¿Cuando el señor Leopoldo Castillo (Globovisión) habla, vocifera, elucubra, juzga y cuestiona…, detrás suyo, quién está?... Entre otros, Nelson Mezerhane, capitalista banquero, hotelero y mediático; Guillermo Zuloaga, latifundista caraqueño, empresario eléctrico y rancio burgués; y Alberto Federico Ravell, el más chiquito de todos, pero por ello mismo el más arrastrado y atorrante. Devino empresario por sus posiciones ocupadas en los gobiernos adecos de la IV República, cabalgando sobre el prestigio político de su extinto padre.
¿Cuando Miguel Ángel Rodríguez (RCTV) vomita, a quien responde?... Entre otros, a la familia Phelps, entronizados potentados de Caracas, de esos que surgieron a la vera de los negocios con el Estado (dictatorial ó seudodemócrata); y al señor Marcel Granier, un hijo de comerciante devenido en magnate por sus oscuros manejos; y en cierto modo a los nodos familiares Bottomme y Tucker; estos últimos dueños del colegio privado “Iutirla”, centro mayor de la conspiración durante el “desmadraje” de los años 2001, 2002 y 2003.
¿Cuando Carlos Fernández (Televén) se tritura los dientes maldiciendo al Ché Guevara ó desguazando la dignidad de la revolución bolivariana, quién lo aplaude detrás de cámaras?... Bueno… Nada más y nada menos que los señores Omar Camero Zamora y Tobías Carrero Nácar. El primero, famoso por el escándalo aquél de los “jeeps” de Jaime Lusinchi, quien pudo amasar fortuna por sus “favores recibidos”; y el segundo, un banquero y potentado de ingrata memorización por sus asociaciones corrosivas con el señor Luis Miquilena. Baste recordar la empresa “Micabú” (Miquilena-Carrero-Bujanda), que habiendo sido constituida en el tránsito Chávez insurrecto-Chávez Presidente, terminó en un escándalo de marca mayor del cual lo salvaron sus propios adláteres del más alto tribunal de la república.
Y volviendo al tema de los periodistas, así mismo pasa con Isa Dobles, Napoleón Bravo, Marta Colomina, “Mingo” Blanco, Ybéyise Pacheco, Raúl Ballesteros, Idania Chirinos, Nelson Bocaranda, Nitú Pérez Osuna, Róger Santodomingo, Marianella Salazar, Antonio Sánchez García, “Charíto” Rojas, William Echeverría, Berenice Gómez Velásquez, “Kico” Baustista, Luisana Ríos y páre usted de contar…
Es decir…, uno los vé a ellos reporteando, moderando programas, opinando a diestra y siniestra, etc., y parecieran “mansas palomas en el regazo del jardín”, pero lo que llevan por dentro es el veneno puro. Son especialistas en el lloriqueo; aquél mismo que le vimos a la actriz Estrella Castellanos cuando Liliana Hernández le montó el show de que los chavistas la habían violado saliendo del Centro Plaza. Se ufanan de libertarios de la expresión, jurados demócratas y reverenciales adeptos de los derechos humanos, pero cuando dicen o hacen algo que a su “patrón” no le gusta, terminan engrosando la misma lista de “Mingo” Blanco: Todo su “jalabolismo” a Ravell, Mezerhane y Zuloaga no le sirvió ante la “honra manchada” de Henry Ramos Allup (¡Gran poder de Diós!...).
Todos, sin excepción, se enfilaron contra este sufrido pueblo cuando el golpe fascista; el paro criminal empresarial; la traición petrolera; los allanamientos, torturas y persecuciones post 11de abril; y las guarimbas. Pero hicieron algo peor: Descorcharon champaña frente al silencio informativo de los (sus) grandes medios, gozando una y parte de otra cuando ese perverso mecanismo antihumano permitió la más cruel represión en las calles de Caracas. ¡Ninguno, pues, tiene derecho siquiera a hablar en este país..., que sigue siendo generoso y “huevón” por los pecados perdonados!...
Ahora bien…, estos grupos económicos no son, ni por asomo, la gran burguesía caraqueña, que ya “enlistaremos” en un próximo artículo. Los “amos del valle” son otros; que por cierto no se retratan en televisión, no les gusta aspirar a Fedecámaras, ni aceptarían jamás que sus hijas compitieran en el Miss Venezuela. Estos –los mencionados arriba- son sólo “sigüices” del gran capital, que hacen muy bien su trabajo rastrero
Ello implica, camaradas, que debemos alertar al pueblo frente al “palangrismo” mediático; es decir, frente a una camada de periodistas, opinadores, reporteros y conductores que sólo son, a decir de William Lara, “marionetas parlantes” de los intereses de la burguesía apátrida venezolana. Y aunque pudiera sonar a “lugares comunes”, esto es la verdad y nada más que la verdad. Ni son demócratas, ni creen en la libertad de expresión, ni respetan los derechos humanos. Son una escoria (y excúsenme lo duro de la expresión) de las más baja ralea proyanki; quienes mañana volverían a celebrar con Cisneros, Mezerhane, Camero, Ravell y Granier, que este país se vaya a la mierda “por voluntad del imperio -ya no- español”.
¡Vayámos, pues, al gran frente antipalangre venezolano!...; porque una cosa es cierta: Ninguno de estos “periodistas” es millonario o pertenece a oligarquías “vendepatria”, péro ¡qué bien le hacen el trabajo!...
jeramedi@yahoo.es