Volvemos con el tema del Poder Popular, a propósito de las elecciones para concejales. Estos deberían ser los más cercanos a la ciudadanía. Tal vez, los más llamados a empujar hacia un verdadero empoderamiento popular. Más allá de las grandes concentraciones, movilizaciones, paros o huelgas. Un poder rutinario, común que no solo emane del pueblo, sino que lo ejerza el pueblo en cada área de la vida nacional. Aquí podrían hacer algo importante los concejales, más cercanos a las comunidades que los constituyentes. Vale decir, los o las constituyentes municipales deben escuchar con atención a los concejales, que en teoría recogen las necesidades de las localidades que los eligieron. Tener concejales para que sigan aprobando ordenanzas que apenas se conocen es un derroche de talento. Ellos pueden empujar hacia la construcción efectiva de un Poder Popular.
Ese poder debe tener expresión constitucional, no solo para adjetivizar y alargar sin mayores efectos el nombre de los ministerios, sino para que haya un instrumento legal que permita que la conducción de las instituciones del estado responda a la voluntad del pueblo, expresado en los trabajadores, obreros, funcionarios, empleados, campesinos, pescadores, estudiantes, entre otros.
El Constituyente de 1999, basa el Poder Ciudadano en la reflexión bolivariana, y lo conforma con dos instancias ya existentes, El Ministerio Público (fiscalía) y la Contraloría General de la República a la que suma una tercera existente en varias naciones, el Defensor del Pueblo. Cada una de estas figuras cumple en una función en línea a garantizar la ética de funcionarios, funcionarias y de la ciudadanía en general. Y en suma las acciones del actual Poder Ciudadano están muy ligadas o se complementan con el Poder Judicial.
La dinámica creada por la propia Constitución de 1999 y el devenir de los últimos años muestra una población dinámica y cada vez con mayor participación. No obstante, constitucionalmente no existe un Poder Popular. Es abstracto, los ministerios son de un "poder popular", pero en realidad son del "Poder Ejecutivo" quien los designa de acuerdo a la constitución nacional.
Los poderes por elección en Venezuela, como en todas las democracias clásicas son el Ejecutivo Nacional (su cabeza, el Presidente de la República quien decide o propone su tren ministerial), los ejecutivos regionales y municipales (Gobernadores y Alcaldes que a su vez designan sus secretarías o direcciones) y el poder Legislativo con sus variables nacional, regional y municipal. Los otros poderes Judicial, Electoral y Ciudadano son designados por el Legislativo mediante un proceso establecido en la constitución que parte de los méritos profesionales y virtudes de los aspirantes. En términos concretos no existe un Poder Popular en la constitución, y el Poder Ciudadano, por el devenir histórico de estos últimos 18 años asumió otros roles más procedimentales que participativos. Ni siquiera es de acompañamiento, que tampoco sería suficiente, porque un pueblo maduro puede andar solo, pero necesita estar claramente reflejado en la Carta Magna.
Una solución salomónica, que encuentra los constitucionalistas es la "trasversalizar". Vale decir, convencernos de que el poder popular estará en toda la Constitución, pero en realidad, ese verbo es una manera elegante de decir "está pero no está".
En la composición de un Poder Popular debería haber una instancia que lo amplié y no lo ajuste a una visión estrictamente penal y jurídica. Por ejemplo, puede pensarse en ministerios, gobernaciones, alcaldías, poderes públicos, juntas ministeriales conformadas por sus trabajadores, suerte de consejos populares por instancias. Hombres y mujeres probos, de edades heterogéneas (experiencia y juventud; energía y paciencia; sabiduría y saberes). Es una discusión que tal vez no se esté dando, debido al tiempo que consume la técnica jurídica y a las necesidades que de manera legítima se impulsan.
Son ideas para el debate, que bien podrían promover los y las concejales ante la Asamblea Nacional Constituyente que ahora tiene esta oportunidad para profundizar su tarea y dar existencia a un sexto: El Poder Popular.