Leí el artículo de Celso Ferreiro “La alargada sombra de Chávez” publicado en LA OPINIÓN del 26 de agosto. No sé cuáles son las fuentes donde bebe el referido articulista, pero, desde luego, a mi juicio, son turbias y, casi me atrevería a decir, malintencionadas. No menciona que Chávez ganó seis elecciones libres y controladas por organizaciones internacionales, como la presidida por Carter, ex presidente de los Estados Unidos, y que un referéndum avaló todas estas consultas a la opinión pública, siendo las que el articulista llama "masas necesitadas y marginadas" las que le dieron su apoyo y mayoría, y no están defraudadas, pues en pro de ellas se está legislando y gobernando. Desconocer o no mencionar todos los programas de ayuda, como Barrio Adentro, de alfabetización, de sanidad y de ayuda social a favor de esas clases abandonadas y olvidadas es manipulación o ignorancia.
No menciona para nada el golpe de Estado, apoyado por Estados Unidos, que originó la prisión y destitución de Chávez, que quiso poner un dictador fascista al frente del Gobierno venezolano que sólo duró dos días, pues el pueblo, en la calle, pidió la restitución de Chávez y lo consiguió tras la vergonzosa huida de los golpistas y de su presidente Carmona. Después vino la traición de la CTV y de los directores de Pedevesa, con una criminal paralización de la industria petrolera, vencida tras mucho sacrificio y grandes pérdidas económicas para Venezuela.
Lo que son actos de solidaridad con los pueblos necesitados de América, que Venezuela puede ofrecer basándose en su riqueza petrolera, afortunadamente restablecida su producción, lo convierte el articulista en "megalómano radicalismo antisistema", plagado de demagógico discurso. Claro que no piensan así los pueblos y gobiernos favorecidos, explotados y esquilmados por el imperialismo en forma despiadada. Brasil, Argentina, Uruguay, Ecuador y Bolivia son receptores de esta solidaridad abastecedora de los carburantes que necesitan y pagarán con dinero o en especie en condiciones y tiempo que los favorece. Voy a citar, tal cual lo expresa el articulista, un comentario de una situación para el perversa, y que en realidad es enaltecedora para quien la ejecuta: "Chávez, que ha llevado su prédica a las favelas, a las villas miseria, a jacales y bohíos limosneros ha ofrecido a Cuba combustible a go-gó a cambio de azúcar y bananas y ha regalado al líder boliviano indígena Evo Morales asfalto en abundancia para construir caminos y carreteras para la población indígena".
Esta solidaridad con los pueblos necesitados de Latinoamérica y del Caribe, la considera el autor del artículo como un horizonte poco esperanzador para estos pueblos, los cuales quieren soluciones, que Chávez les ofrece, y no reuniones académicas y promesas no cumplidas que han sufrido hasta ahora. Verdaderamente una gran contradicción considerar un horizonte poco esperanzador la ayuda que les ofrece el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.
Estos pueblos, como dijimos antes, fueron explotados y expoliados por el imperialismo norteamericano que quitó e impuso gobernantes a su antojo y hasta invadió esos pueblos cuando no se sometían a sus dictados. Apoyaron dictaduras genocidas coma las de Somoza, en Nicaragua, la de Trujillo, en Santo Domingo, la de Pinochet, en Chile, y la de los generales, en Argentina, y en cambio ayudaron a derribar a gobernantes demócratas como Jacobo Arbenz (en Centroamérica), Bochs, en Santo Domingo, y Salvador Allende, en Chile, con un coste de miles de muertos y exiliados. El ejemplo más flagrante lo tenemos en Cuba, donde ayudaron a un dictador como Batista y por más de 40 años están agrediendo a la Cuba de Fidel Castro con invasiones, terrorismo y aislamiento económico.
Hoy, para el imperialismo, además de Fidel Castro, el enemigo es el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, porque no se somete a los designios del imperialismo y ayuda a los pueblos que quieren sacudirse el yugo de este dominio, que fue factor principal de su subdesarrollo. Es por ahí que el articulista debiera analizar el comportamiento del presidente Chávez, y considerar que no es demagogia ayudar a los pueblos hermanos de América sumidos en una tremenda crisis por la explotación imperialista. Es una adulteración histórica decir que Chávez quiere erigirse en el Bolívar del siglo XXI, cuando él, con el mayor respeto, se impregna de la doctrina bolivariana para buscar la unión de los pueblos latinoamericanos, que fue el gran ideal del Libertador Simón Bolívar.