Al señor Edmundo, como parte de su campaña, le han puesto a comer empanadas y perros calientes. Hay un video, donde una enorme empanada se la come con una disposición inusitada y enorme muestra de placer, por un lado de la boca. Da la impresión que, por algunas circunstancias, nada difíciles de entender, llevaba años que de eso no consumía. Tiene la actitud propia de un niño a quien le ponen en la mano una merienda de su gusto. Hasta sus ojos brillan y miran de manera placentera. Como un niño haciendo una travesura a la escondida.
Al verle en eso, me puse a meditar, dado es casi 11 años menor que yo y le percibo por su movilidad, forma de hablar, como si fuese lo contrario, sobre lo malo que pudiera hacerle estar desde ahora hasta que termine la campaña, alimentándose de esa manera. Y no hay nadie mejor para medir los años que un anciano. A Edmundo imagino, pues pasó muchos años en el servicio diplomático y viviendo en el exterior, que antes pudo y seguro estuvo alimentándose bien y hasta bajo el cuidado de expertos. Su edad y apariencia, visto desde la óptica de alguien que le lleva una buena cantidad de años, no está para esos trotes alimenticios a los que se somete ahora.
Y eso es preocupante, pues según algunas encuestas, está ganando las elecciones al galope, es decir a un ritmo que le permite ahorrar energías, evitar desgastes. Pues se galopa en una competencia de caballos, cuando la ventaja es grande. Y al final, el ganador y los suyos dicen felices, "ganamos al galope", es decir fácil y con el menor esfuerzo. En ese caso, el jinete espuelas y látigo deja de manejarlos. Por supuesto, en las competencias de carreras entre humanos funciona la misma lógica; un velocista pero que participa en competencia de relativa largo alcance, si logra poner entre él y sus competidores una distancia prudencial y más si es grande, opta por el trote, pese no bata marca alguna, pero ganará sin agotarse.
Siendo así, que el señor Edmundo galopa, entonces no se justifica le pongan a comer empanadas y perros calientes, alimentos que a su edad y apariencia, le pudieran hacer mucho daño. Más si tiene por delante el ejercicio presidencial por 6 años, para lo que requiere mucha energía. Ya, al final, tendría 81 años, pero tal como se le ve ahora y comiendo de manera poco saludable para él, pudiera no tener la energía y claridad necesarias. Es decir, dada la ventaja que lleva y la imposibilidad de ser alcanzado, deberían frenarlo y frenarse, marchar con lentitud y hasta parsimonia. Lo que significa comer lo apropiado.
La idea de los publicistas, donde abundan muchos que presumen de genios, se asumen arrogantes y con la certeza de manejar la mente colectiva con sus ocurrencias, tal eso del señor Edmundo, comiendo de manera nada saludable para él, dada su edad y características, es venderle como un tipo del pueblo, del común de la gente. Uno de esos que por culpa del gobierno y los bajos salarios, andamos con una mano atrás, otra adelante y comiendo lo que haya. Algo así como aquel viejo eslogan usado por alguien antes según el cual, "Edmundo es como tú". Y por eso le ponen a comer empanadas en una taguara.
Es una ocurrencia publicitaria tan poco eficaz y saludable, como la del docente que, no se le exhibe por sus logros académicos y destreza pedagógica, sino por haberse convertido en emprendedor en el negocio de la chicha. El chichero se volvió exitoso, pero el docente se hundió en la ruina. En ese caso debieron haber escogido otro perfil.
Pero ese lugar común, copiado por sus publicistas, de quienes antes ya se habían copiado de otros copiones, puede revertirse contra Edmundo. Y es así, porque cualquiera, medianamente inteligente, pudiera pensar ¿si Edmundo galopa, por qué tanta prisa? ¿Por qué ponerle a ingerir, donde llegue, alimentos que, a su edad y por su apariencia, pudieran agravar o aumentar sensiblemente la edad o para mejor decirlo, deteriorar su salud? ¿No corre el riesgo qué, por andar muy a prisa, pese lleva una demasiada grande ventaja, pudiera desmayarse antes de llegar al final, que no es el 28, sino el tiempo que debe gobernar, por lo menos hasta que encuentra la manera de entregar el testigo a quien sea menester o esté planificado.
