Creo en Hugo Rafael Chávez Frías, no por lo que ha hecho, sino, por lo que está por hacer. No, por lo que ha dicho, sino por lo que ha dejado de decir. Creo en él, por los sentimientos de bondad que anidan en su corazón y, porque estoy completamente seguro que Chávez hará, en adelante, mucho más que lo que ha hecho hasta ahora. Creo en Chávez, porque despertó de nuevo en mí y en muchos compatriotas, la esperanza de un mundo mejor. Porque revivió el espíritu solidario que enarboló Alí Primera cuando brotaba de su garganta el gloriosos himno nacional y la poesía latinoamericana, al lado de los cantores de la patria herida; siempre unidos, alrededor de la Canción Bolivariana. Creo en Chávez, porque ha despertado conciencias y ha animado espíritus dormidos, que creían pérdido el porvenir de la nación venezolana. Creo en Chávez, porque ha revivido las andanzas, por toda América, de la espada luminosa de Bolívar y de los próceres de la Independencia, no para agredir y violentar la vida, sino para asegurarles pan y trabajo al hambriento y agua cristalina, límpida y olorosa de libertad, al sediento.
Yo, que fuí un católico empedernido, que no podía faltar un domingo a misa y rezaba todas las noches para encomendarme a los guardianes espirituales, decidí en el camino asumir el ateísmo, como "nueva religión", porque no creí en quienes pregonaban la palabra de Dios y ahora Chávez, sin saberlo, me ha hecho "ateo creyente". Ateo, pues no le quito tiempo a Dios para resolver muchos de mis problemas, cuando sé que él está ocupado resolviendo los suyos. Y, creyente, porque sólo le pido que me ayude, cuando no consigo cómo resolver problemas que escapan a mi capacidad y voluntad. Por eso, ¡Creo en Chávez! Porque él nos ha hecho repensar que ¡Dios y Aláh existen! Que el Socialismo del Siglo XXI es posible y que Marx y Cristo se encuentran, ahora unidos, en el amor, a favor de la gente pobre, los explotados y los excluidos de la Tierra.
Como le dije a un jurado, en agosto del 2000, en el Tachira, cuando acudí al llamado del Gobernador Ronald Blanco La Cruz, para concursar como su Director de Planificación y Presupuesto y me preguntaron: ¿Qué piensa usted de Hugo Chávez Frías? Ipso facto respondí y, así lo sostengo públicamente, seis años después de haberlo afirmado, apoyado en mi dignidad y credibilidad: ¡Hugo Chávez y yo somos una misma persona!
Creo en Hugo Rafael Chávez Frías porque creo en mí.
Creo en Hugo Chávez, porque ¡Amor con amor se paga!
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