¿Qué pasa en la cabeza de quienes saben lo que Capriles hizo durante el Golpe y las guarimbas, lo ven ahora como un corderillo y le creen? ¿O será que están en la farsa? Fueron hechos públicos y notorios, transmitidos con petulancia, ruido y furia por todos los medios privados en aquel aciago 12 de abril de 2002, durante la guarimba y el Paro Flexibilizado. Mírenme, soy un fierabrás, observen cuán descarado soy, contemplen cómo me hundo en esta malandrería de asaltar una embajada, guarimbear y apresar un ministro en violación de todo lo que aprendí cuando estudié derecho.
Y ahora aparece de lo más samaritano en una playa fingiendo que protege el bienestar de la gente bañista, amaestrado hasta para apropiarse la labor del gobierno. Asombroso. Ortega, me refiero a Gasset, decía que el intelectual se abisma ante la cachaza de cierta gente de la política para mentir. Recíprocamente, el político embustero se asombra ante el intelectual honesto que dice su verdad hasta cuando no le conviene. Concluía Ortega: «El político es un hombre ocupado mientras el intelectual es un hombre preocupado». Ahora incluimos a la mujer en todo eso, como se debe.
Porque hay conciencia colectiva de lo que es Capriles: niño rico de papá a quien su familia compró en Copei una curul del viejo Congreso y a quien ríen todas las malcriadeces. Está a la vista su semblante inteligente, ¿verdad, intelectual opositor? Hemos visto su capacidad para la violencia. ¿Perteneció a la secta fascista Tradición, Familia y Propiedad? No sé, aunque luce verisímil. Experimenta: Dilo y verás cómo te creen. De otro, de Joselo, de Juan Arango, de Teodoro Obregón, no te lo creerán.
La enfermedad del Presidente lo ha mostrado en toda su estatura moral en comparación con la de los corredores de rumores y demás heraldos negros que nos manda la muerte (http://j.mp/wfD7y4).
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