Neologismo, capricho, tal vez. El antojo puede prohibir muchas cosas, hacerlo efectivamente, pocas. Una de ellas es diálogo y las palabras que lo aclaran.
Una arbitrariedad cierra pero la palabra abre y descubre todo.
En la Republica venezolana es ley que la primera vía –reconocida- hacia el poder son las elecciones Quienes no lo logran irán por la vía de los simbolismos y explicaciones mágicas de sus derrotas. Si vuelven fracasar resbalaran por el camino de la no política, allí buscaran claves en poderes ignotos y rescataran desde los rumbos de las cábalas y los artificios Salida para ir a la guerrilla de las montoneras de restaurantes y comederos de moda. Nunca habrá valentía para esperar algo mas que eso: la faramalla.
Esta guerrita de aquí, es voluntaria e impertinente, y se mantiene por al peso de los agravios y difamaciones al contrario. Depende si, y mucho, de, los hechos y los daños que ocasionan a la ciudad y el tormento de la gente incluido sus votantes.
En quince años solo han probado que su pugnacidad no ofrece ganancias. Ni sueños de esperanza para nadie.
En el descalabro continuo de la oposición, algunos, han llegado a pensar que ante este sarta de fracasos, deberían pensar que les resultaría mas conveniente concebir en el dialogo. Que permita como advierte Ramos Allup, romper con la tozuda estrategia de la polaridad.
Pero su cortedad, y fiebre, lo niega. Es muy poderosa la fuerza de la inercia, de ciertos hábitos pervertidos y la tenacidad histórica de su racismo y desprecio étnico. Poderes que actúan como palanca para negar la racionalidad del dialogo.
Grave eso de convertir la hostilidad y el reconcomio en su estado normal. Alli están atrapados en la marisma de algunas palabras, una en particular que inventó para ellos Uribe para acogotar en la anterior campaña electoral a Santos, y aquí sus paniaguados recibieron como el santo grial y hasta su portaestandarte Joe de Arimatea: ”el Castro-Chavismo”.
Karma que en su inicio y en los días negros del 2.002, le confirió sentido a sus vidas. Hoy es hechicería que los engaña. Y olor que cada día obnubila mas su razón de vida.
No es broma. No creo en los necedad de la autoayuda a lo Cohello. Y, aun so pena de parecer ingenuo, creo que hay formas de encontrar espacios de, confianza, y hasta, convivencia, que pueden dejar de ser posibilidades abstractas para convertirse en hechos. El dialogo en Colombia lo prueba.
El drama es que persisten en el juego de los forcejeos y el desacuerdo entre belicosos que mas parece un trifulca de borrachos. Es necesario que la juicio se apropie de la inventiva y rebusque en el región los afectos los reales caminos de esa paz posible.
Y es deber de los dos opuestos que dialogan permitan que las comunidades asuman ese momento de acción y expongan su creatividad.
Llega por inercia a cobrar sentido de nuevo el dialogo. Se impone que lo abramos y le demos contenido. La razon es que la sociedad y su gente ya no aguanta mas y pide que se le provea de un nuevo espacio.
Nota curiosa: Si usted todavía no ha podido encontrar la etimología y el significado de la palabra «castrochavismo», no se desgaste buscándola en google o en wikileads, solo repítala y espere reacciones ….. luego señale a cualquiera que lo contradiga.