Las cajas vendidas a precios subsidiados por la Fundación de Desarrollo Endógeno Comunal Agroalimentario FUNDECA, con un costo solidarios de Bs 6 mil y distribuidas a comunidades y urbanismos los fines de cada mes no llegaron a tiempo, debido a "un fuerte retraso” según lo indica un mensaje transmitido a través de las redes de comunicación virtual.
El día de ayer, en medio de la gran inflación, causada por una destemplada subida del dólar, se les informó a las comunidades que no recibirían las cajas aún, sin informar cuando serán estas entregadas, lo que generó un gran malestar porque ya los víveres para la debida alimentación escasean o simplemente ya no tienen alimento en reserva para el consumo. Y aunque la caja no suple las suficientes necesidades calóricas por su ausencia de proteína animal, que vienen en lata, alivia en gran manera la carga presupuestaria porque la escalada del dólar al llegar a Bs 23 mil ha sido brutal para el bolsillo de los trabajador#s quienes ya no hayan que hacer con un sueldo que no llega a los 2 dólares. En estos casos no hay bonos que valgan, los cuales por cierto llega a un grupo seleccionado de forma aleatoria y no es percibido por la mayoría de los venezolanos que hoy se encuentran al borde de una hambruna por no poder tener acceso a la canasta alimentaria que según el Cendas-FMV en el mes de julio se ubicó en 3.247.472,13 Bolívares y ya para finales de agosto podría doblar esa terrible cifra de los insumos necesarios para la vida.
Ayer jueves, el drama se reflejaba en los rostros de los consumidores que andaban como dando tumbos en un recorrido absurdo, donde muchos comerciantes suelen aprovecharse de la circunstancias y otros esgrimen que no pueden adquirir y reponer las mercancías por la inestabilidad del bolívar frente al dólar .que cada día se devora el presupuesto familiar. Para poner un ejemplo, un kilo de tomate oscila entre 30 y 40 mil bolívares, un paquete de harina de maíz, que por cierto ya no viene en las cajas, si acaso un solo paquete; cuesta entre 18 y 20 mil, el kilo de azúcar 25 mil, un cartón de huevos de 55 a 60 mil, un paquete de papel higiénico de cuatro rollos en 60 mil, un kilo de carne vale entre 40 a 50 mil, el kilo de bofe va de 10 a 20 mil, la sardina subió entre 5.500 a 7 mil, un frasco de mayonesa 35 mil, una botella de aceite entre 25 y 40 mil, dependiendo de la marca. El alimento para los felinos aumentó descaradamente y un kilo de gatarina subió a 80 mil bolívares y en algunos sitios mas de esa cantidad.
Una señora que no quiso identificarse, cuando se enteró del retraso en la entrega de las cajas, dijo: “Ya no sé cuanto mas podemos resistir y es que el hambre no espera, la barriga no entiende esas vainas” dando la vuelta con una semi sonrisa dibujada en sus labios resecos y su mirada que reflejaba una angustia que se ha hecho ya persistente en la población venezolana. Otra señora de marcada oposición al gobierno manifestó: “Aunque es una humillación a las que nos someten, no puedo negar que necesito la caja, porque el sueldo no me alcanza”. La mayoría necesita la caja, sin embargo no se sienten satisfechos por la cantidad y calidad de los productos, sobre todo se quejan de la leche que no tiene un buen sabor y no presenta fecha de caducidad; en cuanto a la pasta muchas de ellas no tiene impreso en los paquetes el peso por unidad.
En las cajas pasadas, de julio, la lenteja importada de Colombia, llegó sucia y con manchas negras en los granos. También se quejan por que no está llegando suficiente harina de maíz, ni azúcar, caraotas negras ni atún o sardinas. Lo único, manifiestan es que ahora ponen mas arroz que ayuda bastante a completar la dieta básica. Hoy sábado, día de compras, la gente se someterá de nuevo a este estrés por buscar algo para comer, pues cada fin de semana es un calvario al ir a los mercados a disputar una batalla que desde el comienzo ya la tienen perdida frente a una economía fría e indolente, dolarizada, contra exiguos salarios en bolívares.
Todo el mundo quiere dólares y los billetes de 100 aparecen por montones en el piso de las calles, como un claro mensaje de desprecio a nuestro golpeado bolívar. Y hasta el gobierno que opina lo contrario, abrió oficinas para captar las remesas que se envían desde el exterior. Y en referencia a la señora, el estómago tiene un reloj que golpea tres veces y no sabe de retrasos ni de esperas.
El pueblo quiere que las cajas sean distribuidas en el tiempo reglamentario, que se organicen mejor, que no se retrasen y después pretendan que la gente consiga el dinero en horas para el pago y entrega de las mismas.