El diario de Oscar Heck – el 3 de junio del 2024

Ayer pasé gran parte del día --- de las 9 AM a las 4 PM --- vendiendo chucherías en la playa, en plenos sol (36 grados C).

Caminé más o menos 18 kilómetros, así como hacen mucho ex profesionales, enfermeras, maestros y maestras, ingenieros, artistas, y ex funcionarios de bajo rango del Estado, rebuscando cómo sobrevivir en este país donde no se valora por nada el ser humano honesto, ni tampoco se valora su trabajo, por nada. En nuestras cabezas esperamos ganarnos la lotería (¿cuál lotería?), soñando de comer carne y pollo todos los días, y frutas y verduras, y jugo, para no resecarnos como pasas en el sol.

Me bañé tres veces ayer, cada vez con cinco potes chinos de agua sucia del tanque (porque el agua, cuando viene, llega siempre sucia, con tierra), para refrescarme. Pero, por suerte, tenía agua, sí señor, gracias a Dios, como dicen aquí en Venezuela, y me cambié la camisa cada vez (gracias a Dios tengo más de una camisa). Al final del día, me quité toda la ropa empapada de sudor y arena, y la puse a remojar en un viejo botellón de agua cortado a mitad con una cantidad de unos 6 o 7 potes chinos de agua sucia. Estaba demasiado cansado para lavarla, y me queda poco jabón, y me dije, mañana la lavaré.

Me gané $6 ayer, sin comer nada todo el día excepto un pedacito de carne que un portugués de regaló, gracia a Dios.

Antes de salir, me comí una tostada (del pan que hago), con unas sardinas que me preparé la noche anterior, y cuando volví a mi taller, me comí media tortilla de sardinas que preparo, y un huevo sancochado.

Esa es mi nutrición de casi cada día, sardinas, huevos, y pan. Otra gente come arepas, arroz, pasta, huevos, pedacitos de mortadela barata, un poco de queso barato, y a veces, raramente, pollo o carne.

Así es, entre nosotros los pobres.

Esta generación, en su mayoría, saldrá con graves trastornos mentales y sus asociados comportamientos, todo debido a la extremadamente mala nutrición, ¿gracias a Dios?

Así es, ya se evidencia, si a uno le da la gana de ver.

Y olvídense de las verduras, las frutas, los granos, los cereales, y la leche, una bolsita de 200 o 300 gramos de caraotas (frijoles) cuesta entre $2 o $3 dólares, o sea, casi un mes de pensión o sueldo mínimo, sí señor, esa es la crueldad humana personificada hoy aquí en Venezuela.

Bueno …

Antes de subir a mi taller, me tomé una cerveza en la calle (80 centavos USD), en un vaso plástico, que me duró una hora en tomar, para degustarla, aun caliente, y allí había un camión cisterna accidentado, y los niños y jóvenes de la bahía de pescadores, quienes como casi todos nosotros raramente reciben agua, abrieron la llave de la cisterna y se estaban bañando, y los padres estaban recolectando agua en pipotes para llevársela a sus ranchos.

Le pregunté a un pescador, ¿por qué usted no está trabajando?, y él me respondió que el motor del peñero (lancha de pesca) con la cual él trabaja, se rompió, y no consiguen los repuestos.

Sin agua, sin trabajo, y sus niños los cargaba en una carretilla vieja de supermercado, él los cuidaba mientras su esposa salía a trabajar, ganándose una miseria, sueldo mínimo, $3,50 al mes, o sea, unos 18 centavos ese día (el precio de un huevo aproximadamente).

Sí señor.

Esa es la Venezuela invisible de la cual la enorme mayoría de los escritores aquí en Aporrea, no hablan.

Le pregunté al pescador, entonces, de dónde sacaba la comida para los niños, porque con el salario de miseria de su esposa y con él no trabajando, la plata jamás alcanzaría ni para nutrir un ratoncito, y menos todavía, para nutrir a sus hijos, y él me dijo que la gente le regalaba comida, gracias a Dios.

Después leo una noticia de que la inflación este año es la más baja desde el 2014, y me pregunté, ¿cómo coño hemos sobrevivido todos estos últimos 10 años?

Bueno, en mi caso, es porque un hermano mío y mi madre, me habían estado mandando dinero (unos $85 al mes), ¿pero, el pescador?

Pensé …

¿Qué coño está pasando aquí?

Mientras caminaba --- y esto lo he mencionado antes --- me daba un montón cachetadas y patadas invisibles por la cara, asombrado, como siempre, de ver la enorme cantidad de niños y niñas afrodescendientes pobres (aquí en la costa la mayoría son afrodescendientes), muy pobres, con el cabello amarrillo, cuando su cabello debería ser negro. Ese es un síntoma claro de la desnutrición crónica, y quería llorar, otra vez, como que a nadie le importa un coño ver morir, lentamente, a nuestros niños.

¡Que se mueran!

Es que …

Por estos lados, por la playas, pasan muchísimos funcionarios públicos y políticos y corruptos (los conocemos por aquí), todos con sus carros de lujo, almorzando como reyes, y toman mucha cerveza, ven el mar, pero no ven los niños pobres, ni tampoco les importa un coño, es que, los pobres son invisibles.

¿Y nosotros los buhoneros que trabajamos las playas?

Para ellos somos lacra.

Nos tratan como basura, como si fuéramos un montón de inútiles y perdedores porque no tenemos dinero para comer, ni podemos pagarnos agua (que debería ser gratuita), y la luz se fue hoy por lo menos 8 veces, y el otro día 19 veces.

Somos desperdicio humano.

Deberían hacer comida para los perros con nosotros, por lo menos así serviríamos de algo.



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Oscar Heck

De padre canadiense francés y madre indígena, llegó por primera vez a Venezuela en los años 1970, donde trabajó como misionero en algunos barrios de Caracas y Barlovento. Fue colaborador y corresponsal en inglés de Vheadline.com del 2002 al 2011, y ha sido colaborador regular de Aporrea desde el 2011. Se dedica principalmente a investigar y exponer verdades, o lo que sea lo más cercano posible a la verdad, cumpliendo así su deber Revolucionario ya que está convencido que toda Revolución humanista debe siempre basarse en verdades, y no en mentiras.

 oscar@oscarheck.com

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