Tú eres una de las fusilables

Quizás contar una anécdota vale más que mil palabras mucho más cuando en nuestra querida Bolivia, nación fundada por un venezolano de corazón universal como lo fue nuestro Libertador, el oscurantismo quiso hacer de las suyas amparado en la impunidad que arrojó los recientes acontecimientos autonomistas y separatistas impulsados por un falso referéndum. Hoy nuevamente enlutan con su ritual de odio racial y de muerte a la población indígena de ese país y a todo el pueblo boliviano.

Recientemente fui invitada a una fiesta por una amiga de la niñez y adolescencia, donde estaban personas que se ubican en el mundo político de la oposición quizás no acostumbradas a compartir con quienes nos identificamos con la experiencia bolivariana que vivimos en nuestro país, a pesar de todas sus imperfecciones. Como es natural cuando de llenar formulas sociales se trata, uno de ellos me hizo la pregunta obligatoria, ¿y tú qué haces? A renglón seguido, mi respuesta no se hizo esperar, trabajo en la Universidad Bolivariana de Venezuela. Su reacción fue sorpresiva.

Mirándome directamente a los ojos, torneándolos hacia los diferentes lados, sin saber quizás como disimular su respuesta, me dijo con mucho control y voz seria: ¡Ah! ¡Entonces tú eres una de las fusilables!. A lo que le respondí con mucha más tranquilidad que la que él estaba tratando de disimular a pesar de lo violento de su verbo, con una amplia sonrisa: si pero te voy a invitar a la universidad para que te fusilen mis alumnos primero a punta de preguntas. Yo misma me sorprendí de mi salida pero me recordé que ya lo había hecho una vez con un pariente muy cercano que milita en las filas de la oposición.

Su reacción fue nuevamente sorpresiva, esta vez positiva. No pudo evitar sonreírse, y en una actitud que cambió 180 grados su tono me preguntó sobre mi experiencia dando clases allí y cuando le dije que era muy enriquecedora, me comentó cómo él también había tenido experiencias parecidas dando clases a personas de muy bajos recursos en otras universidades públicas y lo satisfactorio que había sido para él verlos tomar impulso para superarse. En ese momento me di cuenta de que se había conjurado el odio y que habíamos pasado a reconocer espacios comunes.

Cuento esta anécdota precisamente porque viene a colación la reflexión de cómo a lo largo de estos diez años de cambios y transformaciones, cuántas veces nuestra sencillez y franqueza ha neutralizado los bombardeos psicológicos y el lavado de cerebro que han pretendido hacer los medios de comunicación financiados por los planes imperiales en contra de quienes los ven y escuchan. En realidad podemos decir, sin caer en arrogancias, que el pueblo venezolano se ha ganado una medalla de oro por su paciencia y por devolver amor ante tanto odio insuflado. A Bolivia le podemos decir que sí se puede, la historia le ha puesto una alta prueba. Venezuela lo ha demostrado.


sathya954@yahoo.com


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Carmen Cecilia Lara

Profesora de comunicación social de la UBV

 sathya954@yahoo.com

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