Henrique Capriles Radonsky regresó con los ojos desorbitados como aquel 12 de abril cuando entró a la fuerza a la Embajada de Cuba.
Durante esta campaña electoral de la primaria opositora sus asesores gringos le acomodaron la gestualidad. Suavizaron su mirada y le crearon una sonrisita falsa para tratar de convencer que era un cordero cariñoso.
Ayer, cuando realizó una rueda de prensa con corresponsales nacionales y extranjeros se olvidó de la gestualidad que le entrenaron sus asesores y volvió a ser el mismo Cariles Radonsky fascista y gorila que quiere gobernar Venezuela e implantar la dictadura que no pudo controlar Carmona Estanga.
Creyéndose electo Presidente mostró su verdadera cara y expresó la verdad de lo que piensa: “Regresar la señal de Radio Caracas Televisión para que la gente disfrute las novelas”, “eliminar los acuerdos con Rusia, China y Cuba”.
Capriles se quitó las riendas que le habían puesto sus jinetes asesores y se desbocó anunciando que acabará con las conquistas que el pueblo ha logrado durante estos 13 años de gobierno bolivariano.
Lo dicen con sarcasmo: el CNE prestó las máquinas electorales y no más. O sea, secuestraron las elecciones a manera de hacer lo que les diera en gana dentro de los recintos electorales y anunciar al mundo que son demócratas. Resulta que los millones de personas que votaron por el niño Capriles son ficticias.
Ellos no permitieron testigos en las mesas electorales, no permitieron capta huellas, no permitieron tinta en los dedos. Quemaron los cuadernos electorales.
Ahí está el detalle. Sin testigos ni adversario verdadero, negociaron resultados que todos aceptaron con condiciones impuestas desde los Estados Unidos.
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