En las elecciones europeas, un partido al margen del apparatchik ha salido triunfante con 5 diputados. En su discurso en la plaza de Santa Sofía no faltaron referencias a Allende y terminaron con “El Pueblo Unido” de Quilapayún. La mirada hacia lo perdido en la Segunda República era más que clara.
Decía Mao Zedong que hay que diferenciar a la gente que está con el pueblo de la que no lo está. Y Podemos está con el pueblo.
Es cierto que están muy lejos de ser revolucionarios y apenas alguna mención al marxismo o a una revolución: son completamente reformistas. Confunden la política de de masas con el partido en sí, además de ser bastante “espontaneístas”. De igual modo, apenas muestran una tímida defensa de Venezuela (arma usada para criminalizar cualquier sistema alternativo, aunque sea meramente keynesiano como el de Venezuela).
En cualquier caso, y a pesar de todas las perceptibles críticas, supone una ruptura con el bipartidismo, una esperanza para la gente. La lucha ideológica debe hacerse desde la unidad. El que no esté dispuesto a la unidad y establecer alianzas no pasa de ser un mero artesano, como decía Lenin. Todo aquel que realmente represente los intereses del pueblo debe luchar codo con codo. Y que la lucha de las ideas dentro de la unidad marque los resultados.
En cualquier caso, esta victoria no está ausente de miedo. Podemos no deberían olvidar esos ejemplos de lucha que ellos mismos mencionan. No deberían olvidar que les pasó a Allende, al Frente Popular, a tantos otros, al pensar que las oligarquías capitalistas respetarían su propia democracia. No aceptarán la vía democrática, la cual sólo les es válida si atiende a sus intereses.
Cuando el Frente Popular empezó a hacer cambios en contra de esa minoría de ricos, estos financiaron el golpe de estado de Franco. Lo mismo con Pinochet, o en Grecia, o en tantos otros lugares. Ya los comunistas les pedían armas al Frente Popular poco antes del golpe, negándoselas éstos porque iba en contra de la legalidad democrática. Pero los propios turnistas no la respetan ni aún en democracia. ¿Cómo hacerlo cuando una fuerza dentro del sistema los amenaza directamente? Las oligarquías financieras llevaran la defensa de sus intereses hasta las últimas consecuencias. Los trabajadores deben estar preparados para hacer lo mismo.
