El discurso del presidente Chávez en la Asamblea Nacional puso a la oposición en varios aprietos.
No es la primera vez: ya en 2002 cuando regresó del golpe y del intento de asesinato, no blandió un sable, como era su derecho legal y moral, sino un crucifijo. Convocó entonces a las mesas de diálogo que fueron rápidamente pateadas por la oposición con su arraigada patanería.
Igual pasó cuando el último día de 2007 el Presidente promulgó una amnistía, en el marco de otra Ley Habilitante por cierto. Otra vez la oposición lo interpretó como debilidad y con peor patanería la desdeñaron.
Ahora el Presidente intenta un acercamiento, se muestra cordial, invita a dialogar y contestan con el guion de siempre: insultos y desplantes y cuando se les responde dicen que el Presidente volvió a abandonar su ofrecimiento de diálogo.
Con malcriadez, van subiendo las demandas hasta que rápidamente se llega a lo innegociable y entonces gritan que el Presidente no quiere diálogo porque no quiere entregarles todo el poder.
Se ha vuelto un ritual tal vez necesario: periódicamente hay que poner a la oposición en evidencia ante el país, para que no pueda evitar exhibirse como Julio Borges el jueves 20 de enero. El día anterior en VTV se mostró como lo que no es: equilibrado, razonable, capaz de reconocer lo positivo, como la Policía Nacional Bolivariana. Menos de 24 horas después, apenas le mostraron los cheques que le regaló la vieja Pdvsa para que fundara su organización política, volvió a lo que siempre han sido él y su gente. Intentó, como el joven Rafael Caldera, agredir a un anciano, sin importarle en su arrogancia que lo estaba viendo la humanidad.
El 20 la oposición tenía otro desafío imposible: armar la pataleta con educación. Eso no se puede y no se pudo. Habría que tener arte para hilar fino y caminar con equilibrio por el filo de las dos aguas, pero son demasiado ramplones para tal.
Por ahora se pueden mantener en generalidades y abstracciones. Alegar por los pobres, argumentar en favor de Pablo Pueblo como hizo Julio Borges minutos antes de la convulsión. Que les aproveche porque dentro de poco tendrán que entrar a discutir concreciones. Está bien, apoyas al pueblo que vive mal, pero aquí está esta ley para proteger a quienes viven en pensiones, a quienes viven en viviendas alquiladas, a la clase trabajadora, a víctimas de estafas inmobiliarias. Y ahí la quiere ver todo el mundo, porque le queda grande el zapato de la demagogia y se le va a salir como se le salió a Borges ese día en que se cansó de aguantarse.
Son los límites de su gramática. Entonces, ya lo verás, comenzarán a argumentar que cualquier proposición de cambio social es comunista. Esta nueva Inquisición llama comunismo y terrorismo cualquier medida que afecte los intereses de la burguesía, hasta Obama es comunista. Tienen décadas aterrorizándonos con el eso. Pero es tema para otros artículos, que ya empecé con is.gd/dIBpOC.
Acusarán al gobierno de lo que sea, sin pruebas. Dirán cifras como MariCori sin declarar fuentes, en golpes de teatro bien ensayados, con voz de Lupita Ferrer, en los espasmos de una pasión terrible is.gd/OLsvcl.
Cada vez divierten menos.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com