Al momento de redactar mi columna semanal sigo esperando, con optimismo y paciencia, que el presidente de Venezolana de Televisión, Yuri Pimentel, me informe si podré ejercer o no mi derecho a réplica en el canal del Estado, para responder a los distintos comentarios que ha generado tanto mi artículo de la semana pasada, “Manual para callar a Globovisión”, como mi participación en el programa “Entre periodistas”, transmitido diariamente por Televén.
En el programa “Dando y Dando”, que conduce la colega Tania Díaz se hicieron no pocos comentarios en torno a mi escrito, y la profesora Cristina González, directora de YVKE Mundial, se permitió faltar a la verdad al responder a algunos señalamientos que yo formulé con respecto al rol que actualmente cumplen no sólo Globovisión sino también los medios del Estado. Pues bien, pasadas más de 72 horas de mi conversación telefónica con Yuri aún no hay respuesta. No obstante, sigo esperando.
Pero también en el programa “La Hojilla” su conductor se dio a la tarea no sólo de repetir buena parte de lo que fue mi intervención en Televén, cosa que hace especial y sospechosamente con la programación de Globovisión, sino a lanzar contra mi persona no pocas latas de estiércol, como es costumbre ya en este personaje, tan adulador ayer de “don” Armando de Armas, como lo llamaban en vida sus hombres de confianza, y hoy del presidente Hugo Chávez.
A ese sujeto no le doy el poder de alterar mi tranquilidad con sus sandeces pseudo revolucionarias y su auto asignado rol de perdonavidas. Pero, por respeto al pueblo venezolano, me gustaría, más que responder a sus purulentos comentarios, ir al fondo del debate que sobre los medios públicos y privados tiene que darse en este país. Debo señalar como un hecho significativo que las páginas de Aporrea.org, portal que por cierto está cumpliendo siete años, sí se han abierto para que las voces más diversas dentro de ese conglomerado político y social que respalda al proceso de cambios manifiesten sus opiniones con total libertad. Algunas opiniones han sido radicalmente opuestas a mis ideas, y no pocas cargadas de ataques personales. Otras con contundentes coincidencias frente a lo que he venido expresando con respecto a mis apreciaciones sobre los medios públicos. Pero ese es el debate. Así tiene que ser.
Lo otro es atrincherarse en un programa, como cualquier loco con cañón, como dijo el Presidente, y dedicarse a lanzar basura contra quien no le haga culto a la adulancia y exprese visiones críticas. Insisto en que más que promover o aplaudir el cierre de Globovisión la principal tarea de los medios del Estado es darle cabida a la diversidad de opiniones que hay en el país, incluso en el campo de los factores que apoyan críticamente o no al Jefe del Estado. Y también, no està de más insistir, en abrir estos medios a sectores populares y sindicales que exigen, con razón, sus derechos, entre otros el de poder expresar sus quejas y reclamos. Les aseguro que la mayoría de ellos quiere hacerlo a través de VTV o Radio Nacional. Y si en la mayorìa de los casos van a Globovisión es porque no tienen más remedio. No por otra cosa.
Si, como dijo el ministro Cabello, se trata de desterrar el latifundio radioeléctrico, por muy mal camino andamos si lo vamos a sustituir por caporales de la información, prestos para impedir, bajo cualquier argucia, el libre debate de las ideas. Tan dañino para la sociedad son medios que incurren en la desinformación, como bastante lo ha hecho Globovisión, y medios que pretenden anular la diversidad y consagrar como delito el debate, la crítica y la denuncia, como lamentablemente ocurre en buena parte de la programación los medios estatales.
