Quizás esté en los planes del dictador de Colombia mandar a revisar las computadoras, que supuestamente eran del Comandante Raúl Reyes, para ver si puede descubrir que el fracaso del Plan Terrorista Anti Campesinos e Indígenas, haya sido un complot del presidente Chávez y de todos sus lugartenientes presidentes y presidentas distribuidos por toda América latina.
Se cayó el Plan Colombia, porque originalmente fue concebido como un plan genocida para perseguir, encarcelar, desaparecer y asesinar a campesinos, luchadores sociales, indígenas y políticos que se oponen al régimen de Álvaro Uribe.
Muchos dirigentes populares sufrieron con sus familias las consecuencias de un plan terrorista para eliminar todo aquello que se pudiera considerar un obstáculo a las pretensiones de la narcopolitica impulsada desde el Palacio de Nariño por el Sr. Uribe y todo su tren ministerial. Solo ahora el gobierno norteamericano de George Bush, se está atreviendo a reconocer que ellos mismos crearon un monstruo, como agenda para limpiar a Colombia de todo lo que les pareciera comunismo, socialismo, bolivarianismo o chavismo.
Se le cae el mundo, en estos precisos momentos que la Administración Bush, fue derrotada contundentemente por la candidatura presidencial, no menos peligrosa hasta ahora, de Barack Hussein Obama. Le deja el Sr. Bush, una herencia bastante complicada al Sr. Obama. Nada más que le deja una Latinoamérica integrada y resuelta a no seguir siendo el patio de nadie y un gobierno colombiano comprometido hasta la saciedad con los paramilitares y los narcos traficantes. Es justo hacer notar que el negocio más prospero de la oligarquía colombiana es precisamente el negocio de la droga.
El panorama no se presenta fácil para la nueva administración Obama en Colombia y en toda la America latina, porque Obama tendrá que decidir si sigue apoyando al dictador parapolitico y narcopolitivo de Colombia o si continua en una predica contra el comunismo y el socialismo que justifique su apoyo a dictaduras y narcogobiernos represivos y asesinos.
El panorama tampoco se presenta fácil para Uribe, porque pierde a su más grande mentor y financista, el incapaz de Bush. También el Tratado de Libre Comercio está pendiente de un hilo y esto traería una catástrofe a la propuesta Neoliberal que defiende ciegamente don Alvarito.
Este es el momento para que las organizaciones populares de Colombia se organicen en Pro de una verdadera unidad, para acabar de una vez por todas con las pretensiones del dictador de la Casa de Nariño de perpetuarse en el poder y seguir entregando a Colombia en las manos de las trasnacionales de la droga.
Es hora de derrotar a esa oligarquía colombiana que ha hecho del negocio de la droga su gran negocio, estableciendo así una peligrosísima narcoligarquia que se ha apoderado del gobierno colombiano por instrucciones de las administraciones de los diferentes gobiernos norteamericanos.
Se cayó el Plan Colombia, porque era un método terrorista y mediático para implicar a los grupos sociales y populares de Colombia en supuestos ilícitos que tenían que ver con la droga y las masacres, escondiendo así la verdadera negociación que se hacia a través de organizaciones financieras y comerciales colombianas y trasnacionales, apoyadas por la DEA.
Desde un principio el Plan Colombia, fue concebido como plan terrorista-militar-mediático, para encubrir con ayuda de la prensa nacional e internacional las matanzas de campesinos e indígenas, con el único propósito de arrebatarles sus tierras e implicar a las fuerzas guerrilleras de estos asesinatos.
Este fue un plan bien organizado por la administración Bush, para seguir manteniendo una especie de guerra fría continental, a una escala menor que justificara sus ambiciones personales y familiares de apoderarse de los recursos naturales de nuestro continente.
El Plan Colombia, fue la mejor oportunidad para que los Estados Unidos pudieran traer mercenarios, bajo el nombre de contratistas, que eran utilizados en la coordinación de las matanzas de campesinos, indígenas y dirigentes políticos y sociales en Colombia, sin necesidad de poder implicar a las fuerzas militares norteamericanas. Todos esos contratistas son exmilitares norteamericanos y de otras nacionalidades, todos agentes de la CIA.
Muchos altos y medianos funcionarios de la actual dictadura colombiana, son agentes activos de la CIA. Reciben pagos por informar a los grupos paramilitares todo lo concerniente a las acciones que den como resultado la aniquilación de gente en Colombia que se opone a las pretensiones de Uribe a perpetuarse en el poder.
Se cayó el Plan Colombia, ahora la Administración Obama tendrá que reconocer que el gobierno de George Bush, financió con dinero público norteamericano la ejecución de miles de colombianos y colombianas, llevando operaciones militares y paramilitares que ubican al estado norteamericano en calidad de cómplice de crímenes contra la humanidad.
¿Dónde está el Juez Garzón y los defensores de los Derechos Humanos de la OEA?
Todavía no hemos olvidado el crimen que cometieron las fuerzas públicas colombianas al usar impunemente los símbolos tan propios de instituciones como la Cruz Roja y la Media Luna Internacional.
¿Dónde esta la SIP?
El ejército colombiano utilizó sin ninguna autorización los emblemas de medios de comunicación, comprometiendo así la seguridad, integridad y vida de muchos periodistas.
Se cayó estrepitosamente el Plan Terrorista Colombia, porque desde sus inicios representó la cultura de la muerte y fue el brazo ejecutor de asesinatos de miles de colombianos y colombianas. Se cayó porque fue el Plan de muerte que pretendió imponer con la violencia los gobiernos Pro imperialistas y genocidas en America latina.
¡El Pueblo Nunca Olvida!
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