“En otras palabras: las Comunas y el Poder Popular de contenido socialista sólo existirán si cuentan con una economía productiva sobre la cual, la población de un territorio, conjuntamente con el Estado, local y regional, tomen las decisiones fundamentales sobre: qué producir, cómo hacerlo y con qué modelo de gestión; cómo distribuir el resultado del trabajo y los excedentes generados en el proceso de financiación, producción, transformación, distribución y consumo por lo que el conocimiento de lo común para lo colectivo debe actuar lo que es tradicional para nosotros.”
Crisis
Mundial del Capitalismo y Construcción del Socialismo en
Venezuela. Rafael Enciso.
Los estudios e investigaciones que se han emprendido con el tema de los Conocimientos Tradicionales de los pueblos indígenas en lo nacional e internacional han correspondido principalmente a los efectos jurídicos, económicos, ambientales, sociales, políticos y culturales que ha generado.
Su acceso y uso inadecuado se ha caracterizado por realizarse sin el consentimiento libre, previo e informado de la población que los crea, conserva, reproduce, innova y protege; por beneficios derivados de ellos por otros completamente distintos a esos pueblos, concentrados básicamente por empresas farmacéuticas y la industria alimenticia de los países desarrollados; así como por la insuficiencia de marcos legales que en lo nacional regulen dichos procesos, privilegiando el uso de patentes que no responden a las necesidades indígenas, entre otros aspectos.
Sin embargo para las
corporaciones monopólicas del conocimiento se le vuelve contrario y
más complejo el problema puesto que el Conocimiento Tradicional se
crean, desarrollan y mantienen en ámbitos comunitarios, en los cuales
pueden compartirse con otras comunidades y pueblos indígenas; donde
su valor no radica en los beneficios económicos que puedan obtener
de ellos, sino que forman parte de su patrimonio natural y cultural,
además de su construcción en la identidad y de su reproducción social
en el contexto de las naciones donde se ubican; estas particularidades
hacen difícil su análisis y por tanto la aplicación de medidas que
atiendan las distintas dimensiones de los Conocimiento Tradicional hace
ilegal e irregular encerrarlo dentro del concepto de Propiedad
Intelectual.
Por otra parte, ¿Acaso, ya no es notorio que casi cualquier concepto o lema al que se le asocia a los Conocimiento Tradicional de manera permanente un adjetivo queda instantáneamente degradado y desvalorizado? Tal es el caso de la soberanía alimentaria, agricultura y desarrollo sustentable, el fitomejoramiento, tecnologías alternativas, democracia participativa y economía política. El conocimiento tradicional no escapa a este proceso de deformación.
El Conocimiento Tradicional es conocimiento, tal como las matemáticas, la biología o la sociología. Lo que la caracteriza es que ha sido concienzuda y filósofamente creado, construido, alimentado, circulado y fomentado por gente común, no poderosa: pequeños agricultores, pescadores artesanales tradicionales, parteras (destruidas por el formalismo e imposición del modernismo), artesanos, poetas tradicionales, indígenas y muchos otros. Debido al hecho que la mayoría de estos conjuntos corresponden a culturas rurales o muy estrechos a ello, ese conocimiento está intrínsecamente combinado a la comprensión de los procesos naturales como culturales. Es un tipo de conocimiento que evoluciona perseverantemente, integrando nuevos conocimientos a un reservorio probado y enriquecido por siglos.
Comúnmente no nos referimos a las matemáticas, sociológico, física, etc. como conocimiento. La razón por la que oímos hablar de Conocimiento Tradicional es que de esa forma se desacredita un tipo de conocimiento puesto que rehabilita su carácter subversivo en virtud de su perfil colectivo y autonomía de los círculos de poder. Rotularlo así permite a los círculos de poder eludir la posibilidad de entender una forma de conocimiento que es demasiado sofisticada como para adaptarse a sus modelos hegemónicos. Ante todo, esa adjetivación transmite el mensaje que el Conocimiento Tradicional es estático, que está momificado, y que es inadecuado para los tiempos modernos. Una vez que se lo ha presentado como un conocimiento de segunda clase, se hace más fácil y más barato transformarlo en mercancía (Patentes, Derecho de Autor, etc.). Eso es lo que ocurre y está ocurriendo actualmente cuando la OMPI lo lleva a discusión tratándolo de catalogar dentro de la Propiedad Intelectual.
El producto de siglos de creatividad humana constante está siendo vendido en pedazos, con la ayuda activa de las mayorías de las Oficinas de la Propiedad Intelectual de los países del mundo en acuerdo con la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) y la Organización Mundial del Comercio (OMC) en Marcas, Modelos Industriales, Patentes, etc.
Así, como no se puede comprar o vender el número cinco, tampoco se puede comprar o vender el conocimiento de los pueblos acerca de las plantas, la biodiversidad o la naturaleza en general, ni ningún otro conocimiento de creación colectiva. Lo que se está haciendo es aplastando y violando el derecho de muchos pueblos del mundo a continuar creando, fomentando, intercambiando, disfrutando libremente del conocimiento. ¿Puedes imaginar un mundo en que nadie excepto una empresa tuviese el poder de otorgar permiso para usar el número cinco?, no debemos permitir llegar a esta condición deshumanizadora, puesto que el conocimiento como “herencia universal que la humanidad se ha legado a si misma como la cultura, la ciencia y la técnica … nosotros, países subdesarrollados, países económicamente pobres,...tenemos el derecho de reclamar nuestra participación en el acervo cultural, científico y técnico del mundo” (1).
- Parte del discurso pronunciado por el Comandante Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el acto clausura del XI Congreso Medico y VII Estomatológico Nacional, celebrado en el Teatro “Chaplin”, el 26 de Febrero de 1966.