El silencio de la mentira….

Eso ha llegado después de muchas horas, de muchos días, de muchos meses y muchos años de espera por parte del que, envuelto en ese ambiente, por una u otra razón, siempre espero ese momento en que el poder del pueblo, el poder del gobierno, el poder del estado se manifestara de la forma lógica, de la acción elemental hacia la igualdad posible, pero esencialmente hacia la oportunidad colectiva que se hoy se pregona en cuanto a la posibilidad de manifestarse, de ser propietario también, de difundir ideas e informaciones veraces e instructivas.

Así como hasta ayer unos pocos dominaron todo el espectro del país, economía, militar, social, salud, servicios, comunicaciones, educación y cualquier actividad humana que apareciese sobre la faz del territorio, hasta la de escribir la historia a su mejor forma de entender, de arrojar al olvido o mantener en el ambiente un nombre o una acción que indicara que eso era lo necesario o imprescindible, hoy lo siguen haciendo a pesar de que somos muchos los mas y ellos menos proporcionalmente pero si los que manejan la fuerza que da el dinero para hacerlo.

Durante todos estos últimos 58 años escuchamos en la radio solo lo que el dueño del medio a querido se difunda; durante ese tiempo o menos, desde cuando salió la televisión al aire solo hemos visto lo que ellos han querido que observemos y hasta lo convirtamos en una verdad. Por igual, durante ese largo tiempo de dominación, de dictadura mediática orientada por los grandes medios internacionales que no son de un suelo dueño pero tampoco de muchos, ese poder ha aumentado porque ellos han puesto y seguirán poniendo las reglas del juego, es decir, han globalizado su accionar. No ha cambiado nada solo que en este momento estamos más indefensos ante ese poder.

Desde el 1999 hasta hoy ha sido demoledor el ataque contra el ciudadano con la guerra asimétrica, con el miedo utilizado como un misil teledirigido, con la desinformación constante y pertinaz, a través de esos medios que solo tienen una dirección y que no son rebatibles, que no es posible una réplica, que solo consigue confirmaciones a través de opiniones de individuos abiertamente adosados a esa acción. Son cientos de emisoras de radio, televisoras y prensa escrita donde el común de la gente no puede opinar y aquellos que tienen la oportunidad representan un mínimo con poca incidencia en la conciencia de los escuchas, de los lectores y de los usuarios de la televisión.

Pero llego lo esperado. La aplicación de la ley, que debe ser igual para el especulador con el alimento, con los carros, con los servicios como el correo, o las telecomunicaciones, con el servicio de comidas en restaurantes y kioscos, para el que vende el queso o la azúcar en la calle a precios fuera de la regulación.

Llego el momento donde no existen dobles discursos o ambivalencias y la norma es utilizada taxativamente y comienza con ello el ataque contra la impunidad y el poder en manos de esos pocos. Llego el momento en el cual el ciudadano, el hombre o mujer de a pie, el que ha estudiado, el que se ha preparado debe manejar los espacios de conciencia que apoyen estas medidas en contra de la mentira y la manipulación y el gobierno ejecutor de las medidas establezca o señale el mejor camino para el manejo de esos espacios de poder que dentro de la legalidad le han sido confiscados al eterno enemigo de la humanidad.

Que esos medios que nazcan con un ductor diferente nos indiquen la búsqueda del conocimiento cierto, veraz, que permite crecer, que obliga a actuar con una realidad en toda su extensión y que le permita al hombre tomar la mejor decisión. La decisión de hacia dónde ir, pero una decisión que se toma a conciencia, ya sea hacia la izquierda, hacia la derecha, hacia adelante o hacia atrás, porque esa es una posibilidad de acción de cada individuo.

Esa mentira sempiterna, definitivamente tiene que seguir apagándose y los que manejan los molinos del viento para que ello suceda tienen que trabajar con tanta fuerza como para que no quede una semilla detrás de ese camino emprendido.




ajvmederico@hotmail.com


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Antonio Valdéz Mederico


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