La forja y negación del radiograma militar son propias de niño bobo y malcriado.
No solo comenten la gansada de publicar la falsificación en la cuenta Twitter del Candidato, sino que dejan una reguera de torpezas: la consigna es falsa; lo emiten el 12 con fecha 31 de julio; la firma es de un exministro; el texto es ostensiblemente tramposo; dejan la numeración; dice que es confidencial pero lo dirigen a un gentío, o sea, un secreto a voces. Estupidez sin impurezas.
En su arrogancia inane pretendieron que el documento voceado con ruido y furia sirviese de caja de resonancia al mensaje que el Candidato dirigiría a los militares esa noche. En su astucia de bobos creyeron, ¡lo dijeron!, que, por llevar la contraria, toda la Fuerza Armada Nacional Bolivariana se volcaría sobre el mensaje que Capriles grabó, malamente leído de un apuntador, y editado, porque ni eso hace bien. Por cierto, ¿recuerdas lo que dijo en esa «histórica» alocución? Es por una duda que tengo. Pero en su ignorancia sin lagunas de la vida militar no advirtieron que el toque de silencio es a las 9 pm y el mensaje sucedió a las 9:15, cuando ya los uniformados dormían.
El mismo día se reveló el reguero de evidencias de forja. Más pericia tienen los falsificadores de billetes. Llamaron estúpidos y falsificadores a los militares que querían ganarse, en público. Sería bueno un desagravio popular a la FANB.
Lo peor de la imbecilidad es que cree que el mundo es imbécil. Está en su esencia. Su mente endeble no percibe la inteligencia. Ortega (y Gasset) decía: «El malvado descansa algunas veces; el necio jamás». Puedes negociar con un malvado, pero ¿cómo acuerdas con un imbécil que deje de serlo?
Solo hay algo peor que la imbecilidad: la imbecilidad arrogante. Como creen que todos somos imbéciles, imaginan que basta callar. Con el mismo escándalo con que divulgaron la majunchada, ahora la tapan, como gatos. Se les pregunta por el documento y desvían la respuesta. «No voy a perder el foco», dicen. Pero entonces ¿por qué lo publicaron en primer lugar? Y de la propia y evidente mano del mismísimo Enrique Capriles Radonski que viste y calza en su cuenta de Twitter de su propiedad suya de él mismo propio y sin pataleo de decir que alguien usurpó o jaqueó esa cuenta. Chacumbele. Pero el que llegó al paroxismo de la estupidez fue el aparente jefe de campaña, Armando Briquet: Recibimos el documento y lo publicamos porque el rrrÉgimen está cerrado al diálogo y no pudimos verificarlo. Para que no le ganasen en estupidez, Capriles añadió: «Ese documento vino dentro de la Fuerza Armada, yo simplemente lo que hice fue divulgarlo». O sea, culpechave. O sea, alega que es un bolsa que publica cosas sin verificarlas. Nemo auditur propriam turpitudinem allegans, o sea, 'nadie puede alegar su propia torpeza' para delinquir. ¿Qué pasaría en los Estados Unidos si un candidato forja un documento militar? ¿Imaginas eso en una guerra? Alta traición. Mínimo.
Del majunchismo al mamarrachismo. Esperpento a lo Ramón del Valle Inclán, como dice Jorge Giordani.
Reitero: la oposición se especializa en derrotas perfectas, en el autojaque mate. A eso me remito, en http://j.mp/fYSkqG.
roberto.hernandez.montoya@gmail.com