En la década de 1970, las banderas de la Revolución venezolana no flameaban con el raudo viento del Caribe; se hablaba y se escribía de "pacificación". Los jóvenes de entonces, entre la cavilación y la duda de las vanguardias, nos batíamos en las luchas liceístas y universitarias, ignorando los armisticios, las treguas y las claudicaciones. Nacía el MAS, desprendido del ortodoxo PCV. Alfredo Maneiro ensayaba el federalismo militante, la Revolución sin centro burocrático, con Matanceros , CatiaR y Prag universitario. La primera Bandera Roja, desprendimiento del MIR, sonaba sus fusiles en Oriente. Las escuadras del PRV- FALN, Comandante Macoya incluido, remontaban la Sierra coriana. Ruptura, Liga Socialista y el CLER, a mediados de los 70, ocupan posiciones de vanguardia en universidades y barrios. Los trotkistas articulaban la Revolución Permanente y la Cuarta Internacional en Venezuela. La diversidad ideológica sustentaba un debate permanente y fructífero sobre la Revolución Socialista. En los cuarteles se formaba una nueva generación, Chávez al frente, que se reencontraba con el pensamiento de Bolívar y su proyecto y lucha por una Latinoamérica integrada y liberada.
La represión militar y policial único argumento político del puntofijismo, se acentuaba. José Vicente Rangel, como siempre, la enfrentaba, Derechos Humanos en ristre.
Después vino la diáspora: Carlos Andrés y los petrodólares. La cultura mayamera. La escandalosa e inmoral deuda externa y eterna.
Unos y otros sobrevivían en distintas posiciones. Algunos desertaron de doctrina y de clase. Finalizaban los 70. Se acercaba los que los sociólogos llamaron la generación border-line de los 80. Tiempos enrarecidos.
Pero si alguien se mantuvo beligerante y enfilado en la revolución, si algún compatriota con su guitarra , su cuatro, sus cantos de gesta y de pueblo, supo sostener férreamente las banderas socialistas, si alguno esparció su palabra de esperanza y Unidad en todas las trincheras, si alguno nos precedió a todos con su Canción Bolivariana, con su canto zamorano, su reivindicación de Vietnam y Cuba, sus versos a El Salvador, a Haití, a los dones de la identidad latinoamericana y venezolana, sin claudicar, sin convertir su canción en mercancía y sin doblegarse ante las lisonjas capitalistas del Poder adeco-copeyano, ese fue Alí Primera. Cuando los troncos y las ramas del árbol de la Revolución se cimbraron con los vientos de la confusión, supo mantenerse erguido, arraigado: inconmovible Raíz de Revolución. Supo darnos su ejemplo y nos convocó a la Resistencia .
Hoy, a 25 años de su siembra en el seno de la Pachamama falconiana, la voz y el mensaje de Alí Primera persisten intactos en el profundo afecto del pueblo, en el consciente colectivo donde moran los inmortales, no por sus bronces o mármoles, sino porque sus poesías y cantos fueron y aún son los incesantes himnos de amor, de lucha y de victoria del pueblo venezolano.
El compatriota Omar Montilla en su blog ha exhortado a reconfigurar ese mausoleo que llamamos el Panteón Nacional. Argumenta que entre sus 142 ocupantes hay algunos infiltrados que entraron de mano de El Bagre Juan Vicente Gómez y otros personajes de mal agüero. Yo opino, modestamente, que les llegará la hora de su defenestración e intemperie, de su nicho extramuros. Pero, en tanto ocurre, quiero recordar que allí moran luminosas las reliquias del Padre eterno Simón Bolívar, de Zamora, de Simón Rodríguez, entre otros notables de la Patria, y en ese sentido exhorto a los compatriotas bolivarianos de la Asamblea Nacional , previa solicitud del Presidente de la República y de los millones de venezolanos que en verdad lo aprueban, a la aplicación del ordinal 15º del artículo 187 de la CRBV que acuerda los honores del Panteón Nacional a los venezol@nos ilustres, después de transcurrido 25 años de su fallecimiento., es decir, a partir de esta efemérides.
ALI PRIMERA, RAÍZ DE REVOLUCIÓN: AL PANTEÓN NACIONAL
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