En notas anteriores, he resaltado lo folclórico de los venezolanos, muy a pesar del señor Manuel Tomillo. No podemos ocultar las extravagancias de muchos personajes que pululan en nuestro país, sobre todo en estos días. Ejemplo vivo es “Nuestro Manuelito”, quien para dirigirse al país, ha creado su propio diccionario En San Cristóbal, durante su marcha-caravana, le decían algunos de sus escasísimos seguidores: que estaban cansados de tantas muertes por “vicariato” y no se hacia nada por parte de este gobierno, a lo que el candidato les recomendó: que cada vez que ocurriese un hecho de estos, le exigiesen a la policía, que solo levantaran el cadáver con la presencia de un médico “florense” para investigar la causa de la muerte. “Nosotros los demócratas, tenemos que ponerle “celebro” al asunto, no podemos “pedirle peras al horno” con este gobierno. Esto lo decía frente a una casa que tenía un jardín con grandes matas ornamentales, y en un alarde de delicadeza y queriendo ser agradable a la vecina le dijo: amiga que mata de “ayudanta” tan bella tiene su jardín. Mas adelante otra de sus seguidoras le comentaba: estamos pasando muchas necesidades, no tenemos con que comer, nuestros hijos no pueden estudiar, no tenemos trabajo esto está “cautico”. A lo que el candidato respondió explayando una sonrisa de oreja a oreja: “Eso lo resolveremos con mi negra”, recuerde el refrán “Mas vale tarjeta volando, que mano en el pájaro”. Ya los venezolanos estamos cansados y no somos “Mazorquistas” para seguir llevando palo, porque “palo no se afeita ni cachicamo sube morrocoy”, es que este gobierno todo lo hace mal, hay que aplicarle el refrán popular: “Perro que come tapara mete la lengua en manteca”. Unas calles más adelante un grupo que estaba en una esquina, le gritó: ¡Golpista! ¡Tú firmaste el carmonazo! Nuestro candidato sin perder un ápice la cordura. Les contestó: “Yo no he firmado ningún “CARBONAZO”, lo que pasa es que este gobierno le gusta “TRAGIVERSAR” las cosas, por temor a mi candidatura que alcanza un “por ciento el cuarenta y cinco”. Y sacudiéndose el vestido y sacando la lengua siguió calle abajo por la calle 16 directo al cementerio.