Debemos suponer que piensan, aunque tenemos pruebas de que posiblemente alguien piensa por ellos. Ya lo vimos, cuando un grupo de disociados, olvidaron en la mesa de oradores de la Asamblea Nacional, una hoja de instrucciones elaborada por una empresa de publicidad. Estos idiotitas intolerantes, no muestran tener ningún criterio para actuar como lo hacen y como lo dicen cuando declaran sandeces ante las cámaras y micrófonos de la televisión, dejando traslucir su falta de criterio y su intolerancia. La posición intransigente de esos pobres politiquitos que van a la universidad, está fundada sobre dogmas preestablecidos y dictados por sus amos intelectuales.
El individuo pensante establece su criterio partiendo de su conocimiento y experiencia, se deduce de esta premisa que a mayor conocimiento y mayor experiencia mayor será el valor del juicio que haga la persona con criterio.
Todos los viejos sabemos lo que es ser joven e ignorante, ningún joven sabe lo que es ser viejo y sabio o al menos con experiencia y un sólido criterio. Se desprende de esto, que todo joven inteligente, debiera ser muy prudente al condenar o defender, doctrinas o ideas.
El criterio se nutre y enriquece con el estudio y análisis de la materia que se pretende juzgar y ello supone la confrontación y comparación de ideas, así pues no es posible establecer un juicio justo de una idea, pensamiento o doctrina sin tener conocimiento de su contenido y alcance; sin embargo con mas frecuencia de lo esperado, personas sin un criterio bien fundado y sin conocimiento de causa o razonamiento, rechazan y condenan ideas que no entienden, inducidos a esa conducta por el discurso de otros. La condena irracional del comunismo o el socialismo, tan de moda entre los jóvenes de las clases “pudientes” y de algunos no tan pudientes, sorprende por su falta de soporte racional o analítico. Todos los entrevistados en relación a las leyes derivadas de la ley habilitante, han declarado que se oponen a esas leyes, pero que no las han leído y desconocen su contenido.
No es concebible condenar un principio, doctrina o programa sin tener un íntimo conocimiento de su contenido, propuesta y alcance. Para condenar el cristianismo hay que haber sido cristiano o conocerlo de muy cerca, haber leído la Biblia y la historia de la iglesia; igualmente para condenar el marxismo habrá que leer El Capital, El Materialismo Histórico y Dialéctico, etcétera y analizar las consideraciones morales en que se apoya, solamente así se puede tener un punto de partida sólido para la objeción, mediante un criterio capaz de hacer juicios de valor.
La aceptación de dogmas y principios de fe sin espíritu ni análisis critico, conduce invariablemente al fanatismo y el fanatismo es siempre intolerante porque no admite ninguna otra postura ideológica, ni permite la auto critica, la reconsideración o la reforma y actualización de la idea.
“Debemos estar dispuestos a creer que lo blanco es negro si así lo dispone la Iglesia” dijo Ignacio de Loyola que fue fundador de la mas intolerante de las ordenes religiosas. Esta expresión es una muestra de lo destructiva que es la fe.
La autocritica en la revolución, es una saludable práctica, que nos hace ver nuestras propias debilidades y errores, para que se corrijan antes de que se conviertan en armas para el enemigo de la sociedad, el socialismo y la revolución.
En nuestra sociedad, es frecuente ver personas de evidente origen humilde, indígenas, afro descendientes, o mestizos, alineados con los enemigos de su clase social y de su origen étnico, creyendo que estar del lado de quienes los desprecian, cambia su condición social y humana.
La construcción del criterio debe hacerse sobre bases racionales y no emotivas, cuando personas que estimo se niegan a leer mis opiniones por que son contrarias a lo que les gusta oír o leer, simplemente están rechazando su propio derecho a oír o leer ideas y opiniones que les permitirían reafirmar o evaluar y reconsiderar su propio criterio que queda así empobrecido y disminuido.
La retórica de los totalitarismos, es copia de la usada por los seguidores de Ignacio de Loyola, consiste en la inclusión en el discurso de una mentira sutilmente deslizada en el contexto del discurso, y la construcción sobre ésta, de un razonamiento que si se obvia su punto de partida, parecería tener sentido; es ésta una de las formas mas socorridas de desinformación, utilizadas por políticos y religiosos para confundir a las masas y lograr la uniformidad de criterio y el control de los pueblos.
