La destrucción del barrio mas popular de Maracaibo, El Saladillo, obra del presidente Caldera (III)

III

“Diez mil locos en un montón

  no hacen una persona razonable”

 Arthur Schopenhauer

¡Emancípece usted de la vida mediocre!

                                                         Pío Baroja

     Hemos visto que el Saladillo como tal, barrio popular de Maracaibo según el diccionario que he citado, se dice que a finales del siglo XVII, cuando el capitán Juan de Andrade resolvió construir una ermita, que posteriormente fue el templo de San Juan de Dios, fue el inicio de este espacio poblado hacia el oeste de la ciudad, aunque otros dicen, con fecha concreta, que fue en 1774,  cuando el obispo Mariano Martí llegó a Caracas, procedente de San Juan de Puerto Rico i visitó Maracaibo, cuando se tuvo noticias del Saladillo i que El Empedrado, o Santa Lucía también es de vieja data (prácticamente la misma), aunque atribuyendo algunos su nombre a la abundancia de piedra de ojo, utilizada para la constricciones más sólidas, cuando no se utilizaba el ladrillo; mientras que la tradición oral que poseo, es que los alrededores del templo i la placita al frente, eran de piso empedrado, lo que no es raro porque los españoles eran duchos en empedrar las calles.

      Sin embargo, la popularidad del sector, se debió, obviamente a la aparición de la tablita de tinajero, que se dice fue recogida en la playa, donde apareció la virgen del Rosario de Chiquinquirá que, su culto existía en Colombia. Luego de aparecida la virgen, posiblemente la ancianita que la poseía la colgó en la pared, i allí “se iluminó”, como se ve en el óleo central en la Basílica, que la mayoría de los zulianos no saben quién es el autor de la obra, i se trata del pintor zuliano Puchi Fonseca. Posteriormente, narran Hernández i Parra, la Diputación Provincial de Maracaibo, a la Parroquia San Juan de Dios, mediante ordenanza del 9 de noviembre de 1855, cambió el primitivo nombre por Parroquia Chiquinquirá. Como he dicho, creció con una serie de puntos clave, identificados con nombres hasta divertidos, i la alegría de las festividades trajo la gaita, que hasta el mismo diccionario de la lengua española, DRAE,  especifica que es música originaria o propia de Maracaibo. I expresamente a este aspecto, que tiene mucha historia, le dedica un espacio aparte el Diccionario General del Zulia i algunos libros. Allí se consigna, no la historia del género musical, sino el grupo gaitero que existía informalmente desde 1953, fundado por Francisco Paz i Ramón Quintero, formalmente constituido desde 1962. Por mi parte, vi casi nacer al grupo Rincón Morales, en los predios de la urbanización Irama.

    Quien desee saber la historia de la gaita, hai al respecto un libro del Dr. Manuel Matos Romero que lo complacerá, i en lo gráfico, existen también dos cuadros mostrando conjuntos gaiteros de antaño, aquellos que se identificaba con La Cabra Mocha de Josefinita Camacho, obras también de Manuel Puche Fonseca. Lo cierto es que todos era un recia i amada tradición que establecía lazos de amistad o familiaridad entre los habitantes el Saladillo i existe bibliografía, sobre cómo conocieron a Maracaibo colonial, viajeros como Francisco De Pons o Depons, o Karl Ferdinand Appun; este último desembarcó en Maracaibo en el año de 1857 i para 1830, año de la muerte del Libertador en  Santa  Marta, Colombia, la población de esta ciudad estaba alrededor de los 16.000 habitantes i ya para 1857 debería tener unos 56 mil, puesto que para 1854 se reportan 53.490. A Depons lo impresionó la vivacidad i la cultura de los jóvenes de Maracaibo, donde muchos sabían latín i griego. Eso se refleja, la presencia de tantos nombres griegos i romanos, en los hombres de generaciones pasadas, Sócrates, Aristóteles, Atenógenes, Epaminonda, Eurípides, Epiménides, etc,

     Ahora bien, como otros sostienen, era el verdadero corazón de Maracaibo, especie de los dos ventrículos por su cercanía, la Plaza Bolívar con su Catedral i Palacio de Gobierno i la Plaza Baralt, con su Convento, templo i monasterio franciscano i su primer mercado; la gran concentraciones de edificios importantes se hizo hacia estos lados, i frente a la estatua de Rafael María Baralt colocada frente al templo, estaba otra edificación de una sola planta pero con un gran copete, que en principio fue oficina de correos, i de allí, por un costado, salía la calle Los Andes, donde estaba las casas de las familias más encopetadas de la ciudad. Tenían comercio i mercado mui cerca, así como el puerto primitivo o malecón. En consecuencia este sector acaparó el mayor progreso Maracaibo, creció para tener buenos muelles i faro para los barcos grandes, con el gran relleno de La Ciega, i San Juan de Dios i sus alrededores, quedaban más lejanos  i olvidados. Por eso en la plaza Baralt surgió el primer gran edificio, la Botica Nueva, de estilo monumental con cuatro columnas al frente i cornisa sostenida por dos atlantes (el primer rascacielos de la ciudad del lago, decían), aunque solamente contara con planta baja i cuatro pisos. Para los lados de la plaza Bolívar se construyó el edificio de estilo renacentista del Concejo, el primer Teatro Baralt, la Policía Municipal, el Hotel América (abajo uno de los primeros bares) i hacia la Ciega, el Estadio del Lago i la calle Oriente, donde también vivían familias pudientes, lo mismo que en la avenida Guayaquil. En cambio, el Saladillo, contó apenas con el hospital que fundó Dagnino, luego transformado en el Hospitalito, algunas casonas más i siguió conservando estructura de barrio, a lo que se le adjudicó la categoría de barrio de menos categoría, i como tenía fama de pendencieros muchos sitios, a los habitantes se les llamó saladilleros de manera despectiva o peyorativa. Los reivindicó San Juan de Dios, iglesia de dos torres, cuando se transformó en Basílica menor, según decisión desde Roma. Esto fue a solicitud del obispo de Zulia Arturo Celestino Álvarez. Quien también solicitó la coronación de la virgen i el 16 de julio de 1917, se le concedió el título de basílica, por el Papa Benedicto XV, que realmente como anotan Hernández i Parra, fue Basílica Menor de San Juan de Dios i Virgen del Rosario de Chiquinquirá, lo que le dio inmenso prestigio al Saladillo.

