Trujillo, Historia y Ateneos

De verdad que no me sorprenden en lo más mínimo los lloriqueos del escualidismo ilustrado que hacía vida en el Ateneo de Trujillo y en el Centro de Historia, ante las acciones de recuperación de esas instituciones que en más de 50 años no han podido llenar ni satisfacer las necesidades culturales y educativas de nuestro estado.

     La dirigencia cultural trujillana en los tiempos de la IV República, se ufanaba de poseer la mayor cantidad de Ateneos a nivel nacional, en aquel entonces teníamos uno por cada distrito. Sus actividades se limitaban a dictar cursos menores de oficios, tal cual curso de música y artes escénicas y en las fiestas oficiales atender algunos chivatos, a las autoridades regionales y municipales con los consabidos condumios siempre rociados de buen güisqui o dependiendo de la ocasión, con vinos y quesos que satisficieran los exquisitos gustos de sus excelsos representantes. Los Ateneos más grandes se correlacionaban con los municipios de mayor población; de esta manera los ateneos de Valera, Trujillo y Boconó se distinguían por poseer las mejores instalaciones y auditorios con la mayor capacidad de butacas y en teoría, de desarrollar un mayor número de actividades culturales. Nada más falso. Los ateneos trujillanos sufrieron una suerte de apropiación por aquellos personajes vinculados a los partidos de turno –llámense AD y COPEI- en otros casos eran patrimonios familiares, recuérdense los casos del Ateneo de Escuque y del ateneo de Valera ligado a una universidad privada que usufructúa sus instalaciones, posiblemente pagadas por la National Endowment for Democracy. La vida ateneísta no es la vida cultural trujillana, representa sólo a ciertas elites anquilosadas reproduciéndose a través de la endogamia institucional. Los ateneos de Valera y Trujillo son una muestra de ello.

     El Centro de Historia es más de lo mismo. Un cenáculo donde hacen vida personajes variopinta ligados a la “investigación histórica”  dentro de los cuales el academicismo, la improvisación y el silencio constituyen su razón de ser. En meses pasados, discutía con un amigo escuálido ligado a la universidad Valle del Momboy, los aportes del Centro de Historia ligados al fortalecimiento de la identidad regional y local, a la educación regional, cuáles son sus publicaciones, a la difusión de sus investigaciones en el ámbito escolar, a la realización de eventos para las mayorías; y la respuesta fue la efusividad argumentativa cantinflérica. El que calla otorga.  Me da la impresión que esas instituciones, ateneos y Centro de Historia, son un fin en sí mismo donde la práctica de los halagos mutuos realizados por sus miembros es la razón de ser, donde las producciones históricas y culturales son disfrutadas y leídas por ellos. Parecen las sectas del Conde Cagliostro donde el conocimiento, la expresión y difusión cultural, son  herméticas, sólo de la apropiación de algunos.

     Sin embargo, no dejan de preocuparme las recuperaciones efectuadas por grupos de camaradas siguiendo las orientaciones del gobierno regional. No podemos convertirnos en más de lo mismo. En Trujillo se ha metido la pata en materia cultural, el cambio de nombre de la biblioteca Mario Briceño Iragorry fue una pelón de bolas, se ha debido mantener; y construir una nueva biblioteca en Valera con el nombre de Antonio Nicolás Briceño. La política de publicaciones del Fondo Editorial Arturo Cardozo se ha venido a menos, ya no se publica como antes. Las instalaciones del Domo Bolivariano no se utilizan para nada o mejor dicho, nunca se han utilizado, a no ser para reuniones de grupos religiosos. El Foro Bolivariano no dispone de programación cultural y sí la tiene está supeditada a las actividades de la Gobernación del Estado. Exhorto al gobierno regional, a la Dirección de Cultura a tomar en serio la actividad cultural. No es cansón repetir que no puede haber revolución sin cambio cultural integrado al cambio institucional. Aprovechemos la fortaleza que nos da tener el poder político para impulsar cambios en materia cultural e institucional que fortalezcan nuestro sentir regional y local, a la par de construir e internalizar nuestra teoría revolucionaria. Planifiquemos la acción cultural entre todos los que estemos dentro de la Revolución, invirtamos en su realización, no improvisemos; porque si no estaremos corriendo el riesgo de convertirnos en pillos culturales y cómo dicen por ahí: Mucho guillo que en Trujillo hay mucho pillo.

(*)   Sociólogo

escarandy@hotmail.com



Esta nota ha sido leída aproximadamente 5391 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter




Notas relacionadas

Revise artículos similares en la sección:
Regionales


Revise artículos similares en la sección:
Actualidad


Revise artículos similares en la sección:
Oposición