Es decir, se pudiera inferir que Edmundo no está ganando fácilmente en materia electoral, como suelen decir los suyos y uno también eso piensa, pues no galopa, se ve muy a prisa en la publicidad, por lo que come, pese que, cuando se moviliza, según uno percibe en los videos, lo hace con la habitual paciencia de la avanzada edad.
No puedo decir exactamente muchas cosas de Ud., pues hace poco no me habían llegado noticias, pero ahora unos lo exhiben como procedente de una familia humilde y otros como descendiente de gente de mucho lustre, de esos que en la historia de Venezuela tuvieron nombre resaltante, pues en eso hay dos discursos, uno para un público y otro para otro. Y entre las cosas que sé es que pasó gran parte de su vida en el servicio diplomático y eso, más un poco de inteligencia, lo que a Ud., le sobra, seguro debió ayudarle para cuidar el comer. Y, en efecto, así parece, pues pese su edad, tiene una figura muy lejos de lo obeso; no es la obesidad lo que con certeza le afecta, pudiera ser otra cosa. Y por esta cosa, también es necesario cuidar mucho el pico y no permitir que los publicistas, intentando crear la imagen que galopa en la carrera electoral, le pongan a comer empanadas y perros calientes, cosas que seguro llevaba años sin comer, quizás desde la lejana juventud, lo que se deduce por la alegría que emana de su habitual triste rostro, lo que este refleja, al llevar ese manjar popular a un costado de su boca. Y sé además que, su gesto no es porque sea un gran actor, como cualquiera pudiera pensar al verle cambiar el rostro, sino por la sorpresa que le genera el probar un manjar, el mismo que consumía siendo niño en la vieja casa familiar y la naturaleza de su trabajo, los cambios de hábitos que la vida cotidiana a cada quien impone, le hicieron olvidarlo. Y ahora, al encontrarse con él, como un encontrarse con los viejos o mejor juveniles tiempos, las costumbres de casa, la escuela, le provocan esa felicidad que exhibe al comer la empanada.
Le aconsejo, no siga en eso por complacer a sus publicistas, pues es un truco demasiado usado, desgastado. Pudiera hacer pensar que está perdiendo y ocurre a eso como una argucia, un lugar común, para mandar un mensaje distinto, una simple bola, un mal dato, una botella de licor "pata quebrá".
Pero también le aconsejo no siga en eso porque, esas empanadas bien hechas, como las hacían nuestras madres, son deliciosas, están ligadas a la cultura nuestra, a todos, por demás nos gustan, pero Ud. y yo, es decir, los viejos, no estamos para esos trotes. Y si nos ponemos a comer perros calientes, es cosa más grave. Y más Ud. que, de ganar las elecciones, tendría que estar de pie a las 5 a.m., y andar todo el día en un "corri y corri" y no saber nunca, en el curso del día, cuándo tendrá tiempo para darle un descanso al cuerpo. Un cuerpo que los años desgasta y hay unos que se desgastan más rápidamente que otros. Y, una de las causas que esto explica, está en lo que uno come.
Si en verdad está ganando, cosa que ahora pongo en duda, pues eso creía hasta que vi esa publicidad, no siga en eso de comer empanadas y perros calientes que para usted no es nada saludable y deja en la gente la sensación se trata de un recurso publicitario de quien está perdiendo, como por eso, comienzo a percibirlo ahora..
Pero si le sirve de consuelo, le diré que, cuando vi la propaganda del docente que dejó el ejercicio de su profesión para convertirse en emprendedor, pequeño empresario de la chicha, donde por ello da muestras de felicidad y haberse realizado, emergió en mí la misma percepción. Mis dudas volvieron al nivel de antes.
No es nada insensato lo dicho por Luis Vicente León, una cosa es lo que uno cree que sucede y otra cuando se cierra la cuenta.