corrupción, la violencia, la ignorancia, el conformismo, la mediocridad y la indiferencia se han sucedido unas a otras cada vez que se posesiona un nuevo ministro, ministra, gobernador, gobernadora, alcalde o alcaldesa, ser nuevo en sus funciones es su constante justificación, el resultado, un caos dominante que no desaparece y no desaparecerá de continuar con el espíritu de cuerpo en los diferentes poderes especialmente en el ejecutivo.
La radicalización de la revolución es una consigna que se impone para matar al burocratismo, a la corrupción y a la desidia, nos permitirá ver algunas señales esperanzadoras para una Venezuela más equitativa y equilibrada para construir el socialismo y abastecer al pueblo con decisiones encaminadas a que se reviva la contraloría social y para que la sociedad participe en esa comisión secreta creada por el ejecutivo para combatir la corrupción y el burocratismo.
Comunicación revolucionaria supone recibir críticas, argumentar críticamente, trasmitir ideas, sugerir, estar abierto a la opinión de los demás y demandar que esta opinión trascienda los límites para el debate público en lugar de silenciarlos, es importante que lo encontrado hasta ahora en temas de corrupción, burocratismo, ineptitud, se abran a la perspectiva de muchos decires.