“La religión es un medio excelente para tener quieta a la gente; todas las religiones han sido hechas por el hombre con ese fin”. Napoleón Bonaparte.
Solo el conocimiento da valor al criterio y solamente un criterio amplio basado en el análisis y el razonamiento será capaz de mantener al individuo pensante distanciado del fanatismo y la intolerancia y le permitirá hacer juicios de valor que merezcan respeto. El socialismo, es la más común y antigua forma de organización de la sociedad. Debe entenderse, que el socialismo es la forma de vida –no es doctrina- que tiene como objeto principal al ser humano y a la sociedad de seres humanos. Todas las sociedades primitivas y/o elementales, son socialistas. Los pueblos originarios de América, antes de que se avanzara a civilizaciones como la inca o las mesoamericanas, eran socialistas, el principio de propiedad privada no existía y tanto la vivienda como los enseres e instrumentos de caza y pesca, se consideran propiedad común, como lo hemos podido comprobar en los habitantes del sur de Venezuela.
Las religiones, sobre todo las monoteístas, han sido a lo largo de la historia, los crisoles de la intolerancia y de la sinrazón, la tradición oral de los pueblos semitas, que fue convertida en mitología, y recogida en las Biblias por los judíos, fue adoptada posteriormente por el cristianismo como su obra máxima, es la herramienta utilizada por los comerciantes de la conciencia, para crear un escudo de intolerancia alrededor de sus seguidores de forma de impedir la entrada en su pensamiento del análisis y el razonamiento; igualmente el Corán es una simple recopilación de máximas, algunas anacrónicas, que sirven para fanatizar a los musulmanes seguidores de una religión tan extemporánea, como el cristianismo o el judaísmo. La tradición oral de la humanidad, desde antes de que existieran las religiones, nos ha transmitido principios de convivencia y de moral que hemos convertido en leyes, aunque las comunidades religiosas, las venden como un producto de su invención.
“Debemos quemar todos los libros pues el único valioso es el Corán”. Lo dijo el Califa Omar, tras quemar la biblioteca de Alejandría.
Algunos amigos, que rechazan sin discusión, todo lo que no se enmarque en su evidentemente limitado horizonte de conocimiento de la realidad social en que viven, me mandan con frecuencia escritos y opiniones de terceros –que no las suyas- que les sirven de apoyo moral y respaldo emocional a su intransigencia irracional, y que yo leo con interés, porque esas opiniones expresadas en la mas ortodoxa retórica jesuítica, me han permitido conocer mejor a esos amigos –que cada vez me conocen menos- y aumentar mi horizonte de puntos de vista, dar mayor y mas sólido respaldo a mi propio criterio y obtener una mas clara visión del alcance de la intolerancia y la irracionalidad de la sociedad en que vivo.
Son esos amigos los inspiradores de este ensayo sobre la intolerancia dogmática del fascismo y el origen cognitivo del criterio.
“No creáis en algo, simplemente porque alguien os lo ha dicho o porque es la tradición, o porque os lo imagináis. No creáis al maestro, porque es el maestro, por mucho respeto que le tengáis. Analizad, estudiad y examinadlo todo, de tal modo que vuestra creencia sea cierta y os conduzca al bien”. Gautama Buda.
No es de extrañar entonces, que jóvenes formados por los televisores y por padres complacientes, fanatizados por el fundamentalismo religioso y por el espejismo de el “American way of life”, que les quieren hacer la vida fácil, se encuentren perdidos ante la revolución socialista y los cambios necesarios, que la humanidad ha esperado por siglos, pero que ellos no comprenden, por falta de criterio.
“La verdad esta reñida con las creencias de las mayorías”. Lo dijo Giordano Bruno quien fue quemado en la hoguera de la inquisición católica, por afirmar que la tierra no está en el centro del universo.
La fe es la renuncia a la razón, la verdad si la encontramos, solamente puede estar al final del razonamiento y detrás del escepticismo. La aceptación de dogmas y disciplinas partidistas o religiosas, nos coloca en un rebaño.
“No creo desde luego en la inferioridad de la mujer, pero me preocupa que sean más ignorantes que la mayoría de los hombres, lo que las lleva a llenar las iglesias. No me preocupa demasiado que las mujeres sean religiosas: lo que me aterra es que ellas educan a los niños en todo el mundo”.
Johann W. Goethe
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