Ese mal invisible

Cuando menos se esperaba, apareciste en silencio, soterradamente, más bien oculto ante la ignorancia de muchos. Te desplazaste muy astutamente sin que nadie, en un principio, sintiera

tus pasos, pues las huellas que dejabas al transitar eran copia exacta, inequívoca, de otros compañeros de tu propio linaje, pero no tan malos y perversos como tu alma, que juega con la muerte y el miedo.

Así llegaste a este mundo terrenal. Quizás ya dormitabas en esos seres que visten de negro y revoletean la noche, pero la inquietud y el atrevimiento de los humanos, ante el hambre, te sacaron de tu letargo, de tu sueño, para cobrar de manera inmisericorde y despiadada, vidas inocentes.

¿Por qué llegaste? ¿A qué obedece tu malvado proceder? ¿Por qué eres tan inmune? ¿Qué te hemos hecho?.

Demuestras claramente que no tienes corazón, ni mucho menos sentimientos. Tus principales víctimas son los más añejos, los canosos, los más débiles, que precisamente son los más amados, junto a nuestros hijos, por quienes convivimos en esta loca esfera, que gira y gira sin parar.

¡Te digo una cosa! No vamos a rendirnos, no vamos a claudicar. De seguro cuentas con un punto débil que más pronto que tarde sabremos encontrar, para después clavarte, también sin piedad, la aguja con el antídoto que te llevará de nuevo al sitio que nunca debiste abandonar.

De algo si estoy seguro, tu presencia, tu aparición, a pesar del dolor que estás causando a tu paso, algo bueno nos has traído. Si, si, no te espantes, ni te asombres, tus malas acciones están permitiendo que todos nos reencontremos, que luchemos unidos, a pesar de las diferencias que puedan existir.

Ese otro monstruo, que todo lo puede y vive en el norte, de hecho también anda espantado, yo diría que bien chorreado, pero lo mejor de todo es que ese lugar rodeado de agua por todas partes, quien lleva 60 años soportando ataques y humillaciones por quién te conté, tiene ya en sus manos tu tranquilizante, y hoy da risa ver como en bandadas los que se creen dueños de este mundo y representan a la derecha, allá en Europa, están acudiendo de rodillas a pedirle a esos hermanos comunistas que los salve y los deje continuar viviendo.

Jamás pensé, a mis años, que me obligan a estar encerrado, por mi edad, ver semejante espectáculo. Los malos de la película, a pesar que te han despertado para que salgas hacer daño, a quienes siempre han estado quietos y no se lo merecen, los vemos ahora pidiendo cacao a esa pequeña isla, repito, para seguir jodiendo.

Date por muerto, bicho malo, porque soy de esos que no se rinden, llevo sangre de patriota, sangre de libertadores, que tarde o temprano, si de guerra se trata, ganaremos esta otra batalla, a pesar de que estemos rodeados de malos vecinos, que nos asechan e invocan, incluso, la muerte.



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Italo Urdaneta

Periodista, historiador y profesor universitario

 italourdaneta@gmail.com

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