Es de suponer que si hablamos del imperio más sangriento y destructivo del mundo, debemos tener presente que el títere que elija para ejecutar sus perversas y criminales acciones, debe tener su misma condición, su misma frialdad homicida, su misma dimensión criminal, capaz de desmembrar a punta de misiles y bombas a mujeres, niños, hombres, y a pesar de ello, cuando el tonto útil de Juan Guaidó tomó la decisión de autoproclamarse presidente interino de Venezuela, muchos asumieron ingenuamente la situación como la osadía de un imberbe con ínfulas de poder, aun cuando se sabía que ese granuja pertenecía a Voluntad Popular, uno de los grupos terroristas que más daño ha causado en el país intentando derrocar al presidente de la paz, Nicolás Maduro Moros.
Pero a medida que pasa el tiempo y el hampón se llena de angustia viendo que su "jueguito macabro" no le funciona, se delata. Y ya no lo podemos calificar de simple idiota -aunque creo que en el fondo lo sigue siendo-, porque sus acciones lo evidencian como un asesino, como un criminal en potencia, que le gusta la sangre de la misma manera que a sus amos de Voluntad Popular y a los sanguinarios del imperio gringo que lo escogieron de marioneta.
Decir que no le tiene miedo a la guerra como lo dijo ese bandolero, es mostrarse insensible ante una matanza de venezolanos con tal de obtener el poder. Que no le importa llegar a Miraflores pisoteando cadáveres de gente inocente. Y eso es ser una miseria de ser humano. Con este delincuente estamos en presencia de otro terrorista más, capaz de prenderle fuego a la gente viva si se le llegara a presentar de nuevo la oportunidad, de volver a colocar guayas en las vías para que se decapiten los motorizados. Y de esa forma debe ser considerado y tratado por el Gobierno revolucionario y la población en general.
Y lo digo porque veo que a ese maleante no se le trata como el hampón que es, como el asesino que es; debe darle gracias a Dios por nacer en Venezuela, donde impera una democracia genuina, en el momento que gobierna Nicolás Maduro Moros, un pacifista, un hombre de paz, porque si nace y vive en una de esas regiones de EEUU donde aplican la pena de muerte, por menos de una cuarta parte de lo que ha hecho en nuestra patria ya, en nombre de los derechos humanos, lo hubiesen condenado desde cuando a la silla eléctrica, a la cámara de gas, o le hubiesen aplicado una inyección letal.
Ese bandolero expresó que las sanciones financieras que nos impuso el psicópata Donald Trump, no le hacen daño al pueblo, negando las necesidades que pasa la gente sin comida ni medicinas por culpa del máximo cabecilla del imperio gringo. Ese bandido niega la gente que muere en los hospitales, porque los gringos nos bloquean el dinero para la compra de medicamentos, niega el hambre en la población por esta mima causa. ¡Criminal! ¡Y mil veces criminal! El terrorista Guaidó está dispuesto a mancharse las manos de sangre igual que todos los delincuentes que han pretendido darle un golpe de estado al presidente Maduro.
Otro de los casos graves es que obliga la entrada de la llamada "ayuda humanitaria" a Venezuela, intentando provocar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, buscando un enfrentamiento que desencadene la guerra de la cual dice no tener miedo. Diputados del Congreso de los EEUU le advirtieron que solo ellos en su parlamento podían autorizar una guerra, porque ni siquiera el asesino de Donald Trump, sin embargo, el hampón Juan Guaidó insiste en propiciar un incidente en la frontera. Ya Freddy Bernal alertó sobre un falso positivo en la línea limítrofe por parte del gobierno de Colombia, experto en esas macabras operaciones vistiendo paramilitares de militares.
Guaidó es tan asesino que todavía sabiendo que la tal "ayuda humanitaria" que trajeron de los EEUU contiene sustancias cancerígenas, insiste en introducirla al país aún por encima de la salud de la población. Es que no le importa nada; algún día pagará como está pagando Leopoldo López y otros asesinos que intentaron hacerse del poder en Venezuela a costa de la vida de gente inocente.
Más de cien incautos mataron en las guarimbas, los peores hechos terroristas que se hayan registrado en Venezuela y que además de Voluntad Popular, protagonizaron otros grupos hamponiles que fungen de partidos políticos como Primero Justicia, Un Nuevo Tiempo, Vente Venezuela, Alianza Bravo Pueblo y la siempre delictiva Acción Democrática.
De allí que a Guaidó hay que tratarlo como lo que es: como un desalmado para quien los venezolanos no valen nada, para él solo valen sus gringos y los dólares que recibe por el show que tiene montado en el país. Ojalá pudiera ser encarcelado antes que haga más daño a la población.