Ocurre que Margot, una escuálida
de pelo en pecho como no pare otra madre, me llamó y me dijo:
“Pana, en El Ávila es la cosa. Vámonos pallá. Y en el camino te
cuento”. Y pasó la Margot en su Mercedes dos puertas buscándome
y se largó con su discurso. “Yo creo que estamos derrotados. Acabados.
Lo que vas a ver ahorita es una comiquita. La creación del Frente Progresista
para el Cambio. No es serio este cementerio, amigo, ¿tú crees que
Ismael García tiene algo de progresista? ¿Andrés Velásquez? ¿Henri
Falcón? Coño, si esa gente es progresista nadie lo ha notado. Y ellos,
en vista de que Ramos Allup los tiene jodidos, porque tiene gente y
tiene partido y tiene organización, y ellos no tienen nada, ahora quieren
montar este circo”
Margot estacionó el Mercedes
y caminamos hasta el hotel –lindo hotel, ojala que no lo expropien-.
Y allí estaban las cámaras de nuestro querido canal, Globovisión,
y más allá estaba Luis Miquilena –Dios mío, ¿qué hace éste hombre
aquí?, me pregunté cuando lo vi. Y Américo Martín, y Eduardo Fernández
y Gabriel Puerta, y Pablo Medina, y Teodoro Petkoff y “auxilio, estamos
en la cuarta, Margot, sácame de aquí”. Margot muerta de la risa,
me dijo: “Tápate los ojos y la nariz para que no te de vergüenza”.
Y el locutor presentó
a pastorita tiene guararé conmigo, es decir, a Pastora Medina,
y aquella mujer dijo que la oposición no había estado a la altura
y que si patatín y patatán, y vino José Albornoz, y se notaba
que tenía mucha pena, pero dijo sus vainas ahí, y luego vino el hombre
que saltó de la liga profesional de béisbol a manager de la MUD. Es
decir, se fue a las ligas menores, Ramón Guillermo Aveledo, y dijo
que todos los caminos conducen a la unidad, y cuidado con una vaina
que ustedes se descarrilan, porque el dictador nos va a volver a ganar.
Y después vino el trío matavotos: Andrés Velásquez, Ismael García
y Henry Falcón, y se acabó aquella vaina. Teodoro Petkoff no
sabia qué decir, y Eduardo Fernández, echo el loco, le preguntó a
Américo Martín "y ¿para qué hicieron esta vaina?” Pablo Medina,
después que había llamado cobarde a Andrés Velásquez en su libro
testimonial, ahora lo abrazaba y “qué bien Andrés”.
No es mi llanto, es el humo
del cigarrillo que me hace llorar.
@tobertomalaver