Lo que más llama la atención del “golpe suave” que estamos viviendo en Venezuela, el cual está en pleno desarrollo, a pesar de las afirmaciones de los organismos oficiales de que ya está neutralizado, es, cómo quienes lo aúpan, aplican la política de la rosa y el garrote. Por un lado niegan en voz alta que haya algún plan desestabilizador, encuestan a la población para demostrar que no hay peligro alguno, hablan de reconciliación y por otro se preparan para, cómo dijo Oscar Pérez, el suspendido diputado de la Asamblea Legislativa del estado Miranda, recuperar (calentando las calles) la democracia representativa que tanto disfrutaban unos y otros, en la Cuarta República, y al mismo tiempo asedian a un indefenso estudiante en la Universidad Católica Andrés Bello por identificarse públicamente con el proceso de transformaciones que vivimos.
Quizás mucha gente no sabe que una de las características predominantes en el ciclo de la violencia doméstica es precisamente la combinación de estas dos formas de expresar sentimientos tan encontrados. La táctica, unas veces en estado de lucidez y otras, de turbación, persigue confundir a la víctima y atacar por sorpresa. Uno de los efectos más importantes de esta forma de aproximación es desarrollar en el contrario una deplorable condición psicológica, en la cual no se sabe si acercarse o alejarse. Genera una contradicción en el flanco interno del adversario que busca doblegar su voluntad y afectar su discernimiento.
Traslade este comportamiento al plano social y político que estamos viviendo y entenderá qué es lo que se persigue con el “golpe suave” en su segunda etapa. El objetivo estratégico es mantener los privilegios de una educación al servicio de las trasnacionales aunque para ello haya que pasar por “abrir” espacios temporalmente en sus casas de estudio para el pensamiento crítico, que ahora, irónicamente, ellos llaman único. Con esto hacen creer a sus propios estudiantes que sus propósitos son pacíficos aunque quienes en realidad estén dirigiendo los acontecimientos tras bastidores sean las mismas figuras que le han decretado la muerte al gobierno bolivariano.
Y parafraseando el dicho popular, aquí va una oración para poner nuestras barbas en remojo, conjurar golpes, de esos que, como dijera César Vallejo, en Los Heraldos Negro, son tan fuertes, como del odio de Dios… ¡Yo no se!
A Salvador Allende
Padre Nuestro que estás en los cielos de esta hermosa tierra y en las entrañas de mi pueblo
Perdona nuestra resistencia a poner fin a la concesión que le hemos dado a nuestro ego para dirigir nuestro destino
La pretensión a negar nuestro pasado para no ver y a querer simular roles de generaciones que ya se fueron
La tentación a hablar de reconciliación para luego no compartir nuestras tribunas con quienes estamos llamando a ella
La falsa humildad cuando decimos que no estamos haciendo política desde una posición pública
Padre Nuestro que estás en los cielos de esta hermosa tierra y en el corazón de los desposeídos
Perdona nuestra renuencia a poner fin a la concesión que le hemos dado a nuestra soberbia para no reconocer el poder de las mayorías
La pretensión a dirigir los destinos de nuestro país cuando este ya tiene quién lo haga por decisión de un 62%
La tentación a envolver con palabras vacías la ofuscación que tenemos
La falsa humildad cuando creemos poder apropiarnos de lo que nos pertenece a todos
Padre Nuestro que estás en los cielos de esta hermosa tierra y en el alma de todas las razas
Perdona nuestra oposición al cambio y a poner fin a la concesión de nuestros privilegios
La pretensión a pasar por encima de las decisiones reiteradas de un colectivo que se llama pueblo
La tentación a no querer escuchar pero sí a pedir que se nos escuche
La falsa humildad de invocar la libertad cuando la ejerzo plenamente
Padre Nuestro que estás en los cielos de esta hermosa tierra y en el alma de la humanidad toda
Perdona nuestra rebeldía sin causa cuando volteo nuestros símbolos patrios para llamar a una intervención extranjera
Nuestra pretensión al suponer que nuestros intereses individuales están por encima del colectivo
Nuestra tentación a caer en la ingenuidad de no saber que somos “carne de cañón” precisamente cuando no queremos ver de dónde salen los tiros
Nuestra falsa humildad cuando caemos en ese juego retorcido de pedir para luego despreciar las oportunidades que nos dan
Padre Nuestro, perdónanos por querer copiar modelos ajenos,
por no querer salir de nuestras cuatro paredes
por dejarnos utilizar sin saberlo
Padre y si por esas cosas del destino no despertáramos a tiempo, líbranos del mal momento de apuntar contra nuestro pueblo.
clarac8@cantv.net