La propuesta de Leopoldo López y de María Corina Machado de impulsar la salida del presidente Maduro en enero de 2014, con el apoyo de la derecha internacional, trajo como consecuencia diversos actos violentos de calle, daños a propiedades públicas y privadas, 43 personas fallecidas, centenares de heridos, en los meses de febrero a junio de 2014. Este plan que nació en Miami en los últimos meses del año 2013 no cumplió su objetivo principal, pero sí el saldo de tantas personas muertas, los pérdidas patrimoniales en instituciones públicas y solo una persona detenida; a pesar de que es bien conocido quiénes fueron los dirigentes que estuvieron involucrados en los mismos. Aún la Fiscalía general de la República está en mora con los venezolanos en la aplicación de la verdadera justicia contra esos líderes opositores. Hoy vemos como esa estrategia de la ultraderecha se reactiva para derrocar al gobierno con tácticas terroristas como formas de lucha, como fortalecimiento de las guerras mediática, psicológica y financiera, la ofensiva diplomática desde la OEA para que se aplique la Carta Interamericana Democrática, disminuir el apoyo popular del presidente, evitar que Venezuela solicite préstamos a otros bancos a cambio del oro venezolano en calidad de préstamo; pero la más grave de estas acciones es la certeza de darle continuidad a la práctica de aniquilar chavistas, o a aquellos que estén directamente identificados con el proceso. Sin duda alguna, una aplicación terrorista que dejará más odio en la población, más división o lucha de clases y la posible apertura de una guerra civil para instaurarse en el poder.
Los mensajes que han enviado desde las redes sociales los grupos opositores de identificar y atacar a los chavistas son bastantes preocupantes, incluso instan a marcar sus carros, sus viviendas y donde trabajan. En sus mismas marchas han atacado a personas por su aspecto físico (de piel oscura, con vestuario sencillo), por considerarlas chavistas. Desde los edificios no solo lanzan objetos contundentes, sino balas certeras como una forma de manifestación "pacíficas", con el apoyo de la iglesia católica, de la mediación internacional y extra continental para bloquear el blindaje que dejó el presidente Chávez. Los últimos ataques en varias ciudades puntuales del país así lo confirman: Mérida, San Cristóbal y la ciudad capital, sumándose ahora Barquisimeto y Barinas. Son grupos preparados por doctrinas paramilitares, aunque su semejanza con el Estado Islámico (EI) no está muy lejos. Hasta ahora se contabilizan 26 muertos, solo Mérida suma tres personas fallecidas: Leonardo Sulbarán, Criminólogo, funcionario de la gobernación de Mérida, dejó una hija; Daniel Infante, estudiante de la Universidad de Los Andes, servidor público de Tromerca y Luis Márquez, trabajador de la Universidad de Los Andes, deja tres niños, recordado por su valentía de llevar debajo de su brazo el busto de Chávez cuando recibió la condecoración por sus diez años de servicios de manos del rector Mario Bonucci (enemigo de la revolución y uno de los actores políticos de estas barbaries). Vale su condición humana, por eso deploramos la forma como todos fueron asesinados para generar terror, odio y desmoralizar al pueblo chavista.
Estos actos terroristas al estilo EI deben ser derrotados. Los gobiernos nacional y regional no pueden esperar a que se implanten e impongan estos grupos fascistas en las calles y avenidas, obstaculizando las vías con vallas, piedras, árboles que destruyen, alambres, entre otros objetos, utilizando a las comunidades para generar caos y terror. Vale aquí el reconocimiento a García Carneiro por evitar que estos hechos sucedieran en el estado Vargas. Las iniciativas políticas con una planificación previa, la pedagogía y la movilización consciente del pueblo chavista orientado a hermanarse con el pueblo no chavista, son claves para el éxito de esta nueva arremetida. Para lograr la paz, no es suficiente rezar como ordena la iglesia, para luego ir a bombardear hospitales maternos infantiles, o escuelas, o asesinar a su propio hermano; o ponerse de rodillas para pedir que sigan matando a chavistas y a Maduro; critican a los colectivos, justifican las barricadas y que se debe luchar sin distinción. Este es el mensaje más hipócrita que hemos visto de la alta élite de la iglesia católica venezolana, y que por su fuerza dominen por su ignorancia a sus seguidores. Por nuestra Venezuela y Mérida herida, hermanos opositores, la paz debe ser en consenso. La paz es el resultado de una fiesta donde debe imperar el equilibrio, pero antes de lograrla necesaria es la humildad de las partes; El diálogo social para la paz nos compete a todos. El amor a los pobres, por los más débiles, debe ser una práctica constante de todos, pero bajo la premisa de la justicia y la libertad. Bienaventurados los que luchan por la paz, porque su recompensa será la libertad de consciencia que nos corresponde, sin excepción.
*Licenciada en Administración