Ven a mí, desnuda y encendida,
con la sonrisa abierta entre las piernas
préstame la humedad de tus cavernas,
impúdica mujer desconocida.
(Lujuria, autor anónimo)
En realidad, ya casi no recuerdo, cuando una tarde lluviosa, en la casa parroquial, el padre Manzares, comenzó su charla de los jueves, hablándonos de los siete pecados capitales (citados en el siglo VI por Gregorio I y en el siglo XIV, por Dante Alighieri en la Divina Comedia) como una advertencia de no caer en los brazos de Luci o de don Sata, y más bien estar siempre dispuestos a ir por el buen camino de dios.
Escuchen bien muchachos, nos dijo con voz pausada, un pecado es todo aquello que atenta contra las virtudes divinas, se llama capital porque da origen a otras desviaciones, trasgresiones o vicios de la conducta, aunque en el mundo no religioso, también hay muchas irregularidades, hechos ilícitos, trasgresión a las leyes de la naturaleza, de la convivencia social y similares a los pecados capitales (Español, latín e inglés) que se conocen desde épocas muy antiguas:
Soberbia (Superbia-Pride): El exceso de autoestima o amor propio conduce al ser humano a sentirse único por encima de los demás (excesivo orgullo), lo que lo lleva a no admitir sus errores, fallas, omisiones e incluso arbitrariedades. Esta es una de las características de las dictaduras, ya sean civiles o militares, sean estas disfrazadas o abiertas. Cuando en un país no hay elecciones de ningún tipo, las autoridades no se relegitiman con el voto popular, cuando los dirigentes se convierten en tiranos que no escuchan la voz del pueblo, se está en presencia de “líderes” soberbios. Las monarquías y los imperios son típicos ejemplos donde se ha instaurado el reino de la soberbia del gobernante. Cualquier desviación o propensión hacia una práctica política acompañada de soberbia debe ser combatida con elecciones, con la participación democrática del pueblo. En el caso de la empresa privada, funcionan como una monarquía donde el que tenga más acciones y poder económico es el líder y presidente de su empresa o grupo económico, prácticamente de por vida.
La pereza (Acidia-Sloth), es enemiga del estudio y el trabajo, de la creación y la innovación del hombre, cualquiera sea su oficio o profesión, pero si se trata de la gente que asume funciones públicas ya sea como gobernantes o voceros opositores, el pecado es más grande todavía. ¿Se han dado cuenta de empleados que escalan posiciones de mayor responsabilidad buscando trabajar menos?. Aquellos que premian la flojera o se regocijan con medallas y similares falsamente merecidas, estimulan la pereza y el ocio mal entendido. Los reposeros y reposeras son un buen ejemplo de estar empleado para no hacer nada ¿Se han dado cuenta de algunos concejales y diputados?. En el lenguaje de los laicos, pudiese llamársele un acto más de corrupción e irresponsabilidad ciudadana a todo aquello que significa abulia u omisión para cumplir con nuestra responsabilidad privada o pública.
La avaricia (Avaritia-Greed), es la incesante práctica de buscar, atesorar o guardar dinero y obtener bienes materiales ilimitadamente. Mientras más se acumulan riquezas, más se les quiere poseer y multiplicar. El afán de lucro desmedido los lleva a falsear la verdad, a pagar para entorpecer la competencia, contratar sicarios para acallar a la gente honesta y/o extorsionarla. El avaro tiende a ser desleal, traidor, sínico. Todos aquellos funcionarios o empleados que aceptan sobornos, en el fondo lo hacen por avaricia. En fin el avaro o las avaras se consiguen fundamentalmente en el sector privado de la economía, donde los negocios y el mercado son convertidos en los sustitutos de su propio dios y la verdad. Esta gente penetra con sus tentáculos de maliciosos y rabiosos alacranes, importantes áreas del sector público: “una luna de muerte gravita sobre quien se pasa la noche contando las monedas”.
La Lujuria (Luxuria-Lust), es la avidez en exceso por tener actos de naturaleza sexual o genital. Para algunos, los deseos obsesivos se consideran lujuriosos, que pudiesen llegar hasta la violación. Aunque no es fácil, medir, para nosotros los creyentes, es un pecado, por cuanto traspasa los límites de lo que la iglesia considera normal. Cuando alguien, hombre o mujer comercia con su sexo, sea alguien de la realeza o gente común o corriente, se dice que hay lujuria, más que amor, lo que se busca es la exhibición, las ostentación, el aprovechamiento de cargos importantes por dar o recibir sexo. La otra u otras personas en estos casos, pudiesen ser considerados como simples objetos, no hay verdadero amor. En todo caso, este tema tiene mucho de subjetivo a la hora de ser calificado.
La ira (Ira-Anger) en el fondo es una reacción de enojo, generalmente incontrolada, donde la sangre pareciese que está en llamas por lo molesto de alguna situación desagradable, que pudiese conducir a situaciones violentas incluyendo el crímen. La gente con mucho poder económico y/o político, son generalmente presas de arrebatos de ira. El creer que siempre la verdad está con nosotros, pudiese hacernos víctimas de reacciones intolerantes más allá de lo racional ¿Recuerdan Uds. la iracunda reacción que tuvo una vez un rey español, cuando un presidente de otro país cuestionaba eventos negativos que ocurrían en su reino-república? O cuando criticó el abuso de empresas privatizadas del país del Rey, que abusaban de la paciencia del pueblo. ¿Recuerdan que saltó de su silla y no quiso seguir escuchando?
