Mi palabra

Edmundo inocente y no sabe nada ¡Ay papá!

"La inocencia de la criatura,

que está meada y dice que suda"

proverbio

La señora iba echando las empanadas en el sartén, mientras varios comensales esperaban ansiosos para desayunar; en una mañana el cual había despertado bajo un calor intenso, que servía para cualquier atrevido pronosticar de la calle, anunciar un fuerte aguacero. Al momento se apareció un jodedor, de esos que se divierten, inventando de cualquier cosa una ocurrencia; apenas saludo se dirigió a la trabajadora de las rellenas: ¡Señora, usted es la que atendió a Edmundo y a María Corina, con las empanadas, pero no le cerraron el negocio ¡La mujer lo vio de arriba abajo, para finalmente responderle en medio de una sonrisa sarcástica: ¡Ese es otro viejo pendejo, creyendo en los mangos bajitos; ahora, se está haciendo el inocente, pero el gobierno no lo va pelar ni que le pinte pajaritos en el aire!

Todos vieron a la humilde mujer, quien no paraba en su faena, pero a la vez, muy atenta, mientras le respondía al jodedor, ya que, le salió respondona al recién llegado y todo el que se sentaba a degustar el desayuno, lo hacía con una sonrisa, dejando la incógnita en el aire, ya que, no se sabía, si era por el sabor de las empanadas o por la actitud de la trabajadora. El momento se convirtió en una guachafita y no había uno, que no buscara la manera de hablar personalmente con la oficiosa mujer, hasta, que uno de ellos alzando la voz se hizo oír ¡mire, por qué dice eso, explíqueme! Sin mirarle la cara le respondió ¡Casi queman el país y, ahora, son unos inocentes, coma tranquilo, escuche al fiscal!

El hombre se encolerizó y casi retando a la trabajadora, la tildó de chavista de estar con el gobierno. La mujer siguió en su trabajo, como si no estaba pasando nada, pero en vista, que el comensal estaba alzando la voz, con palabras fuera de tono, dejó por momentos la ocupación y sin mucho rodeo, fue ella la que le preguntó ¿Mire usted me hizo una pregunta o me pidió una empanada? seguidamente se soltó hablar en voz alta para que todo el mundo la oyera, después de retornar a su labor: ¡lo que pasa, es que la oposición se acostumbró a echar vaina sin castigo, lo que no hizo la fiscal que anda huyendo lo está haciendo Tarek, porque las tiene bien puestas o corren o se encaraman!

No había manera de callar a la mujer, quien muy coordinada y ordenada en lo que estaba diciendo, prácticamente calló al que al final parecía haberse dado cuenta, que no se había encontrado con una vendedora de empanadas, si no con una mujer muy clara en lo que decía. Lo único, que se le ocurrió al provocador, ya, un poco más comedido, como entendiendo el avispero, que había alborotado ¡yo siendo usted no estuviera vendiendo empanadas, estuviera en el gobierno! No había terminado de hablar, cuando escuchó la respuesta, como una daga cortante, provocando carcajadas en los pocos presentes ¡yo siempre he hecho este trabajo sin meterme en política respetando a todo el que llega, pero usted a lo mejor estaba apoyando a la María Corina y su payaso y carga la espina clavada!

Este intercambio de palabras, que por momentos parecía salirse de la sana convivencia, se produjo en menos de 15 minutos, pero dejó muy claro, que el espejismo creado en la calle por la oposición, encabezada por la inhabilitada y su secuaz, produce efectos contrarios al que andaban buscaban por varias razones, entre ellas las muy conocidas, pero las siguen utilizando por la condición de clase: continúan despreciando al pueblo, ya que, lo quieren convencer con mentiras y falsedades creadas por el aparato mediático y ese veneno trasmitido por las redes, el cual repitieron hasta la saciedad, haciéndole creer a todo el mundo, que donde llega María Corina y su espantapájaros o le cerraban el negocio o ponían preso al dueño, era un inventó tan gafo, que solamente se lo tragaron los que trataron de engañar con ese cuento.



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Narciso Torrealba


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