No es casual que sea mediante reggaeton la insinuación decadente a terminar con la vida del Presidente. Verdad es que la prestancia ¿musical? del reggaeton es un abanico subterráneo donde la decencia es su burla, la educación, familia, o alternativa de solución a los sinsabores de cualquier índole, son resueltos en la provocación del restriegue carnal entre ropa y ropa, “algo permisivo”, mientras se está vestido. Ínfulas de esperanza para que la decadencia no pierda su única visión: Desgaste energético entre vampiros moribundos. Calle ciega de la rebeldía musical nacida en los 60. ¿Qué hay más allá?
Todo el mundo sabe cómo se posesionó esta moda de “fuckers on dress”. Dirty dance, proveniente del reggae, dicen las malas lenguas más un ensopado de hip hop y ragammuffin’, corrientes urbanas que lo detestan de paso. Lo cierto que de sensual, tienen que enseñarle el tango, el danzón, la cumbia, merengue, tambores o el vallenato bailados como mandan los dioses, ritmos con pasos maestros que son erotismo puro, arte puro lo que se lleva usted para la cama, si es ese el paso final.
La violencia de la envidia, la alevosía, la peor de todas, son mofas en el restriegue de cuánto reglamento pretenda hacer sombra de ley en el reggaeton. Vida proveniente de la payola del narcolavado a las emisoras, es descarado vox populi, su descarnado origen donde sólo el narcolavado le ha dado molde y vida. El submundo no sólo trajo al reggaeton, también al vallenato más sonso que le cedió un espacio que ya venía progresando en sus cuentas, dándoles entrada a promotores que ni en Colombia escuchan. Recuerdo cuando nos reprochaban que las canciones en inglés que escuchábamos en los 60 y 70, que nadie entendía. Ahora en nuestro idioma castizo, las letras poco importan. Lo que importa es el “mete y saca”, como más “original” se exprese.
La vida republicana está tomando cariz de análisis, estos días de reforma, para mí, de revolución en nuestra carta magna, totalmente contrarios a la proyección que ofrece el reggaeton. En él están los demás ingredientes: violencia, discriminación, devaluación, en fin, decadencia inseparable, elementos fáciles de insertar a través de la envidia ya sembrada hacia el Presidente. No me extraña para nada que la orden de invasión la extiendan en reggaeton.
Qué insólito, la belleza, la química, el cortejo mismo, son herramientas nada importantes para el reggaeton. Carnaval de bacantes, transforma en raleas a las virtudes incipientes, las púberes y adolescentes son víctimas de este huracán, que más de una sufre los embates de pies en polvorosa de sus amantes irresponsables. Más de un pichón ha mal venido bajo ese influjo asesino de vida, sin disparar un tiro. Porque para eso está hecha esa vacuidad musical, para la decadencia de la mujer, de su intimidad, decadencia pura. La amistad no es que le queda grande, no existe. Disfruta con la traición, deslealtad, con la degradación como triunfo.
Lo más doloroso es que la clave más brutal para su arraigo la encarna la joven mujer-madre. Pretendiendo ser un escape inocente de rebeldía, el reggaeton ha encaminado su aceptación como moda, donde la mujer saca trofeos obscenos al exponer a sus niños en la hoya de la moda. Pequeños que no han crecido en hormonas, son “crecidos” vía reggaeton meneando su culito, alborozando a sus padres, todo un primor los carajitos.
Qué encaminamiento puede atraer a los infantes, si la “droga” más placentera la llevas en tu cuerpo, por lo que ¿quién va a venir a prohibir hacer lo que te dé en gana si los narcosexuales, están libres de ofrecerla al costo más barato: GRATIS? Libertad implica selección, la voluntad de hacer va cónsona en la edad, el conocimiento de la vida no lo ofrece la decadencia, a menos que sea aprendizaje para no regresar a ella. Qué hace la vida que está influenciada que lleva ya casi 10 años con este patrón para las féminas de tetas paradas, buenos rabos, pero siempre dóciles hembras, sólo asequibles con la facilidad de las niñas, y mientras más jóvenes, más acorde esta decadencia para los chacales que las deparan. Adónde se quiere llegar.
Matar y violentar son estigmas que han hundido al rock, al heavy metal, el goth metal, al punto que muchos de los grandes, han regresado con otras propuestas, después de que las drogas casi acaban con sus vidas (Red Hot Chili Pepper, Rolling Stones, Metallica, ahora Police…). No así el reggaeton, donde la alternabilidad urge en el ámbito musical, pues la confusión se traga la debilidad de nuestra juventud, más que todo de las féminas como postres aberrados.
El papel de la mujer está creciendo en importancia en este cambio político, pero en la música popular la inyección de autoestima no le llega, no hay un alimento que a todas cautive, aunque prefiero creer que es el macho el que aún habla por el hombre. Mucha mujer sigue estando en el sur de esta revolución. Lo más alto de nuestros cerros acude a las grandes marchas del Presidente, donde también son poseídas (las mujeres) en los rojizos templetes con esta decadencia musical, como parte de atractivo de moda. El cambio no llega mientras este sur de nuestra revolución esté tomado por el norte quimero del machismo sodomita, para lo cual el varón, está solapado, escondido, pues mientras sea esta decadencia la vocera, el verdadero hombre nuevo, la verdadera mujer nueva NO NACEN, ni siquiera como insipiencia. Pues entre Socialismo o muerte, esta decadencia musical ya está atrincherada con la muerte.
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