La gula (Gula-Gluttony), es la avidez por comer y beber sin límite (glotonería, alcoholismo o similares excesos). Es un acto catalogado de irracional y egoísta, pues no respeta el derecho presente y futuro de los demás. ¿Recuerdan una película italiana titulada la comilona?. Allí la gente comió y bebió hasta perder el sentido y la propia vida...¿Donde se observa más esta desviación? Naturalmente en las clases ricas que con su exceso de dinero lo natural lo convierten en un vicio envilecedor. Cuenta un jóven que cuando entró a un lujosos restaurante de Caracas, escuchó a uno de los comensales, presuntamente de Fedecámaras, acompañado de un buen licor escocés, el cual tenía agarrada con la mano derecha una gigante presa de un opíparo y bien suculento pavo y en la otra mano, un jugoso pernil, y mientras se atragantaba uno y otro bocado, decía, con clara e inteligible voz “cuando será que se va a terminar el hambre en este país, ya no soporto este comunismo hambreador.. por favor, mesonero, traígame ahora una paella a la marinera para completar esta ronda..”
La envidia (Invidia-Envy), es un sentimiento muy arraigado en el alma y el corazón de algunos humanos, que desean tener riquezas, grados, cargos y glorias que otros tienen, no importa que no se lo merezcan. En el fondo el envidioso es celoso, se cree superior a quien quiere emular, igualar o superar. Busca por todos los medios, subestimar a los demás y encumbrar su persona más allá de lo que realmente es. Cuando el envidioso se encuentra que su adversario es inteligente, preparado y con un poder no fácil de vencer, la envidia lo conduce a mentir, a buscar aliados nefastos, a traicionar la amistad y/o los principios. Lo importante es demostrarse a si mismo y a los demás que quien sirve es él.
Puede que la envidia no produzca en todos sus adictos, acciones de crímenes propiamente dichos, sin embargo, en su esencia hay maldad “la esencia del mal trasciende a las miserias humanas, se intenta tomar el cielo por asalto, saltando muros que trascienden las normas y la convivencia ciudadana”. Dicen que don Luci no fue malo por haber matado a nadie, sino por querer saltar por encima del bien..
El envidioso confunde la autoestima y el amor propio con la soberbia. ¿Recuerdan aquellos militares y políticos que ambicionando ser presidentes y/o tener muchos bienes económicos dejaron a sus compañeros de luchas no importándoles recibir más tarde el epíteto de traidores? ¿Recuerdan aquellos señores que temerosos de perder en gallarda lid en unas elecciones contra un líder casi invencible, buscaban afanosamente que apartasen o eliminasen al líder de la contienda electoral? La lógica para los envidiosos, es poder competir con los más débiles, pues de esta manera, piensan, su triunfo está seguro. Por eso en la envidia nunca puede faltar la mentira y el falso testimonio. En un ambiente de plena libertad de oportunidades y condiciones políticas, el envidioso dice: aquí no hay libertad, esta es una dictadura, si se hacen elecciones y ganan ustedes es un Golpe de Estado, si gano yo o mi gente si hay democracia. Como dijo un poeta: la envidia mueve enjutas las facciones y, y bajo la húmeda umbría de su manto, hongos y venenosas sabandijas. ¡El envidioso llama a voces a la parca!”
Sobre este mismo tema, un autor anónimo escribió: ¿Por qué has de tener tú si yo no tengo? ¿Por qué has de triunfar tu si yo fracaso? Siempre parece ser mayor tu vaso, mejor tu acción, más noble tu abolengo. Por supuesto, que este verso está referido, a los que ambicionan sin reales derechos y virtudes, no a quienes critican con razón y buen sustento ideológico los privilegios mal habidos o negligentemente ejercidos por los demás.
Cuando el sacerdote terminó su charla, un joven se levantó de su silla e hizo el comentario siguiente: “Mire padre, tenga cuidado y no lo vayan a excomulgar o a perseguir de parte de la Conferencia Episcopal Venezolana, pues creo que Ud. dijo unas cuantas verdades con orientaciones que atentan con la oligarquía del dinero y la mentira política que todavía impera en este país. Que dios lo vendiga..gracias.”
Una reflexión complementaria a lo que escuché aquella tarde: A parte de los “Pecados Capitales” comentados por el citado padre, también existen otras actitudes de hombres y mujeres que contribuyen a caracterizar el lado enfermo de la sociedad en que se vive: la crueldad, la hipocresía, el sicariato, el egoísmo, la deshonestidad, el guerrerismo, la corrupción, la complicidad ante la impunidad, la proliferación de mentiras en los medios de comunicación social, la complicidad ante la injusticia, el avalar las riquezas mal habidas y otra larga lista que pone en entredicho en muchas oportunidades la otra imagen del ser humano.
En todo caso, independientemente de si estos males se ven desde un punto de vista religioso o no, lo más importante es que las revoluciones que actualmente están en proceso en el mundo, los combatan con fuerza y valentía, desde los institutos educacionales, partidos políticos, organizaciones comunales y entidades públicas y privadas, al servicio de la ética revolucionaria y del nuevo ser humano que demanda la nueva sociedad. Eso sí, este combate debe ir acompañado de maduréz, inteligencia, tiempo oportuno, certeza en vez de torpeza (generar piso político antes de atacar a los bandidos, viciosos y cómplices). El espíritu glorioso de Simón Bolívar, debe guiar esta gran batalla...es necesario y urgente seguir construyendo victorias
(yovic01@cantv.net)