Otra amiga, radical, de pronto arrió banderas, armas y bagajes y se pasó al enemigo… Increíble pero incierto!

Esta amiga es abogada, escritora, de esas que se mostraban ardorosamente radicales contra la derecha, y cuyo verbo era encendido en defensa de la patria en contra del imperialismo gringo.

Uno nunca se puede confiar de nadie.

Uno nunca sabe en qué momento las personas saltan de una posición a la contraria sobre todo en los que dicen militar en las filas de la izquierda, en qué momento en ellas se producirá un quiebre, un inesperado giro, un cambio hacia lo impensable. Y la traición la justifican con cualquier fútil y personal motivo, cualquier falaz y burdo invento. A veces, en relación con estas personas, nos alertan ciertos signos, ciertas expresiones o ambigüedades, pero hay que ser muy intuitivos y agudos para detectarlos a tiempo. El camino de nuestra revolución ha estado empedrado de traidores, y no hubo nadie entre nosotros, por ejemplo, que alertaran al presidente Chávez sobre la canalla del Rafael Ramírez, del Tareck El Aissami, Héctor Navarro, Andrés Izarra, Ana Elisa Osorio, Gabriela Ramírez, rafael Isea, Luisa Ortega Díaz, Rodrigo Cabezas,… nadie, nadie lo hizo, y uno entiende ciertas razones para ello…

Una historia de traiciones que comienza con el mismísimo Luis Miquilena, con aquel orondo diputado por el MVR a la Asamblea Nacional y luego magistrado de la república, don Luis Velásquez Alvaray, siguiendo con Ernesto Alvarenga. Aquel mar de Casandras como el Alfredo Peña, Hiram Gaviria, Alejandro Armas, Ismael García, José Luis Farías, Tobías Carrero, y tantos encaletados de cada hora…, tales como el Raúl Isaías Baduel, Luis Alfonzo Dávila, Luis Acosta Carlez, Ramón Martínez, Eduardo Manuit, Clíver Alcalá Cordones … Dios mío, cuántos perros rabiosos que se colearon en el proceso como dulces corderitos!

He aquí la carta de aquella amiga, Amalia Hurtado que de la noche a la mañana no sabemos qué mosquito le picó, dando una espectacular voltereta, que aún me tiene desconcertado:

Hola José:

Acabo de leer tu artículo sobre los videos de Requesens. No vi ese de los calzoncillos manchados, pero si en donde confiesa haber ayudado a su compinche a pasar por la frontera a uno de los implicados en el asunto de los drones explosivos.

Es de ese que te quiero hablar.

Vi un hombre atemorizado, hablando de algo contra su voluntad (¿CONTRA SU VOLUNTAD?, qué agudeza la tuya, Amalia). Vi a un hombre coaccionado (lo ratificas Amalia con todo tu coraje "revolucionario"). Eso me recordó casos que vi, en donde participaron cuerpos de seguridad para coaccionar a personas (Amalia, quién podía imaginar que un día te pondrías del lado de María Corina, tú que la odiabas tanto, y la llamabas La Malincha).

Pero es de Requesens de quien quiero hablar. Ese tipo puede haber tenido la conducta peor que existe, pero el trato a los prisioneros no se define por quién es el prisionero, sino por quién es el carcelero (qué detalles, los tuyos Amalia). Actuar como los gobiernos de la cuarta o de la cero república, hace al gobierno de Maduro igual a ellos. Y basta dar una mirada a la realidad para comprender que el maltrato, la coacción a los prisioneros, unida a la humillación pública, es sólo una de las aristas que demuestran que el actual gobierno es todo, menos revolucionario.

Más allá de que aún queden contadas personas que aún creen que Maduro está equivocado como tú, y no hace lo que hace a propósito, a veces es mejor sufrir el dolor de darnos cuenta de que el proceso tan hermoso que apoyamos y con el cual estuvimos con todo, ha sido traicionado y lanzado a la mierda por todos esos sujetos que hoy fungen como gobierno y tienen la desvergüenza de llamarse revolucionarios...

Siempre te tuve por un hombre de especial sensibilidad, un poeta, contestatario y excéntrico, como me habían contado antes de conocerte, pero con el corazón bien puesto en el centro del pecho. Pero qué te puedo decir ahora. No sé qué pensar, porque tú no trabajas para el gobierno, porque tú siempre has preferido tener tus propias opiniones, y ahora no sé qué pensar.

Sant Roz, por favor, que un sectarismo injustificado y el deseo de negar el sufrimiento que implica reconocer que todo se fue a la mierda, no te cierren el corazón, que es lo más hermoso que tiene un hombre, un poeta, un revolucionario. No puedo comprender que tú te mantengas tal leal al gobierno, como si de veras no hiciera nada malo. Ahora no sé ni qué pensar de los que le adversan si de veras son como dice el gobierno (ES DECIR, LEOPOLDO LÓPEZ TE VA A SALVAR, AMALIA, A LO QUE LLEGASTE)…

Cuando perdemos los sentimientos humanos, lo perdemos todo. No te dejes vencer por aquellos que controlan el mundo (¿MADURO?) y están atizando los imperios y manipulando a los débiles de conciencia hasta convertirlos en traidores de su propia esencia.

Yo siento dolor. Ali Primera me duele, por eso dejé de escucharlo (¿LO DEJASTE DE ESCUCHAR?). Y me duelen todos los que se han negado a despertar (¿Cómo YO?). Porque para hacer nuestro mejor esfuerzo para crear un mundo mejor, de acuerdo con nuestras posibilidades, es indispensable estar despiertos.

Chao, Sant Roz. Saludos desde Brasil, en donde vivo hace dos años. Sí, me fui "demasiado", y también leí tus artículos en donde hablabas de eso. Me fui, me fui, me fui…

Chao.

(14 DE AGOSTO DE 2018)



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José Sant Roz

Director de Ensartaos.com.ve. Profesor de matemáticas en la Universidad de Los Andes (ULA). autor de más de veinte libros sobre política e historia.

 jsantroz@gmail.com      @jsantroz

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