La correlación de fuerza política giró 180° grados a partir del 6 de diciembre del 2015 en Venezuela, en lo que respecta al sistema político institucional; un sector significante de la población venezolana aupó por un cambio en las políticas económicas entrampadas del Gobierno Revolucionario; tal manifestación electoral no se debió a un rechazo a la Revolución, sino a la desesperación de un Pueblo en querer salir de la crisis económica que cada día estrangula más las finanzas del ciudadano común.
Por un lado, al Gobierno Nacional se le hace cuesta arriba lograr derribar el boicot económico operado por los grandes poderes oligárquicos que dominan la economía mundial y hasta doméstica; por el otro lado, una Contra Revolución que busca pescar en río revuelto haciendo creer que la solución está en salir del Presidente Nicolás Maduro; pero detrás de todo eso, su agenda política, oculta el paisaje borrascoso de una conspiración agrupada con gran energía potencial y hasta cinética desde las cúpulas empresariales financistas de los mismo diputados que usaron una campaña electoral con racimo de engaño; algo así como el cuento del “Gallo Pelón” o la famosa canción de Serenata Guayanesa “La Pulga y el Piojo”.
Ahora bien, nuestra Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV) tiene como diseño orgánico una estructura política-institucional democrática y de contra peso; razón adoptada para que ningún poder traspase los límites del otro y de ésta manera pudiera convivir una democracia plena, sin usurpaciones ni extralimitaciones de funciones. El Poder Judicial, es un órgano autónomo que busca impartir justicia en nombre de la República, y no puede haber ningún poder político por encima de sus decisiones; pero eso no quiere decir que, cualquier Magistrado puede dictar sentencia quebrantando la norma; ya que el Tribunal Supremo de Justicia también tiene sus limitaciones, porque sus decisiones no son hechas por una sola persona, es un cuerpo colegiado donde hay deliberaciones, se logra evidenciar lo pretendido y se analizan los criterios en cada sala máxima del TSJ y de haber una violación hay mecanismo constitucionales para revertir tal desmán.
Con el nuevo escenario político, donde se demuestra un enfrentamiento institucional entre el Poder Legislativo Nacional y el Poder Ejecutivo Nacional, queriendo exceder los límites de sus funciones o lo que sería más vergonzoso, creerse tener poder absolutos, como si no existiese un Estado democrático presidencialista; emerge un contra peso para este tipo de pugna de poder, una especie de árbitro y a la vez hasta de profesor para imponer la norma y enseñar al desubicado. El TSJ tiene por hoy, la tarea de dirimir y resolver esa controversias, donde la manipulación de leyes queda expensa de una interpretación a conveniencia por parte de cada sector; es decir, la Sala Constitucional del TSJ ahora pasa estar en el epicentro de las polémicas políticas surgidas cada día en el escenario venezolano con vitrina mundial; no es poca cosa estar ahí, porque el sacrificio va desde la simple dedicación exclusiva al trabajo alejándose de la vida social hasta la entrega de la misma vida ante el terror de despojársela por quienes acarician la idea de eliminar a un Magistrado.
Las águilas imperiales lo saben; es por ello que, primero buscarán seducir a cada magistrado, son 32 en totales; es ahí donde cada Magistrado se enfrentará entre la lealtad a sus principios o la entrega de los mismo; ellos no llegaron a sus cargos por casualidad, ellos lo saben. La oligarquía también conoce que los suplentes respectivos no sustituyen al principal de manera definitiva en los casos de falta absoluta; ya que de presentarse tal situación la Asamblea Nacional deberá designar inmediatamente a un nuevo Magistrado por el tiempo restante, como lo indica el Artículo 10 de la Ley Orgánica del Tribunal Supremo de Justicia de la República Bolivariana de Venezuela. Queridos lectores analíticos, la Magistrada Gladys María Gutierrez Alvarado; tiene consigo una gigantesca tarea dentro del Poder Judicial, es quien dirige el Timón de la Paz en Venezuela, sobre sus principios recae el peso de la concordia nacional y el barco lo lleva con buen rumbo; para algunos no estarán de acuerdo, pero no se puede pretender que todo salga bien o a favor, es una simple fórmula de la existencia.
Cada Sala del TSJ lleva consigo una gigantesca biela de la nave del proceso venezolano; son todos merecedores de reconocimientos académicos y profesionales; dignos hasta ahora de llevar la autoridad de la Ley a cada rincón de Venezuela; magistrados y grande mentores jurídicos se observan por su trabajo ejemplarizantes que tiene su semilla sembrada en las calles juntos al Pueblo. Magistrados de vieja erudición policía-jurídica como Calixto Ortega; la sapiencia de la lógica-jurídica del Magistrado Maikel Moreno; el discernimiento jurídico-subversivo del Magistrado Guillermo Blanco; los conocimientos jurídicos-oratorios de la Magistrada Mónica Misticchio, cual mentora le ha otorgado los sabios consejos socio-jurídicos de la Magistrada Marjorie Calderón y las enseñanzas administrativas de la Magistrada María Ameliach, entre otros magistrados y magistradas que tienen una tarea difícil para mantener la República como epicentro político de la Región Americana.