      Sin embargo, en Maracaibo, muchas personas, se la pasan buscando motivos de figuración, rebuscando fechas i acontecimientos con los cuales poner plaquitas i otros testimonios que pese a todo el tiempo borra o no prosperan. Además ponen a personas poco conocedoras de la historia i la estética, al frente de instituciones de las que no saben ni que van a hacer. Me reservo nombres, porque eso no viene al caso. Lo cierto es que en el gobierno de Rafael Caldera, siempre promocionado como un hombre de mucha cultura, aunque no exhibió mucha en vida, se le ocurrió a él i la cuerda de seguidores que siempre rodean a los presidentes, transformar el centro de Maracaibo, donde a pese a existir muchas casas que no tenían valor patrimonial, sí existían otras dignas de conservar, i aprovechar para aisladamente hacer un centro nuevo, conservando valores tradicionales. Se proyectó entonces tumbar desde la calle Urdaneta frente a la bella plaza Bolívar de antaño (fue el peor de los desastres), todos las manzanas o cuadras que llegaban hasta la llamada calle Padre Añez, frente a la Basílica. Ya ni la gente se acuerda de esa fecha i el Paseo Ciencias como se llamó, hizo tres o cuatro macro cuadras o manzanas, arborizó alocadamente, pusieron unas esculturas de Jesús Soto, Víctor Valera, Lía Bermúdez i Pedro Vargas, también mal distribuidas, pero respetables, i una de las más interesantes i más costosas, pues tenía una estructura en forma de tubos verticales, que proyectabas luces de colores acordes a buena música clásica, mediante un aparato electrónico computarizado en un sótano; funcionó creo que por meses i luego fue abandonado. Con los años lo desaparecieron todo, para hacer el ridículo altar de plástico para la Virgen, (todo de mal gusto estético) destruyeron casi dos parcelas o macro cuadras repitiendo otro crimen ecológico, destruyeron las otras esculturas i desde la parte posterior de la iglesia de Santa Bárbara (también llamada de Las Inmaculada Concepción), hasta la plaza Bolívar, han convertido todo en un basurero, refugio de maleantes, cerrado por cercas de lata, llena de murales i con sequía de casi todos los árboles. Eso ya lleva años. Allí está encerrada la escultura de Jesús Soto. Apenas en una esquinita frente al Teatro Baralt, hicieron un cafetín, que la mayoría de las veces vive cerrado o tiene poco que ofrecer. Este paseo, que no pueden comparar lo que era el Saladillo con lo que fue El Silencio en Caracas, fue inaugurado el 23 de julio de 1973, con motivo del Sesquicentenario de la Batalla Naval del Lago de Maracaibo, i en 28 de de enero de 1987, se le dio el nombre de Paseo 28 de enero, por otro de esos pruritos del Concejo (Municipal), resuelto el año anterior (1986). Nadie, creo que absolutamente nadie, en la ciudad, sabe de este nombre i cuál es la fecha que lo motivó. Este es el célebre Paseo Ciencia del Dr. Caldera, quien sale en una foto que reprodujo hace poco el diario QUÉ PASA, en la cual el primer magistrado da el primer golpe de pico, para iniciar las destrucción del inolvidable Saladillo. ¿Por qué suceden estos disparates mal planificados?  Sencillamente porque todo se  proyectaba en Caracas, por ingenieros, arquitectos i aprovechadores de oficio, que si era posible, nunca habían conocido la ciudad. Así mismo nació el Rellenote del Lago, un supuesto paseo que lo imaginamos en pequeño como Copacabana, Niza o Llorent del Mar, i fue la justificación para llenar de rellenos toda la costa de la Avenida el Milagro, para construcciones, depósitos comerciales i muchos otros disparates que, pusieron a Maracaibo, de espaldas a su lago. Maracaibo no posee lago, sino más allá de los disparates urbanos. Por eso el pueblo de Maracaibo, jamás perdonará esta agresión que protestó desde un principio, así les  pareciera a los ejecutores que, los afectados estaban equivocados. Recuerdo entonces la frase del Libertador Simón Bolívar: El pueblo debe ser obedecido hasta cuando yerra.

Fin

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Roberto Jiménez Maggiolo


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