Desde hace tres años que vivo en la urbanización Manoa, en San Félix, Estado Bolívar, jamás he visto un operativo de MERCAL o PDVAL en nuestra urbanización; no se si por estar en año de elecciones, La Alcaldía de Caroní en coordinación con PDVAL, decidieron llevar a cabo en el estadio de béisbol menor de Manoa, un operativo de alimentos; a las 5 y 30 a.m. estaban algunos compatriotas de la urbanización en la cola. La poca comida que se vendió (azúcar, caraotas, leche, un poco de carne y pollo), comenzó a venderse a las 9 y 30 a.m., muchas personas se marcharon de tanto esperar y este servidor, se quedo en su cola, viendo como se atendían a los amigos y como se maltrataba a un pueblo; a las 10 y 30 a.m. no había carne y el pollo alcanzaría para unos cuantos; en otras palabras lo que se monto fue un circo, solo pudieron comprar los productos mencionados un grupo como de 50 compatriotas. En plena cola me preguntaba, que hubiera pasado si por los menos el 50% de los habitantes de Manoa (por lo menos 15 mil personas), hubieran asistido a este llamado de estas instituciones públicas, me imagino el conflicto que se estaría presentando.
Este servidor conversaba con ese pueblo de a pie, que con lo poco que ganan y la especulación reinante buscan en estos operativos un poco de alivio a sus necesidades pero lo que consiguen es desamor y decepción. En clases de Doctorado en Ciencias Económicas de la Universidad de la Habana, conversábamos sobre los costos no monetarios y su influencia en el costo total de los productos; el esfuerzo de este pueblo, al levantarse temprano, estar parado en un sol más de tres horas, sufrir el maltrato de quienes se creen amos de los operativos y que bajo la excusa de poner orden, atienden a sus amigos primero y ofenden a un pueblo que les dice que no tienen moral para dar ordenes cuando ellos son los primeros desordenados, llegan tarde y sin el producto. Una señora decía: “solo pude comprar dos pollos, caraota y azúcar, son las 11 a.m. y debo salir corriendo en un taxi al mercado para comprar los demás productos, lo que me ahorre aquí no me sirve para nada, ya que el tiempo invertido y el esfuerzo que hice al levantarme a las 5 y 30 a.m. no compensan los cuatro productos que encontré”. Como ellas hay miles de compatriotas que consideran que los precios no monetarios que pagan por comprar algunos productos ya sea de mercal o pdval se reflejan en un costo total mayor en comparación al precio de los productos comprados en los intermediarios privados, muy a pesar de pagar un precio monetario superior por dichos productos; ¿A que se debe esto? La respuesta está cuando miden los costos no monetarios, estos son sumamente inferiores a los que paga en los operativos o los módulos de mercal, en especial el costo de la humillación, que a mi entender no tiene precio.
No me queda duda estimado Presidente que estos costos no monetarios serán los que hablen en Noviembre, por lo que llamar traidores a los que se quedan en casa sería otra humillación más, ya que los verdaderos traidores están dentro del proceso.
ESTE NOBLE PUEBLO NO MERECE QUE SE LE HUMILLE DE ESTA MANERA ESTIMADO COMANDANTE.
Nota: me quede en la cola hasta las 10 y 45 a.m., no compre nada, me dije dentro de mí, deja lo poco que queda a quienes más lo necesita aunque se que la especulación también afecta a este servidor. El pueblo a pesar de las vejaciones a las que son expuestos, sus necesidades hace que bajen la cabeza. ¿Cosas de la revolución?
(*)Profesor
Universidad de Guayana
Experto en Mercadeo
henryantonio@cantv.net