Cuánto compadezco a la señora madre de ese abominable ser capaz ofender la memoria de un angelito. De ese nauseabundo mundo de falsedades y vilipendios que es hoy el periodismo de oposición no pueden sino salir alimañas del calibre del fulano azócar. NADA en su vida debe haberlo llenado de amor, NADA. Ni siquiera su patética esposa parece haber podido sanar semejante vil espécimen, es un enfermo crónico poseído por el demonio del odio.
Que contraste de mujeres. Una, defendiendo el amor más grande que mujer alguna puede tener; otra, haciéndose cómplice de un asqueroso cobarde que viéndose atrapado en su aborrecible crimen sólo atina a mascullar: “yo lo sé”. Así selló Pilatos la muerte de Jesús. Criminales de la calaña del tal azócar son actualmente los héroes de una clase política corrupta capaces de las más grotescas canalladas, ya la ibeyise pacheco nos lo ha demostrado también. En su avieso afán por vender sus miserias y mantener a sus adictas audiencias sumidas en el odio, estos patanes jamás se darán por satisfechos.
Cuál irracionales bestias los vemos privados de humanidad, ni siquiera un ángel escapa a sus infamias. Pero más allá de estos delincuentes del “periodismo” siempre habrá una aguerrida madre como nuestra Iris Varela. Una sola como ella basta para acallar a un millar de azócares. Una sola como ella será siempre digna defensora de todos quienes fuimos tiernamente arrullados por los calurosos brazos de una madre. ¿Sería esto lo que le hizo falta a la bestia-azócar, o es simplemente uno de esos seres como Herodes? ¿Tendrá hijos el fulano? “Quien tiene un hijo tiene todos los hijos del mundo”, nos enseñó el poeta.
No conoció a la bestia-azócar. ¡Que lúgubre hora para las madres venezolanas, pero que glorioso día para los hijos de nuestras valientes mujeres revolucionarias! Vaya hasta ti todo mi amor, camarada Iris, has reivindicado a todos quienes hemos sentido el tierno abrazo de una madre.
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