Ese Rey si que tiene los cojones bien puestos. Cualquiera no se atreve mandar a callar de frente en público a uno de los líderes políticos más destacados del momento. Primero por su importancia política en Nuestra América. Segundo por las reacciones del Presidente Chávez, quien no se quedaría callado.
El que actúa cojonudamente no piensa en las consecuencias de sus acciones cojonudas. De lo contrario no sería un cojonudo. El Rey dormía plácidamente, el intercambio de dimes y diretes entre Chávez y Zapatero interrumpieron su sueño. Y mientras el Rey duerme hay que hacer silencio. Ya era la tercera vez que lo despertaban. El Rey se despertó arrecho, vió a Zapatero, vió a Chávez y la pagó con el negro. Una vez erguido el Rey no podía dar vuelta atrás. La furia real se había desatado y no había manera de contenerla. Con todos sus cojones el Rey le grito a Chávez que se callara. Y se tragó sus últimas palabras, “… por qué no me dejas dormir”. No lo dijo por un poco de vergüenza, porque al fin y al cabo los reyes tiene algo de humano.
Sea como sea, ese breve acto le sirvió al Rey para mostrar porque es Rey, que él si tiene los cojones bien puestos para mandar a callar a quien le venga en gana.
La oposición salió en carrera a aplaudir los segundos de coraje del Rey, celebraron en las calles ese despliegue de furia real ante el mulato presidente de todos los venezolanos. “Ese Rey si tiene las bolas bien puestas”, gritaba una. “Así se hace mi Rey”, aclamó la otra. “Rosales, aprende del Rey, no seas pajúo”, expresó tímidamente una tercera. Me asomé a la puerta para verle las caras, y otra me dijo: “Ojalá que el Rey nos prestara sus cojones”. No respondí. Ella insistió, “Necesitamos en la oposición un hombre como mi Rey, un hombre con los cojones bien puestos”. Inmediatamente pasaron por mi mente las caras de todos los hombres de la oposición que se han manifestado públicamente y sentí un poco de lástima. ¿Por qué piensa mi vecina que no tienen los cojones del Rey? Bueno, ella sabrá porque lo dice.
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