La oposición nos ha tenido a cola alta durante 18 años. Siempre pierde, lo que sería problema solo de ella si no hiciera perder a todo el país, especialmente lo irreparable, como vidas humanas. Y no humanas, pues talan árboles y queman perros y gatos vivos, no sé para qué.
La oposición nos ha sometido al síndrome de «hoy sí cae el rrrÉgimen con esta superrecontramegamarcha». Puesto que ya lo consiguió el 11 de abril de 2002, hay quien teme que lo vuelva a lograr al verla embelesada añorando horrores con sus marchitas escuálidas y sus guarimbas. El resto del país siente todo el tiempo el friíto de la puñalada en las costillas. Guarimba, golpe, bomba, invasión, magnicidio, barricada, incendio, disparo quirúrgico desde azoteas, decapitación por guaya, acaparamiento, especulación, bachaqueo, peñonazo, devastación del espacio urbano, de autobuses, de estaciones del Metro, de tu carro, obstrucción de vías, paro nacional, dilapidación de divisas. ¿Sigo? Es lo único que hacen. No siembran ni una matica.
A diferencia de las dirigencias tradicionales, que prometen pan, amor y fantasía, esta ofrece, y a menudo cumple, debacles, golpes, derrocamiento, guerra civil, sangre, huesos triturados, amputaciones, arrollamientos con autobuses, linchamientos, incineración de bibliotecas, universidades y preescolares con infantes dentro, patadas a mesas de diálogo, desvío de marchas, golpes parlamentarios, terrorismo mediático, sabotaje financiero, firmas de cadáveres, de gente presa, de menores, usurpación de identidades, improperios estercóreos. ¿Sigo? Otra diferencia con la tradición: esta dirigencia sí cumple sus ofertas. Porque estos sadismos —y muchos más— han ocurrido, ¿o no?
Venezuela lleva ya 18 años de sobresalto en sobresalto. A cola alta.
Vino el subsecretario de Estado Thomas Shannon, el Vaticano y tres expresidentes los convocaron y aunque se sentaron de mala gana, de ladito, en la orillita de la silla y con cara de cañón, han tenido que dialogar mientras un grupito de «estudiantes», MariCori y demás insaciables se declararon en rebeldía contra su dirigencia y amenazaron con todos los sadismos desgranados arriba. Y muchos más.
Todo depende de qué les decrete el Imperio vía Embajada, como se le salió a Lilian Tintori.